Una agupación que durante décadas ha incentivado la formación artística de niños y jóvenes espirituanos cosecha talento pese al poco apoyo institucional.
Sube el telón: aparece Caperucita Roja dispuesta a enamorar a los niños. Otros personajes se suman a la fiesta. De pronto, el escenario trasmuta en un diminuto rincón de fantasía donde solo existe lugar para la diversión, el juego, el baile. Baja el telón: desde el auditorio, los pequeños recompensan a los actores con aplausos y ovaciones. Luego de la función, incluso, alguno le susurra al padre que también quiere interpretar al príncipe, al villano de la obra.
Dicha estela de bondades deja a su paso la compañía Haciendo Futuro luego de cada presentación, o debería escribir dejaba en sus días de gloria, cuando el gremio no había caído en el marasmo de silencio donde yace hoy, según cuenta su director Pedro Jorge Sánchez, para quien el nombre de la agrupación no resultan palabras vacías, sino compromiso diario con un proyecto de vida.
Mucho ha pasado desde que se lanzara al ruedo con Juventud 2000, especie de escuela musical donde disímiles generaciones pulieron sus aptitudes para el pentagrama, y hoy forman parte del talento provincial o integran bandas de renombre en las lides nacionales, según cuenta.
Mas, Pedro no es hombre de amilanarse. Ni siquiera cuando la precariedad de instrumentación dio al traste con más de dos décadas de labor, contempló izar la bandera blanca como posibilidad. “Si el cielo te manda limones…”, se dijo, y trazó la ruta de un nuevo camino donde confluyeran todas las manifestaciones artísticas en una compañía para desarrollar las potencialidades artísticas en centros docentes del municipio cabecera.
“Hemos ido por toda Cuba con diferentes espectáculos. A partir de cuentos infantiles, leyendas, personajes de caricaturas…. añadimos bailes, canciones, momentos de interacción con el público, para también convertirlos en protagonistas de la puesta. Hace mucho tiempo hemos dejado de ser una compañía para convertirnos en una familia. Aquí se han formado actores, bailarines. Hoy lo mismo tenemos niños de reciente incorporación que miembros de 30 años. Siempre que existan ganas de hacer, pasión y actitud, las puertas en Haciendo futuro estarán abiertas”, agrega el también asistente de dirección del Centro Provincial de la Música.
Lo dice con acento nostálgico, de ver cómo las presentaciones del domingo en la mañana, primero en el Zoológico y más tarde en la Feria Agropecuaria a donde, refiere, asistían cientos de espectadores en busca de una propuesta infantil decorosa, constituyen hace más de seis meses un recuerdo al cual vale la pena aferrarse para no cejar en el empeño de apostar por la cultura.
“Estamos como en un limbo”, solo atina a decir, acaso porque no logra explicarse cómo ciertas reestructuraciones al interior de las instancias encargadas de la divulgación y liderazgo cultural den pie el ostracismo.
Y no le vale el pretexto de escasez de recursos. “A nosotros, que hemos levantado las producciones con al apoyo de los padres, la colaboración de los metodólogos del Centro de Cultura Comunitaria y nuestra propia inventiva”.
Por eso prefieren el dulce sabor de la acogida fuera de los límites de Sancti Spíritus, el reencuentro con quienes se curtieron en las presentaciones realizadas en épocas convulsas, el agradecimiento de la madre cuyo hijo se acercó al universo del arte por primera vez gracias a ellos.
Pese a la respuesta pendiente a los reclamos, pese a las justificaciones que nunca han sido ―¿ni serán?― dadas, cada día asoma un nuevo aspirante al Palacio de Pioneros, sede la compañía, para someterse a las pruebas de aptitud, la peregrinación sigue por escuelas espirituanas, no faltan las musas para inspirar nuevos espectáculos y el sueño de concluir una gira nacional (queda pendiente de Holguín hasta Guantánamo, así como las provincias de Artemisa y Mayabeque) no figura como imposible.
Lo tuvo claro Pedro Jorge Sánchez desde los 14 años, cuando decidió apostar por la educación artística en un sitio tan complejo como la Escuela de Conducta: “La educación artística es cantera infinita para la formación de valores, y cuando cae el telón recibes el premio más grande, la aclamación del público, aunque otras puertas se cierren”.
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