Disímiles iniciativas de los trabajadores de la tercera villa ambientaron la primera jornada de mayo en una concentración multitudinaria para celebrar el día de la clase obrera
Mucho antes de que el sol despuntara entre las lomas, la Ciudad Museo del Caribe estaba en pleno ajetreo. De hecho, dicen que Trinidad no durmió ayer; que desde la madrugada una especie de caravana de camiones, grúas, tractores, y hasta bici taxis, recorría las calles para dejarse arropar por hojas de palma, telas, carteles, banderas… a manos de quienes a diario los comandan para convertir los vehículos en una especie de tribuna sobre ruedas.
Desde una de las esquinas del parque Céspedes, Abban Veaute, un francés de paso por el terruño sureño, se preparaba para cumplir un viejo anhelo: vivir un primero de mayo en Cuba.
“¿Por qué no me fui para La Habana? Allá hay más personas, pero la fecha coincidía con mi estancia aquí y mucha gente me ha dicho que en Trinidad también se escucha… ¿cómo es que se llama? Ah, ¡la conga! ¡la conga!”.
Semejantes vivencias recogía Escambray apenas amanecía, cuando salió cámara en ristre para aquilatar la efervescencia de un pueblo que camina por las calles, vestido con los colores de la bandera, con las musas alborotadas para construir frases sui géneris, donde se trasluce el ímpetu de dejar la piel a diario para hacer de la ciudad edificada sobre la falda de una loma hace más de medio milenio un sitio de prosperidad para las generaciones futuras.
¿Acaso existe una iniciativa que no se haya visto?, se cuestionan muchos. La realidad supera todas las expectativas.
La anciana vestida de alfabetizadora, rememorando los días en que, con apenas 17 años, llevó la luz de la enseñanza a los guajiros del macizo montañoso; la pequeña gimnasta de la escuela primaria Marcelo Salado Lastra, quien ya cosecha preseas en competencias provinciales y se erige como prospecto de la disciplina; las maestras devenidas batuteras y los maestros, tamboreros; la joven que desfiló con su perrito, el padre con el niño en hombros… constituyen solo algunas estampas para demostrar la pasión con que el pueblo trinitario llega hasta la plaza grande.
Y se ve la imagen de Martí, del Che, de Fidel y Raúl; se ve en la necesidad de derribar los muros del bloqueo económico y financiero impuesto por Estados Unidos; se recuerda el legado de Lázaro Peña, Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias y demás fundadores de los primeros sindicatos obreros en Cuba.
“Trinidad se levanta hoy con el firme propósito de contribuir al mantenimiento de nuestras conquistas, a seguir tendiendo la mano solidaria a países hermanos en la esfera de la salud, la educación, el deporte, a ratificar que un pueblo unido no permitirá jamás la intromisión de aquellos que quieran arrebatarnos la libertad”, expresó Jaime Alomá Rodríguez, secretario de la CTC en el municipio trinitario.
Con los primeros claros del alba, la banda municipal rompió el silencio, se enarbolaron las banderas, las pancartas despertaron, los tambores empezaron a cantarle a la soberanía. Poco a poco la multitud se convirtió en una masa compacta coloreada de blanco, rojo y azul. Poco a poco Trinidad trasmutó en una suerte de bandera humana tejida por más de 2000 personas mientras el aire se impregnaba de una vieja melodía: “Adelante, cubanos, que Cuba premiará nuestro heroísmo”.
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