Cuando los acuicultores cubanos en el 2015 capturaron como promedio 15,3 toneladas de peces por hombre, los espirituanos alcanzaron 54,7. En el resultado pesa la generosidad de la presa Zaza
Las visiones de los pescadores en El Paso de los Caballos, donde según relatan “los pejes de seis arrobas” más de una vez han estado a punto de voltearles la embarcación de una hocicada y los güijes mitológicos se les aparecen de madrugada sobre la Carretera Central, pudieran parecer pedestres a juzgar por la contundencia de las estadísticas que acreditan el desempeño de quienes jornada tras jornada rastrean lo mismo el cañón del río Zaza que el vaso de la mayor represa de Cuba.
Con un espejo de agua que supera los 100 kilómetros cuadrados y una capacidad de diseño de 1 020 millones de metros cúbicos, la Zaza representa el más importante reservorio de especies de agua dulce en todo el país y como promedio aporta el 80 % de las capturas acuícolas de Sancti Spíritus y el 17 de la nación.
Los pescadores del embalse pudieran fácilmente sacar en sus redes más de 20 toneladas de peces todos los días si no fuera por los límites de la industria procesadora y más todavía, por los dictados que impone una explotación consensuada. “En la Zaza no estamos buscando récords sino una pesca sostenible que garantice el presente y el futuro”, advierte Antonio Olaya, director de la Empresa Acuícola de Sancti Spíritus, conocida comercialmente como Pescaspir.
El pasado año, sin embargo, la magnitud de una sequía que amenazó con reducir el lago a un vulgar charco —en agosto, por ejemplo, bajó hasta los 136 millones de metros cúbicos, el 13 % de su capacidad— recomendó incrementar las pesquerías que finalmente condujeron a la mayor captura en la historia acuícola de la provincia: 5 511,7 toneladas.
TODO PARA LA INDUSTRIA
Desde hace varios años la provincia espirituana, mayor productora de pescado de agua dulce del país durante el 2015, no depende solo del cultivo extensivo en presas, micropresas y ríos, donde indudablemente se aseguran los mayores volúmenes, sino que también viene desarrollando la cría intensiva de claria en estanques y de tilapia en jaulas con los consiguientes dividendos.
Miriam Solano Valle, especialista en acuicultura, aporta un dato que resulta en sumo revelador: los pescadores que abastecen la industria espirituana, las 14 pescaderías con que cuenta la provincia, varios polos turísticos y garantizan cifras no despreciables a otros territorios como La Habana, Villa Clara, Cienfuegos y Santiago de Cuba, son solo 77.
Una plantilla tan reducida asegura a su vez otro indicador de lujo: cuando los acuicultores cubanos en el 2015 capturaron como promedio 15,3 toneladas de peces por hombre, los espirituanos alcanzaron 54,7, un resultado en el que indudablemente pesa el aporte de la Zaza.
“Aquí desde hace años trabajamos con ciclo cerrado”, advierte Julián Armas Olivera, director de producción en Pescaspir, una definición que se expresa muy fácil, pero que para llevarla a la práctica necesita —para decirlo en lenguaje de pescador—unos cuantos amarritos: “Nosotros producimos los alevines, los sembramos, los cebamos hasta que alcancen talla comercial, capturamos los peces, los procesamos y los comercializamos”.
De tal suerte la filosofía de todo para la industria no solo asegura sacarle el kilo a las capturas que obviamente se aprovechan mejor, sino disponer de una gama de surtidos con valor agregado y una creciente aceptación en el mercado.
JUAN CANDELA PESCÓ EN SIGUANEY
A juzgar por las historias que compila Ismael Martínez Lorenzo, especialista de la empresa y tiempo atrás director municipal en Taguasco, Juan Candela, el personaje creado por Onelio Jorge Cardoso para hacer creíble lo increíble, anduvo de pesquerías por la presa Siguaney.
Según Ismael, la tenca más grande que se haya capturado jamás en estos predios y sabrá Dios si en otros fue de 125 libras y se logró con un sistema de piscina que trajeron los asesores chinos a mediados de los años 90. “El bicho parecía un tiburón dormido”, contó alguna vez Andrés Lazo, el jefe de la brigada.
Por aquella época sucedió también el chinchorrazo más famoso de que se tenga noticias en todo Sancti Spíritus: “En 20 minutos levantamos 80 toneladas de pescado —relata Ismael—, empleamos como tres días para poder embarcarlo en 16 camiones cargados hasta la punta de las estacas”.
Sin embargo, de todas las estadísticas que aporta Martínez Lorenzo quizá ninguna llame tanto la atención como los resultados económicos de la brigada de los Carrazana, una de las más renombradas de todos los tiempos en esta provincia y en Cuba: “Cada pescador se ganó más de 14 000 pesos en 20 días y cuando aquello no existía ni la famosa Resolución 17 ni la 6”.
LOS PECES DEL FUTURO
La más elemental ecuación matemática dice que para comer pescado en Sancti Spíritus en el 2017 y el 2018 es preciso sembrar al por mayor desde ahora, una misión que tienen bien clara los acuicultores de la provincia.
A pesar de la situación de contingencia creada con el cierre temporal del suministro de agua desde la presa Zaza por la reparación de un tramo del Canal Magistral, en la estación de alevinaje de La Sierpe se las ingeniaron para lograr un 38 % de supervivencia en los alevines de claria. “Los han tratado como fetos valiosos”, exagera Marelys Montelongo, especialista de la entidad, quien considera el resultado como bueno.
Precisamente en las últimas horas comenzó la siembra de ciprínidos en los embalses La Redonda, de Fomento y Tuinucú, de Cabaiguán, con alevines producidos en la granja las Piñas, una de las variantes que han tenido que buscar los espirituanos para afrontar las limitaciones con el agua en su estación titular.
El programa de siembra para el 2015 asciende a 27 millones de alevines, de los cuales 19 millones irán a la presa Zaza. “Irán pero a su debido tiempo —se apresura en aclarar el director de producción—, todo depende de cómo se comporte el embalse porque si bajan muchos los niveles, les falta el oxígeno a los animales, pero si viene un aluvión tampoco sobreviven y en este momento si malo es no llegar, peor es pasarse”.
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