Thelvia Marín supo brillar en escenarios tan diversos como el periodismo, la literatura, la escultura, la pintura, la música, la diplomacia, la pedagogía y la psicología
Thelvia: Hija Ilustre de Sancti Spíritus por siempre en la cultura cubana
Los Sánchez Valdivia según Thelvia Marín
Una artista jamás se despide de sus estatuas. Por su condición de mortal se va y, a la vez, queda por el fruto de sus manos, aún embarradas del color del barro. Grandes figuras la retienen donde quiera que su devoción haya dejado un amasijo de metal devenido símbolo de la grandeza humana.
Sancti Spíritus es la ciudad natal de Thelvia Marín Mederos, quien además de intelectual, pintora, psicóloga, periodista y escritora, hoy —a pesar de su deceso físico, ocurrido el pasado domingo 26 de junio—, se queda en los predios de los vivos, fundamentalmente, por su obra escultórica, por ese afán de inmortalizar próceres.
Por eso mismo, su ciudad se resiste a la despedida. Se nos ocurre entonces pedirle prestado un verso al trovador y decirle: “Nadie se va a morir, menos ahora”; ahora que su Sancti Spíritus está en 26; ese 26 por el que usted también luchó en la clandestinidad, bajo el mando de su amigo, el espirituano Faustino Pérez Hernández.
Claro está que los espirituanos sentimos su muerte real, pero cierto es que al pasar frente a sus esculturas no podremos menos que recordarla con tanta vida como la de sus efigies. Evocar su fortaleza de carácter y su voluntad forjada en artesa similar a la del acero de sus obras se tornará inevitable. Esta mujer segura de su condición de mortal anticipó su epitafio, atrapado en una frase terrible: “No pedí nacer, tampoco pedí morir. Tanto la vida como la muerte están en deuda conmigo”.
Pero cuidado, porque una interpretación a priori de la frase pudiera alejarnos de su condición verdaderamente humana y no habría mayor equívoco. Para corroborar esta idea baste referir el episodio acaecido durante la lucha en la Sierra, cuando la falsa noticia de la muerte de Faustino tocó a muchas puertas de familiares y amigos. En aquel momento, la joven Thelvia expresó sus sentimientos mediante una pequeña escultura de mármol que semejaba una figura humana con la cabeza entre las manos, donde en líneas muy limpias y abstractas, en forma de dolor, manifestaba su desesperación ante la pérdida del amigo.
Pero como Faustino trascendió al triunfo de la Revolución, la escultora espirituana guardó su obra como un tesoro de su más sagrada intimidad. Llegó el tiempo en que la artista creció en franco apego a la historia: primero a la de su Patria chica; de ahí el orgullo y la devoción con que respondiera a cierto entrevistador: “Nací en la calle espirituana Llano. Allí viví hasta los seis años. Por las tardes, mi mamá me sentaba en un silloncito frente a la ventana, y por ahí pasaba todos los días el general Raimundo Sánchez Valdivia, hermano de Serafín Sánchez, también general de la guerra de independencia. Se ponía a contarme cosas de aquellos años. Yo era una niña, pero a mí me encantaba que aquel señor me hiciera esos cuentos”.
De ellos germinaron esos pasajes que ahora exhibe con más orgullo que nunca la Plaza de la Revolución de Sancti Spíritus, donde el bronce se alza en gigantesca esbeltez, porque Serafín tenía de columna hasta su estatura —como dijera José Martí— y así brotó de las manos de Thelvia la inmortal estatua del Mayor General espirituano. No menos sorprendente resulta la obra dedicada a Camilo Cienfuegos en Yaguajay, donde la artista logró atrapar al hombre del pueblo, al guerrillero intrépido con su sonrisa y su sombrero.
Aún hay otro territorio espirituano donde se complementa su iconografía escultórica: Cabaiguán. Primero con la estatua a su entrañable amigo: el Comandante del Ejército Rebelde Faustino Pérez Hernández. Con ella cumplió uno de sus grandes anhelos, tal y como se puede advertir de esta expresión suya: “No quería irme del planeta sin dedicarle ese homenaje”. Finalmente, el cierre de su obra en ese terruño quedó sellado, probablemente, con la obra de su vejez: el busto de Carlos Pérez Hernández, fundador del Movimiento 26 de Julio en ese territorio. Ambas obras salidas de las manos de Thelvia Marín Mederos, por su ubicación y expresividad, dan la idea de una interminable conversación.
De modo que el epitafio de Thelvia se cumple en parte: la vida saldó su deuda, pero la muerte jamás podrá hacerlo. Así que en algún lugar estará la artista buscando, según su propia expresión, los 20 minutos que se le perdieron para rescatarlos, mucho más ahora, que su ciudad está en 26.
El autor es presidente de la Cátedra Faustino Pérez Hernández.
Sin tratar de faltar el respeto a la escultora, pero Serafin Sanchez merece una verdadera estatua de guerrero, que refleje al heroe de 3 guerras. Y la de Camilo parece la de un Camilo con lumbago. Es mi opinion. Gracias.
Me gradue en el año 2014 en Licenciatura en Estudios Socioculturales, y mi tesis estubo relacionada con la escultura espírituana en especifico la realizada por el reconocido escultor Osvaldo Mursulí, quien fuese en sus inicios el primer director de la escuela de Artes Plásticas de esta ciudad, por tanto tube la oportunidad de estudiar
la obra de los escultores de la epoca de Thelvia, creo que junto a Osvaldo supieron resaltar la labor y el ejemplo de luchas de nuestros procéres, dejando para la posteridad mediante sus esculturas, los valores culturales y politicos de estos patriotas, ambos lograron que las nuevas generaciones conoscan el rostro de esos hombres que entregaron su vida a una causa de justicia social, la cual actualmente disfrutamos tanto los nuevos jovenes como los menos jovenes, creo que ambos escultores merecen el respeto, el estudio de su obra y que en este 26 los medios de comunicación hagan justicia a la labor de ambos por conservar el patrimonio tangible de la lucha de nuestro pueblo y en especifico de NOSOTROS LOS ESPIRITUANOS. Siento como todos los espirituanos que amamos la cultura la perdida física de Thelvia
Como le expresé a Eddy y comenté ayer en este espacio es un artículo de gran belleza expresiva que merecía publicarse. Comparto con quien le comentó que se trata de una crónica que refleja una parte esencial de esta maravillosa mujer que nos regaló la tierra espirituana. Que bueno que nuevamente Escambray le hace justicia a Thelvia publicando este texto que conozco el profundo sentimiento con que el autor lo escribió.
Hermoso y sentido texto. Raro que por la TV no se ha pasado ningún material expresamente dedicado a ella, que tanto hizo por la cultura cubana, en primer lugar. Las fotos nos recuerdan cuántos monumentos extraordinarios a nuestros próceres y héroes hizo esta mujer profunda y tremendamente humana. El monumento a ella ¿quién lo hará?