Trinidad, un paraje de ensueño que sin catedrales monumentales ni imponentes fortalezas militares ha conseguido deslumbrar a medio mundo
Si las mansiones de principios del siglo XIX del centro histórico de Trinidad hubieran cedido a los influjos del eclecticismo; si las casas más modestas hubiesen cambiado sus paredes de adobe y sus techos de tejas a dos aguas por ladrillos ordinarios y hormigón, probablemente la tercera villa plantada por los españoles en Cuba no estuviera asistiendo hoy a ese boom desproporcionado del turismo que amenaza con hacer colapsar la infraestructura diseñada para tiempos más sosegados.
Los trinitarios de pura cepa lo saben bien: la “zafra” de 365 días que viven ahora mismo es el resultado directo, directísimo, de la opulencia azucarera de finales del XVIII y principios del XIX que minó de ingenios el valle aledaño al pueblo y propició el florecimiento megalómano de las fortunas de los sacarócratas.
Luego, a finales de esa centuria y con el estancamiento productivo, la ciudad quedó casi convertida en una isla dentro de la isla. Sin más vías de comunicación que las marítimas hasta 1919, cuando se habilitó el servicio público por ferrocarril, y hasta la década de 1950, cuando se inauguraron las carreteras que la conectarían con Cienfuegos y Sancti Spíritus, Trinidad se mantenía aletargada en los tiempos de oro del azúcar.
Con la fisonomía prácticamente inalterada, la comarca ha ejercido siempre una fascinación mística que, al decir de la escritora folclorista Lydia Cabrera, se debe “a la persistencia del pasado, que allí vive intensa, humanamente, no en una sola barriada (…), sino en toda la ciudad, que no habla otro idioma que el de lo inactual, ni sabe moverse a ritmo que no sea el de antaño. En Trinidad, los muertos siempre tienen la palabra”.
Los muertos tenían la palabra, porque desde que comenzaron a concretarse los más ambiciosos proyectos de restauración patrimonial y, más recientemente, con la apertura a la iniciativa privada —lo que eufemísticamente se conoce como trabajo por cuenta propia—, los vivos vienen manejando los rumbos de una ciudad que está abierta al mundo como nunca antes. Demasiado abierta, dirían los más conservadores.
Los trinitarios saben la joya que habitan: 2 051 edificaciones en el centro histórico urbano, dividido en más de 50 manzanas, y 276 kilómetros cuadrados del llamado Valle de los Ingenios donde sobreviven 73 sitios arqueológicos y ruinas arquitectónicas; un patrimonio que, sin embargo, no temen mostrar sin pudor a visitantes cubanos y foráneos.
Será por eso que en el área de la Trinidad antigua cuesta encontrarse una vivienda de familia que no esté puesta en la órbita del turismo, ya sea como hostal, restaurante, galería de arte, spa, expo-venta de artesanías y un larguísimo etcétera en las más diversas gamas de precios y calidades.
Tanto es así, que las propias autoridades del Ministerio del Turismo (Mintur) han reconocido el creciente aporte del sector privado en la conformación de lo que ellos llaman el producto turístico de la ciudad.
Alrededor de 1 000 hostales privados y una extensa infraestructura hotelera estatal con más de 1 400 habitaciones en los lugares mejor posicionados de la urbe, la península de Ancón y las empinadas cumbres de Topes de Collantes están a punto de no dar abasto ante la inusitada avalancha de extranjeros que se multiplicó exponencialmente desde que el destino Cuba se puso de moda.
El propio Reiner Rendón, delegado del Mintur en Sancti Spíritus, aseguró hace poco a la prensa que los principales mercados emisores son los mismos en hostales y en instalaciones del Estado: Alemania, Francia, Canadá, España… El mundo entero queriendo asistir al retablo de una ciudad donde la gente vive al vertiginoso ritmo de la contemporaneidad y habita en estancias de hace dos y tres siglos.
Pero semejante espectáculo en tiempo real tiene su costo, sobre todo si se sabe que la actividad turística acapara sin cargos de conciencias el escenario económico y laboral de la ciudad, notablemente deprimido en otros sectores; que en solo cinco años se han duplicado las licencias para ejercer en el sector privado; que el despegue de tales negocios implica un aumento de la demanda de materias primas sin que para ello exista un mercado estable; que hoy Trinidad está recibiendo un tsunami no solo de turistas, sino también de población flotante. Cuba entera queriendo tocar a una piedra o a una aldaba colonial en el reparto.
Tal vez a esos atisbos de competencia descarnada, a esa voracidad que ya ha comenzado a contaminar el aire de las callejuelas, se refiere Víctor Echenagusía Peña, defensor a ultranza del patrimonio trinitario, cuando advierte, sin disimular la preocupación, que la ciudad no puede llegar a convertirse en un escenario de lucecitas solo para complacer las apetencias del turismo.
Ese es —y no otro— el riesgo que ahora mismo pende como espada de Damocles sobre el cuello de Trinidad, un paraje de ensueño que desde su discreto minimalismo, sin catedrales monumentales ni imponentes fortalezas militares ha conseguido deslumbrar a medio mundo.
Saludos GISELLE!!..LLevaba mucho tiempo sin visitarlos aqui en mi ESCAMBRAY NATAL..veo algunos cambios..pero muy pocos..por ejemplo..Me he leido varios de vuestros trabajos-articulos Ud como siempre..poniendo a la gente a pensar con sus cosas..jajaja..BRAVO….PERO Giselle-guajira de sagua ud sabe lo que no veo avan….POCOS. POQUITOS..POQUITISIMOS SEGUIDORES Y COMENTARISTAS…Eso me indica o que la calidad es pobre en el Escambray.cu o No han creado condiciones para debates y participaciones de vuestros lectores..Mirad a …cubadebate.cu ..del colectivo de RANDY.. ya no es aquella cubasindebate DE OTRORA…Ver al vecino..www. invasor.cu…cada dia son mas los que participant…o el http://www.giron/lajovencuba/anexa ala Universidad de MATANZAS. CAMILO CIENFUEGOS…cada dia le entran 200-300 comentarios….Me sentiria muy agradecido si Ud en la proxima reunion del colectivo le leyera esta mensaje que con mucho respeto y recuerdos les reenvio desde..Stalingrado /Rusia….chaoo Ing-ruso-cubano ..Constructor
Soy italiano.Desde 2001 todos los anos vengo a Trinidad,que adoro y donde tengo buenas amistades.En los 2 ultimos anos,2015 y 2016 he visto un grande aumento turistico,para mi demasiado.asi como las actividades por cuentas proprias con varios arreglamentos de las casas.Todo eso està cambiando la originalidad de la ciudad y su gente.
Yo vivo cerca de Venezia,ahora esta linda y original ciudad tiene varios problemas causa el demasiado turismo,como los precios de las viviendas y alimentos carisimos,basura,inquinamiento,ect…… La cosa grave es que todo eso lleva los verdaderos ciudadanos de Venezia (los venezianos) a irse y abandonar su linda Venezia.
No creo que Trinidad se va poner asi,pero cuidado…..
Un abrazo Trinitario.
Marci
Se debiera construir actualmente de forma que nuestro hijos y nietos y visitantes puedan disfrutar de bellezas arquitectonicas y no de construciones de betòn sin gusto.