Vía a la vida

Una de esas cartas donde no se exponen quejas expresas, sino inquietudes acerca de asuntos que conciernen a todos es la enviada a esta columna por Yuri Torres, residente en el módulo 26, Huerto Escolar, en el espirituano reparto de Kilo 12. El remitente reflexiona en torno a acciones irresponsables

Una de esas cartas donde no se exponen quejas expresas, sino inquietudes acerca de asuntos que conciernen a todos es la enviada a esta columna por Yuri Torres, residente en el módulo 26, Huerto Escolar, en el espirituano reparto de Kilo 12.
El remitente reflexiona en torno a acciones irresponsables que quedan impunes pese a que dañan o ponen en riesgo vidas humanas. Tal es el caso de los peatones —dice— que se detienen a conversar o circulan por las calles en lugar de transitar por las aceras, de los ciclistas y motoristas que van por estas últimas conduciendo, o de quienes llevan las riendas de ciclos y volantas y no respetan las señales del tránsito.
Según su razonamiento, tales conductas provocan a menudo incidentes de tránsito y hasta accidentes de los que resultan lesionados quienes no deben culpa por las infracciones.
“Soy de la idea de que a estos ciclistas se les debería poner a pasar un cursillo para que obtengan su licencia y le den vía a la vida. No pocas veces ellos y algunos cocheros o conductores de volantas sacan la mano con señal de izquierda, pero cogen derecha”, escribe.
Yuri se muestra partidario de imponer multas de altas cuantías, pues a su juicio “es lo único que puede acabar o ayudar a que desaparezcan los malos hábitos y las malas costumbres”. Su abordaje de la cuestión del irrespeto a los derechos de otros incluye a quienes rompen el pavimento para instalar tuberías de agua o de albañales y no restituyen el estado constructivo de las calles, a los que fuman en medios de transporte colectivo o locales cerrados, a los dueños de esas reses que deambulan por los viales y amenazan con su presencia la integridad de quienes viajan, a quienes agreden la decencia con palabras obscenas en pleno espacio público y a los muchos habitantes de esta provincia que vierten cualquier tipo de desecho sólido donde solo debería ir a parar basura. “Después que el dengue u otras enfermedades se propagan, como ha sucedido, es más difícil resolver el problema que si se tomaran medidas antes”, subraya.
Lo ideal sería que al leer este conjunto de alertas, todas válidas tanto para la ciudadanía como para quienes ocupan cargos en entidades responsabilizadas con el mantenimiento del orden en cada caso, el llamado a capítulo fuera consciente e individual. No obstante, las multas no son el remedio ideal, aunque ayudan a atenuar los efectos. Hay que ir a las causas y esas están diseminadas, en forma de omisiones, malos ejemplos, incumplimientos o desidia, por senos familiares, centros educacionales, colectivos laborales, cuadras, personas.
OTROS GESTOS DE GRATITUD
El lector Armando Prieto Gómez, residente en Martí No. 263, en el poblado de Guayos, nos hace llegar un emotivo texto: “Se ha hecho habitual la publicación de misivas de agradecimientos del pueblo a las distintas instituciones de Salud de la provincia, donde plantean su satisfacción por el trato recibido por parte del personal médico que soluciona sus problemas y, si no hay solución, lucha para aliviar el padecimiento (…).
“En días recientes fui atendido por la otorrino Lilianny, por más señas de Cabaiguán, en el Hospital Provincial Camilo Cienfuegos —relata—, pero antes fui testigo de su alta profesionalidad al atender una emergencia con sensibilidad, capacidad para diagnosticar y decisión al ordenar el tratamiento; mi consulta cumplió todas las expectativas, incluso asumió con delicadeza la limpieza de mis oídos (…).
“Actitudes como esta hay que reconocerlas por el más sano agradecimiento personal y familiar, pues se convierten en ejemplo”, concluye Armando.

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

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