El mayor milagro que pudiera recibir María de la Paz Alonso Sandoval por estos días sería ver una gota de agua salir de sus tuberías resecas.
Esta trinitaria, vecina de la calle Francisco Javier Zerquera, entre José Martí y Antonio Maceo, cuenta a Escambray que hace más de un mes el agua se ha ensañado con las viviendas de su acera. “Las que están enfrente, incluso a veces en algunas que están más debajo de la mía, sí llega el agua cuando toca por el ciclo. ¿Cómo es posible que unas casas tengan agua y otras no cuando llega el servicio?
Según la remitente, existe una desproporción de la distribución de acuerdo a las zonas. A veces tiene la sensación de que la parte alta de la ciudad recibe agua en días alternos en una suerte de privilegio.
“En todo este tiempo hemos comprado agua que traen en carretones y resulta que ahora ni siquiera estos particulares pueden hacerlo. ¿Cómo vamos a vivir sin agua?”.
En busca de respuestas para intentar revertir tan árido panorama, el semanario hizo escala en el despacho de Michel Sorroche Ruiz, director de la UEB Acueducto del municipio sureño.
“Es necesario aclarar que la compañera vive en el punto más alto de la zona media. Como no contamos con un buen respaldo en los tanques ni con sistemas para garantizar la presión requerida, a veces se acaba el agua en estos depósitos durante las horas del servicio, y se ven afectadas un número de cuadras, en especial las localizadas en los puntos más altos de cada área”.
Aunque existe un criterio generalizado en la población de válvulas en la población, el funcionario insistió en la revisión de cada una por parte de la Comisión de la Sequía.
“Para nadie constituye un secreto la situación sin precedentes ante nuestros ojos. Dicho contexto da pie a alternativas que, en muchos casos, son detractoras de Acueducto. Nuestras redes hidráulicas están diseñadas para acometidas de diámetros pequeños. Ante la problemática, los ciudadanos amplían la capacidad de entrada y/o almacenamiento.
“También está la presencia de un número elevado de electrobombas (las llamadas turbinas) instaladas en el momento del servicio, las cuales contribuyen a la pérdida de presión en las redes. La solución definitiva sería aumentar el tiempo de servicio, pero nuestras fuentes de abasto están prácticamente agotadas”.
Respecto a los cargaderos ilegales, Sorroche Ruiz indicó que la reciente medida de instalación de hidrómetros al sector estatal y residencial, así como en los propios reservorios de la villa podría ayudar a frenar el fenómeno de lucrar con el ese recurso vital que es el agua.
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