Amor, dedicación y exigencia han sido los candiles de Aida María Fernández Toledo como directora del círculo infantil Sueños de Martí durante más de 20 años
Llego hasta su casa, no el espacio donde el escaparate guarda la ropa y en las paredes cuelgan las fotos de los dos hijos y las nietas, sino el lugar decorado por palomas y cisnes de papel maché, títeres, murales con rostros infantiles, el patio interior con su estanque de jicoteas, las batas rosadas…
Al vernos se sorprende: “¡Con fotógrafo y todo!”. Vestida con los colores de una abeja, sus pasos recuerdan más la agilidad juvenil que las seis décadas de vida marcadas en el calendario.
Recorre los salones como quien reina; comprueba los procesos, corrige travesuras, acaricia. En este lugar ha germinado su amor inconmensurable hacia cientos de niños desde que reverdeció su vocación un día valiente de 1993.
Le pusieron el nombre de la enfermera que la salvó en aquel parto difícil el 20 de agosto de 1957, Aida María Fernández Toledo, pero el aprecio de los guayenses la renombró como Aidita, la directora del círculo.
¿Reconoce que es muy exigente como directora del círculo Infantil Sueños de Martí?
Es que me gusta que las cosas se hagan bien. Si tú sabes que este reloj va aquí (sostiene el objeto), ¿por qué lo cambias de lugar?, eso es insoportable ¿no? Les digo a las muchachitas: en mi casa hay telarañas pero aquí no puede haber. Nosotras somos suficientes para sacarlas y que el círculo esté lindo, acogedor, con toda la higiene que se requiere. Mis exigencias están en correspondencia con el Reglamento de Salud.
Yo soy previsora del peligro, aquí no puede haber gotas de agua en el piso porque provocan accidentes; la comida tiene que estar bien elaborada; le pregunto a la educadora si los niños se lavaron los dientes y lo compruebo, si el cepillo está seco entonces no se han aseado. A las educadoras jóvenes hay que enseñarlas, para evitar las mordidas el niño tiene que estar en actividad y bajo supervisión.
EL MAGISTERIO COMO HERENCIA
De la madre aprendió el amor por la enseñanza, quizás por acompañarla a impartir clases para adultos Aida se nutrió de la disposición para ejercer en disímiles circunstancias y hacerlo bien. Del padre recibió la resistencia del campesino, oficio ejercido antes del triunfo de la Revolución, y que devino artillero revolucionario después de 1959.
“Tuve una infancia muy feliz, mi mamá y mi abuela me cosían muchas muñecas de trapo, esas eran mis alumnas porque me encantaba jugar a las maestras, mi papá me hizo hasta una de madera”.
Después de cursar la secundaria en el Internado Especial de Banao comenzó a estudiar en la Escuela para Educadoras de Círculos Infantiles en Santa Clara; el camino parecía hacia el magisterio parecía recto…
«No sé por qué dejé esa escuela, creo que por inmadurez, allí cumplí los 15 años, también tenía deseos de trabajar. Por entonces Guayos era municipio y mi mamá enseguida me matriculó en un Curso de Maestros Emergentes, por la mañana hacía prácticas en la escuela Otto Parellada y por la tarde estudiaba.
Después impartí clases en la escuela Francisco Espinosa —hoy 21 de Diciembre—, allí tenía un aula de primer grado, y al mismo tiempo era guía base. Recibía la superación los sábados en Cabaiguán en el Instituto de Perfeccionamiento Educacional y nunca he dejado de superarme; hace casi 10 años obtuve el título de máster en Ciencias de la Educación”.
Entre 1980 y 1993 se desempeñó como subdirectora y directora de centros educativos distintos y metodóloga de Educación Laboral, ¿qué le aportó profesionalmente aquella etapa?
Aceptaba la tarea que fuera necesaria, pues era joven y no tenía hijos. Para aprender a evaluar las clases de los maestros fue fundamental la autopreparación, estudiaba y leía mucho, aún lo hago, para repasar los reglamentos. El colectivo de Otto Parellada era maravilloso, aquello caminaba solo porque trabajábamos bien.
Al asumir la dirección del círculo se enfrentaba a una enseñanza que desconocía y al período especial.
Tuvimos que estudiar mucho Onaisy Ferrer y yo, ella era la subdirectora que yo había solicitado. Esta enseñanza es diferente a la Primaria, en el círculo infantil formamos capacidades, habilidades y hábitos, hay personas que piensan que es solo cuidar los niños. El comienzo fue duro, nos aprendimos el reglamento de la institución y los programas de cada año de vida.
Cocinar con leña es algo que no he podido olvidar de aquellos años, salíamos a buscar palos por los alrededores, pero logramos que el círculo no cerrara y los niños se bañaban con agua tibia, la cocinera que teníamos venía de Tres Palmas todos los días, incluso hacía jabón con nata de leche para lavar los pañales.
UNA HISTORIA DE AMOR
Como quien toma un infante de la mano y lo educa hasta convertirlo en un ser humano especial, así Aida trajo hasta los estantes rodeados de muñecos los reconocimientos que distinguieron a Sueños de Martí como vanguardia municipal y provincial.
¿Cómo sobrellevó la crianza de los hijos y una responsabilidad laboral tan grande al mismo tiempo?
Nunca descuidé a mis hijos, ni me dieron guerra, ellos tampoco me han reprochado el tiempo que le he dedicado al círculo, al contrario. A veces no tengo tiempo ni para ver a mis nietas; en realidad hago muy poca vida social porque llego muy temprano y me voy después de las seis y media.
¿Qué hace para sembrar en el colectivo la dedicación sin límites que caracteriza su labor?
Lo más fructífero es tratar de que a las educadoras y auxiliares se les desborde la maternidad. Les digo: Hazte la idea de que ese que está ahí es tu nené, lo que no te gustaría que le hicieran al tuyo no se lo puedes hacer. Que no los dejen llorando en una esquina, que insistan en el almuerzo antes de quitarles la bandeja, y que les den amor; uno enseña con el ejemplo, por eso también los mimo, si un niño hace algo incorrecto lo regaño pero después le doy besitos.
Yo no soy directora de buró, el papeleo es para el tiempo extra, porque hay que priorizar las visitas de control y ayuda metodológica a salones.
Quizás por esos hilos mágicos de la vida, de tanto amar el magisterio Aida vive desde hace muchos años en un aula convertida en hogar. Apasionada y expresiva, parece incansable. Quien la escucha se deja convencer con sus respuestas: “Nunca me siento mal”. Sin embargo, un día del 2014 los tropiezos se alinearon y ella abrió la puerta para jubilarse.
“Después que me retiré me pidieron que atendiera el programa Educa a tu Hijo en Guayos y como me sentía útil acepté, ese trabajo es muy lindo porque a él se vinculan la familia y la comunidad”.
Como la protagonista de una historia de amor, regresó a dirigir Sueños de Martí en el 2016.
Me dolía que se perdiera lo que habíamos logrado, cuando los padres dejan a sus hijos aquí mi mayor felicidad es que se vayan confiados. Creo que cuando nací mi mamá dijo con una varita mágica: “Esta va a ser maestra”.
Nunca imagine que aquella chiquilla, gritona que no queria estar en el circulo, y demoro en adaptarse , fuera hoy esta preciosa periodista que con unas bellas expresiones , utilizando metaforas, escribiera como un cuento de hadas mi vida , realmente emocionada aun de sus bellisimas palabras, quiero darle una inmensa felicitacion por su trabajo. Ha sido reconocido ademas por personalidades de la Educacion ,madres , padres, amigos que se encuentran en diferentes partes del mundo, que me han llamado o escrito para que le haga llegar una congratulacion por el exito de su entrevista ,asi como la repercusion de la misma .Gracias pequeña Yanela, aun te veo corretear por los pasillos y areas de juego del circulo.