Con Amado del Pino perdió la cultura cubana a uno de los más importantes dramaturgos de las últimas décadas
¿Te enteraste? Amado del Pino murió, se fue el amigo, el buen socio, un tipo tremendo, un cubanazo, el gordo de Clandestinos, una criatura sin sombras, leal, gente de ley, qué pena, qué pronto, qué huérfanos nos deja.
Así, de Madrid a La Habana, se supo este domingo la noticia. La partida del ser humano, de una criatura que conquistó muchísimos afectos, en primer plano. Pero junto al golpetazo vino el recuento: con Amado del Pino perdió la cultura cubana a uno de los más importantes dramaturgos de las últimas décadas, a un crítico teatral de aguda percepción y a un periodista que cultivó una manera original de concebir la crónica.
Durante los últimos años compartió su vida profesional entre Murcia, Madrid y La Habana; con una multiplicada actividad docente, promocional, escénica y periodística, que ni siquiera pudo interrumpir la enfermedad maligna que le causó la muerte pocos días antes de cumplir 57 años de edad.
Amadito nació en Tamarindo, poblado del municipio avileño de Florencia. Su temprana vocación por la escritura y el teatro lo llevó a estudiar en el Instituto Superior de Arte la especialidad de Teatrología. Con el título en mano realizó el servicio social en el Conjunto Dramático de Camagüey y luego se instaló en La Habana donde ejerció como redactor y editor de la revista Tablas.
Por esos años, la medianía de los 80, se ganó la simpatía del público con su participación en la película Clandestinos, de Fernando Pérez. Su despliegue histriónico fue reconocido por la crítica y los espectadores.
Pero ya desde entonces se comenzó a perfilar su trayectoria como dramaturgo: la piezaTren hacia la dicha (1987)hizo que todas las miradas se concentraran en él. El crítico Osvaldo Cano dijo: “Es una obra plena de sutilezas y de honda enjundia poética, frases chispeantes o giros del habla popular que sorprenden y agradan al espectador, pero sobre todo resulta uno de esos cantos al amor y la esperanza que reconfortan y restañan las desgarraduras del alma”.
Otros importantes títulos suyos son El zapato sucio(Premio de dramaturgia Virgilio Piñera 2002); Penumbra en el noveno cuarto (Premio UNEAC 2003, existe una versión para el cine dirigida por Charlie Medina), Triángulo (2004), Cuatro menos (Premio Carlos Arniches, de Alicante, 2008).y Reino dividido (2011), donde pone a dialogar a Pablo de la Torriente Brau y Miguel Hernández.
La fundación que lleva el nombre del poeta miliciano premió el ensayo Caminando con Miguel Hernández (2007). También publicó críticas y reflexiones en el volumen Sueños de mago (2004) y el ensayo Teatralidad y cultura popular en Virgilio Piñera (2013).
El periodismo cultural estará siempre en deuda con Amadito. Desde los tiempos en que fue redactor de Juventud Rebelde hasta la columna de opinión que fundó en Granma, sin olvidar sus contribuciones a La Jiribilla, Revolución y Cultura y La Gaceta de Cuba de la Uneac, se ocupó de reflejar acontecimientos culturales y sociales con sagacidad, desenfado y agudeza, a partir de un estilo propio.
Ese fecundo legado nos acompañará para siempre.
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