La histórica Plaza argentina de los dos Congresos se convirtió en un campo de batalla, en tanto comienzan a repicar las cacerolas en varias partes de Buenos Aires
Han pasado ya ocho horas en una escalada que se tornó violenta cuando grupos de infiltrados comenzaron a lanzar piedras, palos y petardos contra las fuerzas de seguridad en medio de la manifestación que encabezaban grupos sociales contra la reforma previsional, de manera pacífica.
Mientras continúa un álgido debate dentro de la cámara de Diputados, donde se prevé que la iniciativa impulsada por el oficialismo se convierta en ley, parece que un tsunami o un huracán arrasó con las calles: montones de piedras, zapatos por doquier, gomas quemadas y cientos de policías desplegados.
A esta hora repican las cacerolas en localidades como Almagro, Flores, Palermo, Boedo, San Telmo y Villa Urquiza, se escuchan bocinas, en tanto desde twitter varios cibernautas reportan intentos de saqueos en Rosario, en la provincia de Santa Fe.
Argentina vive momentos duros, marcados por mucha violencia como no se veía desde 2001, según declararon algunos manifestantes, esos que sí fueron a protestar pacíficamente y se vieron envueltos en una gran nube de enfrentamientos donde hubo de todo.
En las esquinas y calles aledañas al Congreso hay aún grupos movilizados al igual que en la céntrica avenida 9 de julio. Reina el desconcierto mientras dentro del Palacio Legislativo, sigue el acalorado debate.
El saldo hasta ahora, según reportes de medios locales, es de 81 heridos, entre manifestantes y policías, y más de 60 detenidos. La noche se prevé larga dentro de la cámara Baja, y en las afueras, sigue la efervescencia social.
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