Los servicios estomatológicos de la provincia mantienen un ritmo ascendente en cantidad y calidad. La más antigua clínica del Yayabo se encarga de validarlo
Una llega sin el mínimo asomo de maquillaje, con el labio superior deforme y la agonía retratada en el rostro. Desde hace días el compresor no funciona, bien podrían decirte que no atienden, pero aun así vas a caer en las manos precisas y sales de allí con un tratamiento salvador.
Te preguntas cómo es que la auxiliar de limpieza o la recepcionista adivinan tu ansiedad: te explican, con paciencia inusual, adónde debes dirigirte y por qué precisas esperar unos minutos. Y luego, en el segundo piso, te admiras del buen trato de los especialistas, jóvenes o no, y de las charlas de los residentes que en la puerta de la consulta azuzan los sentidos de los pacientes. ¿El efecto del humo del cigarro dura tanto tiempo en el organismo?, escuchas preguntar por lo bajito al anciano de al lado. Y vuelves allí después lunes tras lunes, hasta quedar completamente bien y aprender dos lecciones: no te medicarás sin prescripción facultativa; desterrarás el fármaco que te causó la alergia.
Crees, entonces, que la de la de Luz y Caballero, como se le conoce a la Clínica Estomatológica Municipal de Sancti Spíritus, fundada el 3 de octubre de 1967, es la mejor de todas, exclusiva, única. Ponderas, porque llevas tiempo yendo allí, el sentido de pertenencia que se palpa en sus trabajadores, la presencia de personal asistencial a cada hora, el atractivo de los murales y lo didáctico de sus contenidos; el clima de familiaridad; la dulzura de la gente y el esmero en cada prestación.
Pero te dicen que no es única, que sobresale, sí, por todo ello, aunque un esmero similar se palpa en las demás instituciones de su tipo en el territorio, que suman seis decenas y media y totalizan 224 conjuntos dentales fijos certificados. Traducido al lenguaje popular, esto último quiere decir sillones estomatológicos.
LA ESTOMATOLOGÍA SE CRECE
Jenny Fernández Serrano, jefa de la sección de Estomatología en la Dirección Provincial de Salud, ofrece datos esperanzadores. De la calidad de estos servicios en suelo del Yayabo no habla solo un indicador, pero convengamos en que en Cuba las personas, cuando están inconformes con una prestación, suelen quejarse hasta en la más remota oficina de atención a la población que tengan a mano. Sobre las clínicas estomatológicas, al menos en lo que va de año, no hay quejas en los registros de la funcionaria y eso es ya una buena señal.
No todo debe ser miel sobre hojuelas, aunque debemos convenir también en que no siempre sucede lo que ahora: que no exista, por ejemplo, lista de espera para las prótesis dentales, algo que años atrás podía calificarse como un problema que laceraba la salud bucal de muchos. O que cada municipio cuente con el equipamiento para ofrecer terapia de láser. O que también en cada territorio de esos exista cobertura en el segundo nivel de atención en Ortodoncia, Periodoncia, Prótesis y Estomatología General Integral (EGI).
Como una novedad significativa la funcionaria menciona el arribo en el mes de enero del equipo de Rayos X denominado Ortopantomógrafo, ubicado en la Clínica Estomatológica Docente Provincial, qur permite la obtención digital de vistas radiográficas con imágenes de alta calidad. De ello se deriva, en consecuencia, una mayor calidad de los diagnósticos y los tratamientos.
EL PLACER DE HACER LO QUE NOS GUSTA
La doctora Rosa María Collazo, conocida por el apelativo de Ochi, desde 1980 respira el ambiente de la clínica de Luz y Caballero. Al igual que Isolina Gómez, jefa de especialidad y algo así como una madre para quienes la rodean, tiene segunda y hasta tercera generación de pacientes. Primero, los abuelos; después los hijos y ahora los nietos. Como mismo sucede con otros profesionales, entre ellos el doctor Andrés Guzmán, especialista en Ortodoncia y máster en Salud Bucal Comunitaria, quien se encargó de recoger la historia del centro, ambas son pilares sobre los cuales descansa la formación de nuevos estomatólogos.
Casi todos afirman lo mismo: pudieron irse a clínicas nuevas y más confortables, pero el calor humano, la solidaridad y esa especie de atracción que ejerce sobre ellos la primera clínica que ofreció servicio público gratuito en Sancti Spíritus en la etapa revolucionaria los retienen.
GRUPOS VULNERABLES COMO PRIORIDAD
Embarazadas, madres de hijos pequeños, ancianos y discapacitados son algunos de los sectores poblacionales que constituyen prioridad en este tipo de prestaciones. Si bien no en todos los lugares tales preferencias se materializan al pie de la letra, en algunos no se precisa ni convocar, porque la interrelación médico-paciente propicia, por poner un ejemplo, las visitas de las madres para los tratamientos de laca flúor justo cuando a sus niños les corresponde.
En tiempos en que se registra un alza del cáncer bucal en Cuba, crece la relevancia del tratamiento oportuno a patologías que pueden aparecer a modo de aviso o que, de no ser atendidas a tiempo, podrían desencadenar dicho mal.
De acuerdo con los datos ofrecidos por la sección de Estomatología de la Dirección Provincial de Salud, entre enero y agosto del año en curso se habían consumado más de 816 100 consultas, cifra muy superior a la de igual período de 2016. Las valoraciones son positivas, pero como vista hace fe, cada quien, desde su posición de paciente, pondera solo aquello que ha podido constatar con sus propios ojos o, en este caso, en su propia boca.
VIEJA CLÍNICA EN LA MIRILLA PÚBLICA
A solo metros del parque Serafín Sánchez, un centro asistencial que recibió importantes acciones de construcción en el pasado año se abre a las familias de su radio de acción. Su espacio no permite el incremento de sillones y necesita un aula para la docencia, aunque nada más urgente allí que terminar el taller de prótesis iniciado tiempo atrás, dada la alta demanda de las mismas en una población mayoritariamente envejecida.
Hasta otras latitudes adonde fueron sus hombres y mujeres en misiones de colaboración han llegado las buenas prácticas de ese centro, que ostenta la condición de Colectivo Moral. Una la ve estampada en un diploma que orgullosamente cuelgan a la entrada, pero la entiende solo cuando escucha a personas como Mirta Concepción —quien desde 1975 es allí asistente dental, aunque coopera en lo que haga falta— confesar que tratar bien a los pacientes es un hábito; cuando los ve rechazar, con dignidad acompañada de sonrisa, el intento de soborno de un sujeto equivocado, o cuando presencia la llegada de una doctora que sonríe feliz, porque al fin el compresor está arreglado.
Entonces una cree que la suya puede no ser, en efecto, la clínica exclusiva, pero se aferra a la idea, porque se encargan de validársela cada vez que observa el ambiente de trabajo; cada vez que una entra y, acomodada en el sillón, pone su boca para que hagan arte en su interior.
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