Este nueve de enero se cumplen 25 años de los acontecimientos ocurridos en la base náutica de Tarará, donde cayeran los hermanos Yuri Gómez Reinoso, Orosmán Dueñas Valero y Rafael Guevara Borges
Hace 25 años, Cuba fue víctima de uno de los crímenes más brutales, motivados por la permanente política estadounidense de promover la emigración ilegal desde la isla hacia ese país norteño.
El 9 de enero de 1992, un grupo de individuos maniataron y asesinaron a los jóvenes soldados que custodiaban las embarcaciones destinadas a la recreación de los niños de la base náutica del Campamento Pioneril de Tarará.
Los atacantes tenían como objetivo secuestrar uno de los navíos para abandonar el país y aprovechar los beneficios que les proveía la Ley de Ajuste Cubano, que desde 1966 facilita el ingreso ilegal de cubanos en Estados Unidos, independientemente de las vías y métodos que utilicen.
Ante la imposibilidad de secuestrar la embarcación, los asaltantes regresaron a la garita de seguridad para no dejar testigos y asesinaron al sargento de tercera Yuri Gómez, el soldado Orosmán Dueñas, y el agente del Cuerpo de Vigilancia y Protección Rafael Guevara.
En este hecho también resultó gravemente herido el sargento de primera Rolando Pérez, quien murió días después en un hospital del país.
Precisamente, su denuncia fue decisiva para que con la acción conjunta del Ministerio del Interior y la población, fuera posible capturar a los siete asaltantes y luego juzgarlos por los tribunales del país.
Pese a que resulta extensa la lista de las víctimas de estos actos contra Cuba, Estados Unidos persiste con su política hostil e incrementa el número de acciones en pos de desestabilizar el proceso revolucionario en la isla.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.