Agrupaciones musicales emblemáticas de Sancti Spíritus padecen el síndrome del estancamiento
El sonido varonil de la trompeta despabila el parque y los alrededores mientras el clarinete impone su marcialidad para dejar entrar luego esa dulzura inconfundible de la flauta. Apoteosis de acordes, arpegios que entran y salen mientras transcurre serena la retreta. Una tradición centenaria espirituana que sobrevive entre signos de interrogación.
Las bandas de música heredaron su denominación de las fajas o insignias militares pues sus orígenes se encuentran íntimamente ligados con este mundo. Ya en textos sumerios, egipcios, hebreos, chinos y de otras civilizaciones antiguas aparecen referencias a estas agrupaciones de instrumentos de viento y percusión que servían para acompañar el combate o durante el culto religioso.
Investigaciones y reportes de Internet consultados por Escambray aseguran que en Cuba las bandas llegaron con los regimientos del ejército español y la primera se fundó en Santiago de Cuba en el siglo XIX. Desde entonces acompañaron las ideas independentistas en el exilio y la manigua, escoltaron a los mambises con sus acordes y de vez en cuando también sirvieron como instrumento a los politiqueros de turno.
PIEZA CLAVE DE LA IDENTIDAD
La más añosa de las tres agrupaciones de esta naturaleza en la provincia, la banda de música de Sancti Spíritus, surgió en 1904 y desde entonces “ha contribuido a elevar el conocimiento y la cultura musical del pueblo (…) como notable exponente de la síntesis de diversos factores etnoculturales que formaron gradualmente un perfil en el cual se distinguieron los matices de la identidad”, apuntó la difunta investigadora Estela Marta Rabelo.
Con sus altas y bajas se ha mantenido hasta hoy cuando dispone de un variado repertorio que incluye desde himnos y marchas patrióticas hasta clásicos del jazz, auténticos acordes espirituanos y cubanos como boleros, mambos o danzones, entre otros géneros.
“Desde el punto de vista artístico y musical la banda goza de buena salud. Con el paso del tiempo ha ido evolucionando, se han incorporado egresados de las escuelas de arte y hemos crecido en plazas, tenemos aprobadas 72, pero en este momento solo logramos cubrir 35 por el éxodo de los músicos. También nos faltan instrumentos, en general algunas sonoridades se han mantenido escasas, como el flautín, el oboe, el fagot y la trompa”, pormenoriza Juan Ángel Hernández, su director hace alrededor de un quinquenio.
Desde sus tiempos primigenios la banda provincial ha constituido una academia formadora al igual que las existentes en Yaguajay y Trinidad. Todas constituyen unidades artísticas subvencionadas por el Estado y pertenecen a la Empresa de la Música.
“Nuestra banda históricamente se ha presentado en actividades políticas, ceremonias militares y patrióticas; además de las retretas en la glorieta del parque Serafín Sánchez los jueves y domingos. Pero este se transformó: perdimos la sombra, el alumbrado no es suficiente, ni contamos con la cúpula acústica que no solo cubría a los músicos y sus instrumentos del sol o la lluvia, sino que también contribuía a mejorar la sonoridad. Desde hace un tiempo actuamos en los portales de la Casa de Cultura, aunque en los últimos meses ni siquiera podemos tocar ahí”, se lamenta Juan Ángel Hernández.
¿Cuáles obstáculos limitan el desempeño de la banda espirituana hoy?, inquiere Vitrales.
“Los atriles se encuentran en mal estado y los instrumentos están deteriorados, muchos músicos tienen que utilizar los suyos. Antes ensayábamos en los altos de la Casa de Cultura, pero por peligro de derrumbe tuvimos que salir de allí. Pedimos un local aledaño para montar también todos nuestros reconocimientos, nos dijeron que era para pintura o danza. Se pararon los ensayos y las retretas. Nuestra empresa nos envió a ensayar a la Casa de la Música, que queda distante del parque, se hace difícil trasladar los instrumentos y no hemos podido presentarnos más allí hace como cuatro meses”.
Interrogada al respecto, la Empresa de la Música aseguró a este suplemento que la banda aprovecha este impasse para prepararse a tiempo completo y cuando se termine la reparación de la Casa de Cultura recibirán el anhelado local como sede permanente, donde además podrán montar la historia de esa agrupación.
VÍA CRUCIS DE COSTA A COSTA
En Yaguajay la banda de música aparece reconocida como la más antigua institución cultural del territorio, inaugurada en noviembre de 1925, gracias al impulso del entonces alcalde Gaspar Antigas. También debió sortear no pocos escollos para sobrevivir hasta hoy, cuando desperdiga sus valiosos acordes en las retretas de cada semana con apenas 22 instrumentistas.
“Tenemos escasez de músicos, cuando los preparamos se van para el Turismo. Nuestro repertorio incluye música cubana, española, mexicana, de todo tipo. Antes teníamos más público, pero todavía le gusta a la gente, vienen de todas las edades. Sin Academia aquí un día se va a acabar la banda en el pueblo”, considera Armando Martín, su director desde finales de la década del 70.
¿Entonces la banda se encuentra irremediablemente condenada a desaparecer?
“Espero que no, algo tiene que pasar para no dejar caer lo que se ha logrado”.
Mientras, en la costa sur esta agrupación nació en el lejano 1908 gracias a los hermanos Dávila, quienes —según cuentan— sacrificaban sus propios gastos para fundar este sueño. Actualmente, esta banda mantiene un amplísimo repertorio, que incluye desde números de la trova de Silvio y Pablo hasta piezas de Lico Jiménez, Catalina Berroa y Julio Cuevas.
Allá también se quejan de las limitaciones con los instrumentos y el local, pues, a pesar de que les entregaron uno, no dispone de techo y ensayan en un área prestada de la biblioteca. Aunque cuenta con un elenco mucho más completo y joven, se lamenta de trabas que constituyen piedras inútiles en el camino: “Formamos músicos en la propia banda; pero, por ejemplo, mandé la propuesta de tres desde hace rato para que me los aprueben y no me dan respuesta en La Habana. Si la empresa no hace fuerza para que los contraten vamos a perderlos”, considera José Sánchez, su director desde hace casi 30 años, ya a punto de la jubilación.
La Empresa Provincial de la Música admite el largo vía crucis para la entrada de nuevos músicos a estas agrupaciones, pues, aunque existe un programa de desarrollo con los egresados de las academias de música, estos no resultan suficientes; después del servicio social buscan otros horizontes y en la provincia nunca se concretó, como en otros territorios, una escuela de bandas.
“Desde hace unos años, en coordinación con el Instituto de la Música, se desarrolla un trabajo con los educandos, son muchachos que tienen condiciones y los mismos músicos les sirven de profesores dentro de las propias bandas hasta que estén preparados, se les hace una audición por el Consejo Técnico que existe allí, después con el Consejo Técnico nuestro y se envía al Instituto. La demora depende del Instituto Cubano de la Música, puede dilatarse de seis meses hasta un año”, asegura Ángel Luis Chongo, subdirector técnico de la Empresa de la Música.
Históricamente, los músicos se formaban desde niños dentro de estas agrupaciones, como parte de una hermosa tradición. Entonces la propia banda decidía quién tocaba. “Ahora es un absurdo, hay que mandar una solicitud, una planilla a La Habana para que lo aprueben sin haberlos visto tocar. Es cierto que el Instituto no puede abrir el banderín porque en Cuba sobran artistas y así intentan no seguir engrosando la lista de mediocres, pero queremos que le den esa facultad a la provincia, la Empresa de la Música tiene un Consejo Técnico con primerísimo nivel, si nos dieran la facultad eso se agilizaría”, considera Carlos Sotolongo, director de esta entidad.
Muchas veces en las retretas solo se encuentra un puñado de personas de la tercera edad, ¿las bandas cuentan con un público o forman parte de una tradición que muere?
“En los encuentros anuales de bandas el parque se llena, van jóvenes y personas de todas las edades. Todo tiene su público y las bandas tienen el suyo, que en un por ciento mayoritario son personas de edad. La banda está en un espacio público, no se cobra la entrada, es una opción para que el que quiera se acerque a ella. Creo que eso tiene que ver también con el repertorio, en la medida en que las bandas, sin prostituirse, hagan un poco más contemporáneos los repertorios van a tener más aceptación de los jóvenes”, considera Carlos.
Entonces, ¿las bandas en el territorio hoy se encuentran en un momento de extinción, esplendor o estancamiento?
“En estancamiento; no creo que en extinción porque están vivas, tocan. El acto por el 26 de Julio fue una muestra, tocaron en vivo, los felicitaron. Las bandas tienen los mejores músicos que hay en esta provincia, religiosamente ensayan y trabajan. Tienen vestuario nuevo, pero a lo mejor no cuentan con otras condiciones materiales, les faltan atriles, instrumentos y algunos de sus accesorios; les falta sangre joven, pero nuestras bandas mantienen un buen repertorio y su propia personalidad. Van a seguir estancadas en la medida en que no podamos agilizar los trámites y nutrirlas de sangre joven que garantice el relevo”.
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