Después de casi una década en desuso, el palacio de pioneros Orlando Díaz Oliva, de Taguasco, recibe una reparación capital
Ya no reina el abandono en la esquina de la calle Sindulfo García. Allí, en la edificación número 12, muy cercana a la Calle Real —como también le llaman los taguasquenses a la Camilo Cienfuegos—, un muchacho sale al portal y vuelve a entrar con cubos en ambas manos; al seguirle los pasos se encuentra el resto de la brigada: cinco hombres que hablan poco; dejan que se escuche más alto el murmullo al batir la mezcla y el susto que provoca el salpicado sobre las paredes casi centenarias.
Fue en la década de 1920 cuando los chinos vieron las puertas abiertas al esplendor de su negocio al construirse la estación del ferrocarril muy próxima a su hotel, que se convirtió en uno de los lugares más populares del Taguasco neocolonial, según refiere la museóloga Mirta Fariñas Pérez.
Precisamente hasta la hostelería de propietarios asiáticos llegaban los niños más pobres cargando las maletas de los viajeros a cambio de unos centavos; más de seis décadas después en el mismo sitio surgiría el Palacio de Pioneros Orlando Díaz Oliva.
Hace casi dos años las páginas de Escambray reflejaron el olvido en el que se encontraba esta institución, hoy aquel panorama comienza a mostrar otro semblante.
La máquina del tiempo
“Era una fiesta salir del aula para venir aquí, siempre nos daban dulces”, recuerda Milagros Pérez Cala, directora de Educación en el municipio, mientras explica los pormenores de la reconstrucción del local que desde hace casi una década no escucha entre sus muros la algarabía de los muchachos.
El rescate desde las ruinas incluye más de lo que los ojos alcanzan a ver, incluso los recursos para amoblar que, según los funcionarios citados, ya se encuentran en almacén: pizarras, refrigerador, mesas, sillas y hasta un juego de living.
“La carpintería nueva es de aluminio; no obstante, en Fomento están fabricando las seis puertas de madera para reemplazar las de fachada y así conservar el estilo arquitectónico del lugar. Por lo demás, tenemos que resanar el repello de las paredes, enchapar la meseta del pantry, cambiar algunos pisos, construir la cisterna, hacer dos baños y poner todo el techo, entre otras acciones que forman parte de rehabilitación integral”, especifica Pérez Cala.
Cuando concluya la actual reconstrucción del palacio quedarán disponibles 11 aulas para la formación vocacional y la orientación profesional de alrededor de 1 200 estudiantes de la cabecera pertenecientes a dos escuelas: una primaria y otra secundaria. También radicará en este local el Centro de Diagnóstico y Orientación del municipio.
“Hemos tenido atraso con el cemento y con el polvo de piedra, pero no nos hemos detenido porque se adelantan otras cosas. Para nosotros lo más importante es la calidad del proceso, por eso no hemos establecido fecha para la terminación, aunque sí pensamos que sea antes de que finalice este año”, afirmó Hernán Rodríguez Brito, inversionista del sector educacional en el municipio.
Dinero en mano: el uno por ciento
Para esta ejecución existe un financiamiento cercano a los 90 000 pesos, obtenido entre el año pasado y el presente, a partir del aporte de las entidades al presupuesto estatal por concepto del pago de la contribución territorial para el desarrollo local.
Hacia Educación, Salud Pública, Servicios Comunales, Cultura y Comercio se han destinado, fundamentalmente, las sumas recaudadas desde que se extendió en el 2015 el cobro del impuesto en toda la provincia.
Alexis Reina Migueles, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Taguasco, explicó a Escambray que en el 2016 el Consejo de la Administración utilizó alrededor 760 700 pesos, y en lo concerniente al Ministerio de Educación las acciones constructivas estuvieron distribuidas en la Escuela Secundaria Básica (ESBU) José Antonio Echeverría, de Zaza del Medio; la escuela primaria Melanio Hernández, de Tuinucú, y el propio palacio taguasquense.
Para el presente año ya está aprobado utilizar 309 800 pesos distribuidos entre el inmueble pioneril y la conclusión de la citada ESBU, así como unos 100 000 pesos para la terminación de la Casa de Cultura municipal.
Nostalgia y futuro
Los años de labor en el centro Orlando Díaz Oliva permanecen con nitidez en la memoria de María Elena Roque Ortiz, quien como consecuencia de la clausura del inmueble trabaja actualmente en el Museo Municipal de Taguasco.
Ella recuerda que el programa del centro abarcaba 12 especialidades que respondían a los renglones productivos y necesidades laborales del municipio.
“Teníamos, por ejemplo, los compuestos para la producción en el laboratorio de cemento gris y blanco; una minindustria para obtener ron como parte de las enseñanzas de la tecnología azucarera, así como los instrumentos para inyectar y capar animales en lo referido a la veterinaria, por solo mencionar algunos”.
Según Pérez Cala, el funcionamiento del palacio posterior a su reapertura comprenderá una labor orientada a los perfiles técnicos y profesionales que le urgen al territorio taguasquense, con mayor énfasis en las carreras pedagógicas.
Por lo pronto, esperamos que la calidad también encuentre morada en el palacio y que el próximo año lleguen hasta allí los uniformes rojos y amarillos para volver a colorear sus interiores; aulas convertidas en espacio para el conocimiento donde los estudiantes podrán complementar actitud y destreza.
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