Las afectaciones provocadas por Irma a la infraestructura educacional en Yaguajay trajeron consigo historias de apoyo de los pobladores para el reinicio de las clases
Olainys Durán Martínez recuerda que esa mañana, la del 10 de septiembre de 2017, abrió la persiana de su casa en Llanadas Arriba y solo vio que le faltaban dos o tres planchas al techo de la escuela. Más tarde pudo constatar que era una ilusión suya producto de la neblina, pues Irma no dejó ni las que le quedaban al costado izquierdo cuando los vientos eran más leves.
—Y ahora, mamá, ¿cuándo voy a la escuela?, le pregunta su hijo Frederich.
—No te preocupes, que aunque sea debajo de un árbol se dan las clases, respondió ella.
No hizo falta. Al primer timbre Alexander Molina Victoria cogió el teléfono. La interlocutora y prima le preguntaba si su casa pudiera ser el espacio que acogiera a los nueve estudiantes de la primaria Camilo Cienfuegos Gorriarán.
“Por supuesto, de eso no hay dudas, solo necesito que los materiales (de construcción) que tengo allí los pongan en un local y que todo sea bien cuidado”, dijo él.
Hoy lo cuenta a Escambray su tía Milagros Molina Rodríguez, quien es testigo de la decisión de su familiar que ya no reside permanentemente en este sitio del Plan Turquino, sino en Meneses.
VOLUNTAD VS. IRMA
Con la misma fuerza del ciclón, en la dañada institución educativa se vivió una vorágine de recuperación hasta donde se pudo. Las planchas del techo se recogieron hechas añicos. Como no quedó títere con cabeza en el jardín martiano, los trabajadores de la empresa forestal de la comunidad llegaron con motosierras para desvalijar los gajos arrancados de los árboles y para cercenar la majagua que había sido reina de aquella arboleda.
Asimismo, en la “escuela prestada” maestras y padres limpiaron las dos primeras habitaciones porque la vivienda se encontraba cerrada hacía algún tiempo. Desde el hogar de Nereida Castillo Castillo trajeron los televisores y los materiales escolares guardados, en otros espacios también se habían abrigado la computadora y los libros de texto.
El empeño tuvo sus frutos y a partir del lunes 18 de septiembre los niños visten sus uniformes con la misma naturalidad de siempre, pero esta vez caminan hacia la morada al lado del plantel, aunque en los predios del colegio se mantiene izada la bandera y se realizan los matutinos.
Borrador y tizas en manos, Luvia Ibarra Alfonso escribe en la pizarra colocada provisionalmente encima de una mesa. Nunca antes en sus 12 años de labor había cambiado de lugar para dar las clases.
En el “aula” de preescolar Coralia Benavides Almeida anima a sus pupilas a dibujar los animales de la granja. Ella se levanta de madrugada para subirse al transporte que viene de Meneses, donde reside, y estar antes de las ocho de la mañana. “Si no coges eso, llegas tarde”.
FUERZAS DE APOYO
Más alantico en la carretera y cerca de Jobo Rosado y un etcétera de lugares, la escuela primaria Rafael Trejo en Llanadas Abajo parece ni haber sido “tocada” por Irma. El panorama cambia con una revisión, la cubierta de su ala derecha luce remendada.
Yorkis Rodríguez Castro, sin miedo, trepó al techo y acomodó como pudo las planchas de fibrocemento que el huracán arrastró a varios metros. “Las que estaban rotas las organizamos un poco, había un hueco, por lo menos ahora les da sombra”, dice el también trabajador de la CCS Alberto Pis Delgado.
Aunque la solución es temporal porque la cubierta no tiene las mejores condiciones, la matrícula multígrado de primer ciclo no podía seguir en el local de la educación preescolar. Albis Pupo Cuba, la profesora santiaguera asentada hace cuatro años en este territorio de raíces maternas, reconoce que los padres también estuvieron dispuestos a brindar las casas porque las clases son intocables.
A solo unos metros se localiza la vivienda de Marisol Castillo Leiva, en donde hallaron seguro resguardo los equipos y materiales del centro docente. “Figúrate, la maestra se aparece con libros, con papeles que no se podían mojar, televisores, computadora, no sé cuántas cosas. Si María venía iba a decir —y lo hace entre risas—: yo guardo las cosas siete días nada más”.
APUNTES FINALES
En El Río, la comunidad que se acerca a los predios de la hermana provincia avileña, Irma afectó fuertemente a la primaria Boris Luis Santa Coloma, pero no melló la inventiva de sus maestros y de los pobladores.
Mayra Suero Pérez, jefa del Departamento de la Enseñanza Primaria en Yaguajay, reconoce que por estos días los 53 escolares se dirigen a casas de profesores y vecinos donde existen las condiciones requeridas para realizar el proceso docente.
Aunque más de una veintena de escuelas en toda la provincia trabajan con alternativas, fundamentalmente en locales con mejores condiciones dentro de los centros, solo tres lo hacen en instituciones de la comunidad e igual número en casas de familia, según confirma Morbelys Cuéllar Gutiérrez, subdirectora provincial que atiende los niveles educativos.
Como punto final en estas lecciones de solidaridad, Frederich, el hijo de Olainys Durán Martínez, es uno de los que hoy reciben sus clases sin contratiempos.
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