A partir del sismo ocurrido el 17 de enero, se ha mantenido por encima de sus niveles normales la actividad sísmica, con más de 250 eventos en las últimas 30 horas
La actividad sísmica en la zona donde se produjo el terremoto de magnitud 5.8, el 17 de enero último, se ha mantenido por encima de sus niveles normales, por lo que continuamos atentos, manifestó O’Leary González, especialista del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS), ubicado en la ciudad de Santiago de Cuba.
Desde entonces se han incrementado los eventos sísmicos en el tiempo, sobrepasando la cifra de 250 en las primeras 30 horas, tres de ellos reportados como perceptibles por la población, agregó.
Eso responde a un proceso de activación del área, localizada en los límites de las placas de Norteamérica y El Caribe, explicó González a la Agencia Cubana de Noticias(ACN).
Señaló que se mantiene con ligero incremento las condiciones de peligro a que se está expuesto antes de ese terremoto, y es muy poco tiempo aún para saber si ese fue el evento más importante que tendrá muchas réplicas en un largo período, o es el premonitor de uno de mayor magnitud.
Con la serie que comenzó el 17 de enero el año pasado, fue necesario que pasaran varias semanas para determinar que se trataba de una actividad sísmica principal, y que los eventos posteriores eran réplicas de aquel.
González aseguró que continúan monitoreando permanentemente la actividad sísmica y haciendo una valoración rigurosa de la tendencia de los movimientos registrados, su generación y comportamiento energético.
Dos equipos de ingenieros geólogos, civiles y geofísicos del CENAIS recorrieron el propio día 17 varias áreas donde fueron reportados daños menores en los municipios de Bartolomé Masó, en Granma, y Guamá, en Santiago de Cuba, para evaluar el impacto en las estructuras del evento de magnitud 5.8, dijo.
Preliminarmente, explicó, pudo conocerse que se constataron algunas afectaciones, sobre todo, en construcciones muy vulnerables por el uso de tipologías constructivas no recomendables, y encontrarse en estado de deterioro y sin el mantenimiento adecuado.
Los residentes en Cuba no se estremecían con un terremoto de magnitud superior a 5.8 en la escala de Richter desde hace 25 años, cuando el 25 de mayo de 1992, a las dos y 55 de la tarde, se localizó uno cercano a Cabo Cruz, en la provincia de Granma, siendo a su vez el de mayor magnitud del siglo XX cubano.
Por los daños causados, la intensidad fue calculada en VII grados en la escala MSK, de procedencia europea de XII grados.
Ese sismo de 1992 solo fue superado por su magnitud por los localizados con epicentros cercanos a la urbe santiaguera, en agosto de 1852, de magnitud 7.3, y en junio de 1766, de 7.6 en la escala de Richter, a los que se les calculó una intensidad de IX por haber sido muy destructivos.
El 19 de febrero de 1976, al sur de Pilón, en Granma, más próximo a la zona del epicentro reportado el día 17 último, se había registrado un evento de magnitud 5.7 que produjo daños, evaluado con una intensidad de VIII grados en la escala MSK.
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