La exposición revive la histórica expedición científica realizada en canoas entre los años 1987-1988
Las 24 gigantografías que rememoran importantes pasajes de la travesía parecen borrar el tiempo, y es como si la expedición científica hubiese partido otra vez de Misahuallí, Ecuador, para cubrir en canoas la ruta del Amazonas al Caribe, aquel osado intento que pretendía reconstruir los antiguos desplazamientos y migraciones que propiciaron el poblamiento prehispánico desde la Amazonía hasta las Antillas.
La exposición En canoa del Amazonas al Caribe, 30 años después, auspiciada por la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, hace en Sancti Spíritus su tercera parada luego de exhibirse en la Casa-Museo Oswaldo Guayasamín, en Ecuador, y en el Castillo de la Real Fuerza, en La Habana; la misma estará abierta al público hasta el próximo 31 de julio en la sede de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos, sita en la calle Céspedes No. 8, en esta ciudad.
La muestra fotográfica expone momentos de la expedición que contó con 432 participantes y recorrió 20 países a lo largo de 17 422 kilómetros desde su salida el 2 de marzo de 1987, del río Napo, afluente ecuatoriano del Amazonas, hasta el arribo a La Habana, el 28 de junio de 1988, tras navegar también por el Orinoco, en Venezuela, y por todo el arco de las Antillas Menores y Mayores.
Considerada una hazaña científica, organizada y dirigida por el doctor Antonio Núñez Jiménez, la travesía se propuso demostrar que los aborígenes encontrados por Cristóbal Colón cuando el desembarco por Wuananino y después en Cuba, Haití y República Dominicana habían llegado a estas islas procedentes de la América del Sur, navegando probablemente en canoas similares a las utilizadas para la expedición y que fueron confeccionadas con técnicas primitivas por indios quechuas de la localidad de Misahuallí.
Alejandro Romero Emperador, delegado de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre en Sancti Spíritus e integrante de aquel equipo multinacional de científicos, investigadores y técnicos, señaló a Escambray que la exposición rememora con imágenes las vivencias del viaje, muestra la naturaleza, las costumbres y los rasgos de la población nativa de cada lugar.
“También es un homenaje a Núñez Jiménez, que desde esa fecha estaba hablando de la unión bolivariana de las Américas con la canoa denominada Simón Bolívar. Ese recorrido me enseñó cómo vivían los aborígenes y, sobre todo, de los orígenes de nuestra cultura para corroborar que las tribus arahuacas fueron las que formaron la naciente nacionalidad cubana”, manifestó.
De las cinco canoas que cubrieron la trayectoria, solo dos recibieron nombres —Simón Bolívar y Hatuey— y continuaron viaje por el Caribe; las tres restantes interrumpieron el recorrido por diversas causas en el Delta Amacuro, en Venezuela.
La Simón Bolívar naufragó frente a las costas de Haití y el 28 de junio de 1988 la canoa Hatuey, escoltada por los barcos San Carlos y El Fénix, réplicas de galeones españoles, hace su entrada en la bahía de La Habana.
Gilberto García, asistente de programas de la Fundación en Sancti Spíritus, detalló que de los rústicos medios de navegación quedaron cuatro.
“Una está en Brasil y otra en República Dominicana, donadas en recompensa a la ayuda ofrecida por los gobiernos y los científicos de esos países; la Hatuey se quedó en La Habana y la otra, tras permanecer varios años en la capital, fue entregada a Sancti Spíritus en 1996 por el propio Núñez Jiménez para que fuera expuesta de forma permanente en el Museo de la Naturaleza y el Hombre, como reconocimiento a la participación de dos espirituanos en ese histórico viaje”, comentó.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.