Ernesto Vargas Pérez, asiduo lector de Escambray que acumula ya ocho décadas de vida, hizo llegar a través de nuestro buzón electrónico una carta de agradecimiento a uno de los servicios más definitorios del Hospital General Universitario Camilo Cienfuegos.
Desde su domicilio en la calle Tello Sánchez No. 162 (altos), en la cabecera provincial, reseña: “En múltiples ocasiones se han publicado aspectos positivos de esa institución, que para mi criterio personal es orgullo de nuestra provincia. Quiero hacer énfasis en una sala o departamento, el de Quimioterapia, casi anónimo, al que acuden a diario decenas de pacientes de toda la provincia aquejados de cáncer.
“Yo soy uno de esos pacientes y hay que ver con qué amor, con qué dedicación el reducido equipo de enfermeras y el enfermero que allí laboran nos atienden; ellos nos conocen a todos por el nombre, las características. (…) Llevo como paciente casi dos años y jamás he podido escuchar u observar una palabra o gesto de maltrato”, escribe.
A continuación el lector tiene palabras de reconocimiento al trabajo de Bertha, la jefa de sala; La China, Janny y Humberto, enfermeros que a su juicio llevan una coletilla: especialistas.
Otra misiva recibida en nuestra sección da cuenta de la gratitud del crítico de arte y periodista Luis Rey Yero, quien poco después de ser sometido a una intervención quirúrgica para extraer su vesícula enferma escribió sobre el equipo que le prodigó atenciones.
“Quiero significar el comportamiento altamente ético y humano que mantuvieron todo el tiempo tanto los doctores que me intervinieron como el personal de Enfermería, la recepcionista y los camilleros del salón de operaciones ambulatorias. También, el de los encargados de garantizar la higiene y el orden en la sala 2 E, de Neurocirugía”, apunta.
Yero quiere hacer público su sentimiento de gratitud hacia aquellos que se mostraron dispuestos a donar su sangre para la operación de manera inmediata, en aras de lo cual menciona al escritor Marco Antonio Calderón, el artista de la plástica Rafael González y su vecino Juan Bravo.
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