Hay que soñar casi con lo imposible para poder conquistar lo posible, insistió Lula con voz ronca, producto de un ataque gripal, y vistiendo una camisa que le obsequiara un joven guineano que cursa estudios en Brasil.
Al respecto, aseguró que no es con dinero, sino con solidaridad y humanismo, que puede saldarse una deuda de 300 años de esclavitud.
El ex mandatario pasó revista a los logros que en 12 años de gobierno conquistó el Partido de los Trabajadores, y que ahora -dijo- están en riesgo con las políticas del gobierno golpista de Michel Temer.
Están destruyendo Brasil y acabando con todo, advirtió y recordó que ellos tiraron a la presidenta constitucional Dilma Rousseff ‘de la manera más vergonzosa posible’ y ahora están tramando qué van a hacer para impedir su candidatura en los comicios presidenciales de 2018.
Todavía faltan 14 meses; no sé siquiera si para entonces estaré vivo, ni si podré ser candidato, pero ellos tienen que saber que si llego a serlo ustedes van a ganar las elecciones, aseveró.
Lula rememoró los tiempos que sucedieron a su proclamación, por primera vez, como Presidente de la República y reveló que, ante la duda de si podría o no cumplir con su cometido, decidió que ‘gobernar con el pueblo y no mentirle jamás’ sería el único modo de poder materializar sus promesas de campaña.
Finalmente, agradeció a la multitud que lo vitoreaba y se despidió asegurándoles que ‘ustedes son la razón de mi existencia’.
La Caravana de la Esperanza, que conduce el ex presidente Lula, visitará hasta el próximo 6 de septiembre más de 25 ciudades de nueve estados del Nordeste brasileño en los cuales se concentra aproximadamente un cuarto de la población del país.
Hasta el momento, ya se produjeron encuentros con la ciudadanía en Bahía, Sergipe, Alagoas, Pernambuco, Paraíba y Río Grande del Norte. De Ceará la caravana viajará a Piauí y luego a Maranhao, donde culminará.
El proyecto, oficialmente denominado Lula Por Brasil e ideado por el PT, pretende escrutar la realidad del país en el contexto de las grandes transformaciones legadas por los gobiernos de Lula y Dilma, y constatar el desmantelamiento de los programas y políticas públicas de desarrollo e inclusión social acometido por el golpista Temer.
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