Vivencias de los pobladores del norteño municipio residentes en el reparto Revolución muestran la fuerza del huracán Irma. Ellos, hicieron realidad en sus barrios las orientaciones para eventos climatológicos
Yaguajay no está solo (+fotos)
Estudiantes y profesores universitarios apoyan labores de recuperación en Yaguajay
En el reparto Revolución, creado en 1996 para damnificados del ciclón Lili, la gente anda rápido y pregunta a sus vecinos: “¿Cómo lo pasaste? ¿Tuviste daños? ¿Y los niños? ”. Los carretones llevan y traen equipos electrodomésticos que fueron llevados a mejor resguardo. En la casa de la primera esquina, Taidy Rodríguez Sánchez, quien se aplatanó en Yaguajay hace 26 años, tiende la ropa que acaba de lavar.
Los días anteriores no fueron nada fáciles. Ella todavía recuerda el embate de los vientos como memorias que van y vienen sin cesar, que le dejan hecha añicos y que aún a días del suceso le sacan unas cuantas lágrimas.
“Fui para casa de mis suegros que es de placa, pero había un viento que desbarataba todas las matas. Eso fue la noche entera, para qué voy a decirte. Aquellas puertas hacían: ¡pin pan, pin pan! Pensaba que me volvería loca. Mi hermano me llamaba desde Camagüey por el móvil y me decía: ‘Taidy, no va a quedar nada, Yaguajay se va del mapa, va a desaparecer”.
HORA CERO
A pesar de la mala jugada del tiempo y las horas de desasosiego propiciados por el evento extremo a su paso por el norte espirituano, las historias hablan también de la preparación de los pobladores. Sin cruzarse de brazos, llenaron sacos con arena y los subieron a los techos de canalón y fibro para protegerlos, aseguraron puertas y ventanas.
Antonio Cañizares Martínez, delegado de la circunscripción, confirma que 150 personas se quedaron en casas de familia, y otras 15, en los centros de evacuación. En fin: nadie quedó desprotegido.
Y cada quien hizo su esfuerzo para proteger sus bienes. Pedro Menéndez Acosta recogió hasta el techo de su terraza para que no apareciera arrojado algunos metros más lejos o, incluso, hecho añicos.
“Se vivió con mucho pánico, estaba soplando a mucha velocidad (el viento), pero se esperó al otro día para saber cómo quedaron las cosas”.
DICEN, DICEN
Al caminar algunas cuadras abajo, las personas siguen en su afán por limpiar y acondicionar lo mejor que puedan las casas. Julián La Rosa Jiménez saluda a quien tenga en el camino.
¿Cómo lo vivió usted?, interroga Escambray sin decir la palabra Irma porque ese término es como un sujeto omitido que la gente conoce.
“Estábamos 16 en una pequeña cocina, imagínate, siete familias. Nadie durmió, había niños y ancianos. Se puso hasta música que se tenía en los celulares. Se escuchó lo que hubiera para romper el nerviosismo de la gente. La señora que estaba en la casa preguntaba si eran truenos lo que se sentía afuera. Hasta un perro se quedó con nosotros y se le dio Benadrilina para que no se alterara”. Sentado en su sillón, Arnaldo López Fernández tiene un oído tan fino que no parece un nonagenario. “Esto ha sido grande, muy grande”, y se mantiene tranquilo mientras sus bisnietos, los jimaguas Maicol y Maikel hacen travesuras, y desconocen en su inocencia cuánto ha sufrido el archipiélago más hermoso del Caribe en la casi totalidad de su territorio.
Elsa Martínez González, con 66 años de edad y sin perder la calma ante los embates que dejó tras de sí un ciclón de tal magnitud, toma su cigarro y ríe. “Mi esposo se llama José; ‘yo venía detrás de Irma que me mataba’, decía”. A su techo, solo se le notan unos pequeños daños, su estancia fue en casa de una cuñada. “Allí lo pasamos porque estamos enfermos y la casa estaba mejor”.
DESPUÉS DE LA TORMENTA
Con la escampada hay quien sale a comprar al mercado. La gente comparte sus experiencias. En las calles, los niños aprovechan y juegan. Todavía puede que alguien se sienta insatisfecho porque no pudo hacer más por cuidar sus pertenencias. Quizás otros tantos no pensaron en que ella arremetiera con esa fuerza contra el territorio. Finalmente, son mayoría los que recomienzan, los anhelantes, los positivos.
Antonio Cañizares es también presidente de la Comisión de Evacuación en el Consejo de Defensa Municipal y en sus funciones explica: “A pesar de las medidas preventivas que se tomaron tenemos serias afectaciones desde el punto de vista de las cubiertas, alrededor de 25 viviendas con problemas parciales. Se está tomando un grupo de medidas para que se puedan reponer paulatinamente. Hoy se trabaja con los pobladores, hay buen estado de ánimo de manera general, aunque, como es lógico, tienen hoy cierto nivel de angustia, pero confían en nuestro sistema social”.
¿Y el nombre del lugar crea un mayor compromiso?, inquiere Escambray.
Con los electores, con los que viven allí. Es también un reparto de personas muy solidarias que se ayudan unos a los otros.
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