El Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera Rodríguez con más de tres décadas de existencia, apuesta por la formación integral de sus educandos
Carlos Rafael Castillo Hernández había hecho lo acostumbrado frente a un examen: responder de acuerdo con sus conocimientos y habilidades aprehendidas tras muchísimas horas de estudio.
El adolescente estaba “curtido” en hacer pruebas en los centros provincial y nacional de entrenamiento, sitos en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Eusebio Olivera de Sancti Spíritus y la escuela pedagógica Eduardo García Delgado en La Habana, pero nunca antes en una institución fuera de Cuba.
No pensaba que esta primera vez sería en Lima, Perú; y menos esperaba llevarse el gato al agua.
Cuando se conoció que habías obtenido la medalla de oro en la Olimpiada Iberoamericana de Química, ¿qué sentiste?, pregunta Escambray.
“No me esperaba para nada ese resultado, no la vi tan dura, pero había algunos que habían ido a otras competencias y tenían más experiencia que yo, y ¡na!, fue una sorpresa”.
¿Cuándo conocieron la noticia tus padres?
“Apenas supe les mandé un correo, igual lo vieron aquí en Facebook”.
Parece todavía ayer cuando sucedió, aunque fue a inicios del mes de octubre, y participaron más de medio centenar de alumnos de unos 17 países. Ya en tierra espirituana compartió la felicidad con quienes lo saludaban: “Todo el barrio lo sabía y me felicitaron. En la escuela hasta los que no me conocían me saludaron”.
HISTORIA Y PRESENTE
Alejado del bullicio de la ciudad de Sancti Spíritus, unos metros después del Servicentro Yayabo y de la Carretera Central, el IPVCE es un centro localizado por cualquiera: “Sigue recto, recto y lo vas a ver al final”.
Escambray fue testigo de la vorágine constructiva que acompañó el remozamiento de la sede actual para el inicio del curso 1991-1992. Cinco años antes, en Pojabo —Consejo Popular a unos 20 kilómetros de la cabecera municipal—, los adolescentes inauguraron la institución y con ella, la formación en perfiles de las ciencias, idea gestada por Fidel.
“Los muchachos tenían buena formación, pero a la vez servíamos de guías, de amigos, de madres porque eran alumnos de toda la provincia que no veían a sus padres hasta el pase. Encajábamos muy bien, había muy buena química”, asegura Zulima Legón Nores, profesora de Inglés y fundadora de la institución en la provincia.
Y sus ojos se ponen a punto de caramelo, las lágrimas parecen asomarse, porque hace cuatro décadas está frente al aula, y el retiro le toca la puerta: “Periodista, si vuelvo a nacer le aseguro que seré maestra de nuevo”.
Tairé Elizalde Pérez, la joven que vistió el uniforme azul en esta escuela entre 1988 y 1991, y después ha estado con la tiza y el borrador en las manos desde su quinto año de licenciatura en la impartición de Matemática, reconoce lo difícil del tránsito por el período especial. “Había que enseñar, se exigía y preparaba de la misma manera a pesar de las carencias”.
¿Cómo impartir la ciencia sin esquematismos?
“Puedo dar un modelo pero no quiere decir que sea receta, ni que es la regla única. No me concentro en el resultado sino en el proceso para llegar a ese resultado, porque un ejercicio tiene muchísimas vías, no me interesa la respuesta sino la solución. La mejor respuesta es la que está bien”.
CARTA DE TRIUNFO
A la par de la formación general de los estudiantes en los disímiles contenidos, el centro educativo prepara a jóvenes interesados en la participación en concursos de conocimiento. Carlos es uno de esos ejemplos.
Agustín Plascencia Calero sabe muy bien como le entra el agua al coco. Experiencia y tesón le acompañan para llevar sus conocimientos de Química a los estudiantes en el Centro Provincial de Entrenamiento. “El objetivo no es ganar, esa es la consecuencia del trabajo que se hace con ellos, incluso los que no ganan van muy bien preparados para la Universidad. Ya la primera generación del 2000-2003 ha discutido sus doctorados. No es el entrenador de Química, de Física, de Biología, de Matemática, es esa idea del Comandante, si no existieran los IPVCE no habría campeones”.
¿Sería conveniente iniciar la preparación desde antes del décimo grado?
“Uno de mis retos es que trabajo directamente con la secundaria, voy allá y los embullo, la Química comienza en octavo grado y desde ahí debería comenzar ese proceso”.
Ha recibido varias propuestas de trabajo.
“Me han hecho muchas, incluso en lugares donde ganaría más, pero les digo a mis vecinos que la principal diversión del ser humano es el trabajo, yo hago lo que me gusta, voy a divertirme a la escuela. Yo no vengo por la mañana a trabajar, vengo a divertirme”.
Con el mismo entusiasmo Tania Fábregas Guerra sabe que, aunque la Biología sea la ciencia más joven en Cuba inmiscuida en los terrenos de las competencias fuera del país, no se queda detrás en cosechas. Tiene en su mesa, como objeto de inigualable valor, una hoja con cada uno de los nombres de sus alumnos: Carlos, Daniel Pastor, Gaby, Leonardo, Albertico, Abelito, Alejandro y Cristian, y sabe que la mayoría se decidieron por la Medicina, la Biología o la Bioquímica.
¿Cómo está garantizado el relevo para el entrenamiento en este curso?
“Tengo hoy 33 estudiantes optando para llegar al concurso, se le están aplicando algunos instrumentos porque iniciamos hace muy poco. Antes se pensaba que la Biología era la literatura de la ciencia, el concurso no es solo esa parte reproductiva son preguntas de tipos tests y tienes que pensar”.
ES UNA PENA QUE ESE COLECTIVO DE ESTUDIANTES Y PROFESORES NO CUENTEN CON UNA ESCUELA MAS BONITA, NECESITA MAYOR ATENCION DE LAS AUTORIDADES DE LA PROVINCIA.