A orillas de Fomento se asienta la mejor finca de plantas medicinales del país
Unos prefieren la pasiflora; otros, la manzanilla o el tilo. Lo cierto es que el pequeño colectivo de la finca de plantas medicinales del municipio de Fomento le pone el alma a las más de 30 especies que cultivan con destino a la elaboración de fitofármacos.
Además del valioso aporte a la Salud, la mayor trascendencia radica en que estamos delante de la única finca de este tipo en Cuba que ha recibido la condición de la Cuarta Corona, máximo reconocimiento que otorga el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana en correspondencia con la integralidad en el manejo y la producción de los diversos surtidos vegetales.
“Al principio la idea no me gustó, decían que eran cultivos difíciles, en vez de dedicarnos a sembrar viandas, frijoles o maíz, nos dedicaríamos a estas plantas; claro, sí sabíamos que son muy necesarias para producir medicamentos, por cierto, más sanos que los químicos; un día dije: ¿por qué no producirlas?; hoy te puedo asegurar que solo me dedico a esta actividad y no quiero saber de más ningún cultivo”, relata Humberto Zúñiga Rodríguez, jefe del área a quien en el 2008 encargaron el desarrollo de esos renglones.
Desde afuera puede parecer que estas plantas son asunto de coser y cantar, pues, a fin de cuentas, como asegura el productor, no se las lleva nadie. Sin embargo, requieren un fino manejo para el control de las plagas a través de los medios biológicos, incluso, aplican experiencias puntuales como esa de tener gallinas entre los surcos y canteros.
Adscrita a la Unidad Empresarial de Base Granja Urbana, de la Empresa Agroforestal Ramón Ponciano, la finca, con una extensión de 13 hectáreas, cuenta con 12 trabajadores y una infraestructura agrícola que ha estirado sus espacios y producciones, además de generar nuevos empleos entre los meses de noviembre y abril, etapa en que se unen las cosechas de la caléndula, la manzanilla y la majagua.
Tanto es así, que el productor lo expresa con un ejemplo: “Una hectárea de manzanilla necesita para cosecharse 40 trabajadores; otro elemento a favor que tiene la actividad son los buenos precios de compra, para mí estas son de las producciones que mejor se pagan en la Agricultura.
“Una hectárea de caléndula en estos suelos te da entre 1 300 y 1 500 kilogramos y compran el kilogramo a 150 pesos; de manzanilla cogemos en una hectárea 1 700 kilogramos. Eso nos permite que el salario de los trabajadores oscile entre 1 500 y 2 000 pesos al mes”.
¿Quién le enseñó el arte de cultivar plantas medicinales?
“El tiempo, la experiencia adquirida poco a poco, consulto mucho la bibliografía, asisto a eventos de plantas medicinales, pero lo principal es el interés de hacer las cosas bien y el amor que se le ponga a la actividad”.
Con Humberto Zúñiga no va ese refrán de “en casa del herrero, cuchillo de palo”, pues se declara habitual consumidor de la medicina verde. “Jamás voy a la farmacia, bueno, para un antibiótico sí, pero generalmente no me enfermo, no me da ni catarro, parece que es el ambiente tan sano que hay aquí; mira, en mi casa hay hábito también de hacer cocimientos, principalmente con la pasiflora, el tilo y la manzanilla”, apunta.
Desde la creación la finca cumple las metas productivas, garantiza los surtidos a Fomento y entrega a otros municipios, a la vez que le tributa la semilla de caléndula, manzanilla y llantén al resto de los municipios y se hace recurrente que lleguen hasta allí personas en busca de las plantas medicinales.
Asegura Humberto Zúñiga que la especie más cultivada es la caléndula —un antinflamatorio— porque es la planta que más empleo le da a la comunidad aledaña y es en la que más ganan los obreros, en tanto la que más demandan los laboratorios de medicina verde es la manzanilla y le siguen en ese orden el llantén, las mentas, el jengibre y el pino macho, aunque, aclara, todas se utilizan.
Si algo le aporta distinción a la finca es la calidad de la materia prima que envían a los laboratorios, otro aval del empeño que ponen allí en las fases de preparación del suelo, las atenciones culturales, en la cosecha, el lavado y el beneficio, este último paso favorecido con la creación de capacidades para secar hasta 10 000 kilogramos de plantas medicinales, cifra a la que se aproximó la producción del pasado año, 8 893 kilogramos, el resultado más alto para una unidad de este tipo en la provincia.
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