El Premio Casa de las Américas de Poesía 2017, Reinaldo García Blanco, es ante todo, un soldado de las letras
Conozco a mi entrevistado hace más de veinte años y nos hemos acompañado mutuamente en las más disímiles aventuras a favor del libro y la lectura. Reynaldo es, ante todo, un soldado de las letras, un incansable promotor de cuanto libro de calidad se publica en este país. Es de los que no esperan por el vendedor para proponer el libro ni por el ayudante para transportar la caja o el maletín de ejemplares de una provincia a otra, siempre como parte de su equipaje y sin percibir un centavo a cambio. Debe ser por eso que hay tanta gente alegre por ahí con la noticia de este merecidísimo premio suyo.
¿Cuál ha sido tu experiencia anterior con este Premio?
Yo creo que de algún modo yo tengo una larga relación con los Premios Casa, porque en mi biblioteca personal yo he ido atesorando varios libros que han sido premiados en este concurso y que fueron muy puntuales para mi propia formación. Estoy pensando en Por esta libertad, de FayadJamis; Oid, mortales, de Víctor García Robles; Donde habita el cangrejo, de Eduardo Langagne; Canto ceremonial contra un oso hormiguero, de Antonio Cisneros y en el de Roque Dalton, Taberna y otros lugares…
Es decir, que hay un grupo de libros que han sido fundamentales, que siempre me han estado acompañando. Recuerdo que a finales de los 80, por alguna razón que ignoro, los Premios Casa estuvieron en Sancti Spíritus, tal vez fue a finales de 1988, y allí conocí al poeta colombiano Juan Manuel Roca. Recuerdo que me regaló un libro titulado País del viento,con una dedicatoria que me decía que éramos compatriotas en la patria de la poesía. Luego viajé a Medellín, al Festival Internacional de Poesía, en el 2000, me llevé ese libro para tratar de contactar con él, para confirmarle que, ciertamente, éramos compatriotas en la patria de la poesía. Ya en los mismos 80, cuando comenzaron los talleres literarios, decíamos que esta historia de la poesía, este entrar en el acto poético, era una carrera de larga distancia, y es cierto.
Ahora, casi a punto de cumplir 55 años de edad, recibir este premio me parece también que es un poco gracias a ese paso sostenido de carrera de larga distancia, manteniéndonos con lecturas, con intercambios, y hay mucha gente detrás de todo esto, personas que de algún modo fueron nuestros padres, y por ahí anda esta historia larga de la poesía y que me lleva ahora a obtener este Premio.
Llevas más de 30 años escribiendo poesía, háblanos un poco de esa trayectoria, ¿cómo ha transcurrido tu poesía desde aquellos primeros poemas hasta estos que hoy conoceremos gracias al Premio?
Bueno, yo casi siempre digo que estoy escribiendo el mismo libro o el mismo poema en el que las resonancias son la patria, el país, los amigos, las relaciones filiales. Tal vez en este libro que se titula Esto es un disco de vinilo, donde hay canciones rusas para escuchar en inglés y viceversa, sin deslindarme de lo que he venido haciendo, abunden poemas que tienen más que ver con experiencias de viaje, con experiencias de lectura, y también me da la impresión de que en este libro el animal poético que yo intento hacer, se vincula y va tomado de la mano al animal político que también soy.
Me atrevo a decir que en estos momentos en los que se escribe poesía contra barbarie, para mí la poesía es un acto de fe
Hay temas puntuales y de personas que marcaron el siglo XX y lo que va del XXI; desde Frida Kahlo, León Trotski, u otros tan singulares como pudieran ser la perra Laica y Nikita Kruschov. Son los temas que van en este libro y que mantienen vasos comunicantes con aquellos primeros poemas que yo escribí como Casa de fabulador, País de hojaldre, Campos de belleza armada; textos que, no es que se reciclen, pero sí hay siempre una especie de vasos comunicantes entre ellos y lo nuevo que va apareciendo. Me atrevo a decir que en estos momentos en los que se escribe poesía contra barbarie, para mí la poesía es un acto de fe, en estos momentos tan convulsos que se viven en el mundo y la avalancha de contradicciones que estamos viviendo en Cuba,creo que por ahí va este libro.
En medio de ese mismo mundo en que vivimos, de ese renacer de la conformidad con ser colonizado y reproducir acríticamente los esquemas de otras culturas, ¿qué papel le concedes a la poesía y qué salud le auguras? ¿Cuáles pudieran ser las estrategias para la sobrevida de este género y su presencia en la sociedad?
Creo que la poesía es un acto de salvación en cualquier momento. Lo han dicho muchísimos poetas, y un poema te puede salvar en cualquier circunstancia; hasta en las menos esperadas hay un poema que salva y congrega de algún modo. Creo que los poetas actuales, los que estamos escribiendo hoy, tenemos que buscar una alianza con las nuevas tecnologías y no solamente confiar en el libro impreso, o en un recital o una revista. Hay que buscar aliados en las nuevas tecnologías, y trabajar mucho con los jóvenes que son los más cercanos y los más vinculados a esas nuevas tecnologías. Yo me considero un analfabeto tecnológico, pero me quito el sombrero frente a las posibilidades que dan estos medios, y pienso que por ahí también tenemos que buscar caminos para que la poesía se haga eco y encuentre nuevos caminos para seguir siendo los que siempre ha sido: un acto de salvación, tanto para nuestra nación como para el mundo.
Muchas de las personas que hablan sobre la tecnología consideran que los jóvenes están cada vez más lejos de la poesía e incluso algunos dicen que están incapacitados para ese tipo de relación, sin embargo, tú eres un hombre que no solo escribe poesía de muy diversas maneras.¿Crees que la poesía podría encontrar terreno fértil en los jóvenes cubanos?
Yo pienso que sí, que hay que buscar todas las vías posibles. Yo tengo experiencias, sobre todo en la radio, en un programa juvenil que está diseñado y se escribe precisamente para los jóvenes, donde hago un comentario que sale en mi propia voz y lo mismo hablo de Los Beatles y la melancolía, que de Pablo Neruda o Paulo Coelho. Hablo de lo mala que puede ser la literatura de Coelho y lo bueno que puede ser un poema de Neruda, y a veces los jóvenes interactúan o escriben al programa, o llaman, y creo que eso es algo interesante. Creo que también la radio puede ser un espacio vital y propicio para acercar a los jóvenes a la poesía. Creo que también los poetas deben asistir a las ferias del libro, a los centros del libro, a los espacios, a los talleres literarios, y también deben ir confluyendo a centros como las secundarias básicas, los preuniversitarios, porque allí es donde está la semilla, el germen de la gente que puede estar escribiendo dentro de 30 o 40 años, e insistir también en las universidades, que me parece que son espacios fértiles para trabajar este tema de la poesía y los jóvenes.
¿Crees que las estrategias que hoy se llevan a cabo en Cuba para promover la poesía son perfectibles, sobre todo en términos de intencionalidad?
Creo que de manera general en nuestro país hay un gran problema con la circulación de los libros. Primero, hay provincias donde te encuentras un libro que no está en otra, o sea que no hay una distribución uniforme de la literatura, a esto se une el San Benito que tiene la poesía, de que no se vende. Yo he dicho, a modo de chiste, que “la poesía cubana ni se rinde ni se vende”. Pero creo que, por ejemplo, en Santiago de Cuba hay un proyecto llamado claustrofobia.com que lo dirige Yunier Riquenes y un equipo de trabajo, y ellos están haciendo cosas muy interesantes en materia de promover la literatura, la literatura para niños, la poesía, están haciendo audiolibros, están haciendo grabaciones de poetas, grabaciones de narradores, y en diferentes formatos, tanto impresos como en video, y veo que los muchachos se los pasan en memorias flash.
Es decir, existen hoy vías alternativas para ese tipo de literatura, que abren un camino bastante interesante y un nuevo modo de llegar a las personas que normalmente no entran a la librería, porque estamos acostumbrados a que la gente vaya a comprar libros solamente en la feria del libro, y están las cifras, pero a veces no sabemos con exactitud si todos esos libros se venden y se leen realmente. No hay un estudio de mercado, o un estudio sociológico para saber realmente si se lee poesía o no se lee poesía en Cuba y todo se resuelve con el dichoso San Benito de que no se vende.
También la falta de preparación de los mismos libreros. Vas a una librería y a veces el libro está en las narices del librero y él te dice que no está, o porque son incapaces de leerse la nota de contracubierta, o de conocer a un determinado escritor. A veces son los propios libreros los primeros que están conversando o no atendiendo en las actividades que se organizan, porque sencillamente no les importa la actividad literaria.
Yo tengo una larga experiencia de ese tipo a lo largo del país, porque voy a recitales, a encuentros, y he viajado por todo el país mirando este fenómeno. Por eso creo que tienen que haber varios medios implicados: la radio, la televisión, los periódicos semanales, por ejemplo, deberían tener una columna poética, una columna de crítica de libros, para que el público se vaya entrenando de algún modo en la apreciación de la literatura. A veces yo me maravillo al viajar por el país y ver que, al filo de la siete de la noche,ves a millones de personas congregadas, conectadas a las wifi, y no creo que eso sea malo, pero pienso: qué bueno si toda esta gente estuviera conectada a intercambios de libros. Creo que hay que trabajar mucho en esas otras vías y no decaer.
Rey, por la patria en la poesía empezamos y quiero terminar con las patrias de tu vida. Tú no eres santiaguero, pero allí te reclaman como un hijo pródigo. ¿Cuánto hay de esas dos patrias, de ese desarraigarse y volverse a arraigar y de tu origen humildeen este libro?
A mí siempre me gusta recordar una bibliotecaria de Sancti Spíritus, Martha Picar, que venía a La Habana a buscar libros, gracias a un mecanismo, que no sé si aún existe, pero que se llamaba préstamo interbibliotecario.
Yo creo que ahora estoy viendo los frutos de aquellas caminatas mías, pasadas la nueve de la noche, sobre todo los miércoles, para asistir a un taller literario, porque cuando terminaba tenía que irme desde la cuidad de Sancti Spíritushasta un poblado que se llama Las Tosas, que está a ocho o nueve kilómetros del centro de la cuidad. A mí siempre me gusta recordar una bibliotecaria de Sancti Spíritus, Martha Picar, que venía a La Habana a buscar libros, gracias a un mecanismo, que no sé si aún existe, pero que se llamaba préstamo interbibliotecario. Gracias a eso, allí en Sancti Spíritus yo me leí todo Borges, leí muchísimas cosas de Octavio Paz, mucho de poesía norteamericana; cosas que yo estaba ávido por leer y que no existíanallí, pero que por ese sistema ella venía y los buscaba en la Biblioteca Nacional y luego estaban ahí, en la sala de literatura de la biblioteca de Sancti Spíritus.
También pienso ahora en los talleres Literarios nuestros, por donde pasaron personas imprescindibles como Maritza Martínez, Mario Rodríguez Aragón, EsbértidoRosendiCancio, Julio Crespo; toda esa gente de algún modo fueron sembrando en mí esa semilla y ese misterio y ese asombro por la poesía, y bueno todas las personas de mi generación. Después pude encontrarme con poetas aquí en La Habana que fueron muy nutricios para mí: Rito Ramón Aroche, Caridad Atencio Mendoza y un amplio grupo de personas que a todo lo largo y ancho del país intercambiábamos mucho. No había correo electrónico, no teníamos Internet, pero nos escribíamos muy a menudo y estábamos muy al tanto de todo lo que sucedía.
Había muchas más visibilidad para las publicaciones. Nos quejábamos, pero existían las llamadas plaquettes, o nos leíamos mediante una hojita mimeografiada o mecacopiada. Había mucha mayor intencionalidad que hoy en lo que se estaba haciendo. No había luchas generacionales, no había broncas entre los poetas. Hoy hay zonas en el país en que prácticamente están pelados unos con los otros, pero en aquel momento primaba una especie de espíritu de grupo, sobre todo en los años 80. Creo que esa carencia que sufrimos hoy, en este sentido, puede ser muy malo para la literatura de un país, porque genera patios privados para la literatura, cuando en realidad la literatura es una sola y debe haber una especie de diversidad, y que la gente escriba como quiera escribir, ya que el tiempo y la historia son los que pondrán en su justo lugar lo que se está haciendo.
Vivo en Santiago de Cuba hace 27 años y he ido ganado varios espacios ahí, donde hay poetas de gran calidad y hay muchos creadores, entre ellos varios que no son santiagueros pero se han establecido ahí. Pienso en Olga Portuondo, que es de Camagüey; en Marino Wilson Jay, que es de Guantánamo; es decir que hay un grupo importante de creadores que están haciendo vida literaria en aquel lugar. También es una ciudad que tiene muchos eventos importantes, tanto de música como de literatura, algunos relacionados con el Caribe, todo lo cual genera una dinámica muy propicia para la creación.
¿Qué puede esperar el lector de este libro?
Este es un libro bastante lúdico, aunque sigue la línea mía, también tiene su cuota de ironía, de humor, algo de sarcasmo frente a la realidad que estamos viviendo. Soy el menos indicado para hablar de ese tema,así que espero que los críticos sean los que digan el estado final de ese libro, la apreciación que ellos tengan; los críticos o los lectores, que son tal vez mejores críticos que los propios críticos.
(Tomado de La Jiribilla)
Felicidades recordado Reynaldo, bien merecido premio, abrazos desde México…