En las estribaciones del lomerío, Miladis Acosta Martínez fue clara y precisa: en Sopimpa se hace el mejor pan de todo Fomento y un poquito más allá
De súbito, su afirmación me llevó a la duda por todo cuanto del tema se vive a diario. Entonces no quedaba otra opción Agenda en mano y cámara en ristre, me fui en busca de esa verdad que tiene su génesis en la panadería-repostería “El Resplandor”.
Vaya nombre para esta historia que nace de la incertidumbre, en estos escenarios donde nace el pan nuestro de cada día, o sea, el de los montañeses.
SUDAR VERDADES
Entre estufas, horno, tártaras, sacos de harina, masas ya elaboradas, tres hombres amasan, pican, pesan, moldean, lo que pronto será pan comido.
¿Por qué se dice que este es un pan exclusivo, el mejor de todo el lomerío?, pregunto a Ebli Bermúdez, maestro panadero.
“Será porque desde siempre, aquí, al pan y las otras producciones no le falta amor, deseo, cariño y la voluntad de un colectivo que creció entre este lomerío, vive aquí y es parte de quienes lo habitan.
“La materia prima puede tener problemas con la calidad, pero nada de lamentos, inventar, experimentar, para tratar de que lo que salga del horno sea agradable”.
Elaborar y cocinar diariamente unas 4 mil unidades de pan de diferentes gramajes, la mayor cantidad para el consumo en los hogares y otras cifras para entidades y organismos, incluido la garantía del alimento para los estudiantes de las cuatro escuelas del Consejo Popular, marca cada jornada, que comienza con la madrugada y se extiende hasta que haga falta, en “El Resplandor”
Javier Díaz, el hornero, se suma al intercambio. “Nos exigimos mucho una a otro; nos ayudamos y entre todos siempre hacemos cuanto sea necesario para mantener la bien ganada fama de nuestro pan, que es el mismo que se come en cada uno de nuestros hogares.
“Si algo falla, la familia es la primera que busca respuestas al por qué el pan de hoy no es tan bueno como el de ayer, aunque te aseguro que solo sucede cuando hay problemas de calidad de las materias primas. Aun así, la experiencia del colectivo en estas contingencias nos ha nutrido de alternativas para las formulaciones, hasta ahora efectivas”.
LOS OTROS EMPEÑOS
Además de la responsabilidad con el pan diario, los trabajadores de El Resplandor son responsables de garantizar la canasta básica familiar de todo el Consejo Popular. Biscochos, queques, panecillos, panquesitos y galletones salen del horno de esta unidad para las bodegas de Sopimpa, Corina, Chate, Sierra Alta, Alfonso, Manacal, Jíquima, Torres y La Bija.
Kakes, brazos gitanos, panetelas de diversos tipos y hasta pulpas también se elaboran en la panadería-repostería por el pequeño colectivo, al que se integró hace unos tres años Osmany Palmero, el novato del equipo.
“Desde el inicio, todos los consejos, las sugerencias, tenían que ver con trabajar con seriedad y calidad, pensando en quienes iban a consumir todos esos alimentos.
“Los experimentados me ayudaron en todo y somos como una gran familia”. A ella se integra Félix Díaz Palacio, el distribuidor, que hace cuanto sea necesario en aras de sacar las producciones diarias con calidad y puntualidad.
“Puede demorarse otra cosa, pero el pan tiene que estar bien tempranito es las bodegas y el mostrador de la panadería; es necesario para las familias todos los días, para el desayuno de quienes estudian y trabajan y los que quedan en casa”, puntualiza.
Esta unidad de la montaña no tiene respaldo de grupo electrógeno, por ello, cuando falla el fluido por cualquier motivo, se corre la alerta entre el colectivo.
“Todos sabemos que a la hora en que llegue la electricidad hay que ir para la unidad y comenzar el proceso productivo. No paramos hasta dejar listos para vender los productos a elaborar, manifiesta Ebli Bermúdez, quien también habla con satisfacción del perfecto estado técnico de la tecnología instalada.
“Es nuestra joya, la cuidamos mucho y hasta hoy no ha tenido ni un problema, a pesar de los años de explotación. Con ella y con un marcado compromiso, seguiremos haciendo el mejor pan de la montaña”, asegura, mientras sus compañeros sacan del horno kekes y panque, dos de las delicias muy demandadas por los montañeses de Sopimpa y un poquito más allá.
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