Así lo reconoce el destacado artista de la plástica Kamil Bullaudy quien ha pintado más de tres mil veces al Héroe Nacional, y visitó recientemente el territorio espirituano
Kamil Bullaudy Rodríguez es de esos artistas que lo son hasta en los sueños, de los que combinan historia e inspiración a golpe de pincel, de los que cuentan sobre la vida de sus antepasados, de los que combinan el ingenio con el humor, de los que pintan a media madrugada si la musa “baja” a esa hora.
“Martí es mi asidero espiritual”, expresa sin medias tintas quien tuvo siempre claro que le dedicaría su vida al arte, aunque esta pasión iniciara en el teatro, y para quien una noche de 1995 resultó profética.
“No podía dormir, no podía conciliar el sueño. Fue algo extraño porque tenía a Martí en mi mente, y me levanté y empecé y amanecí pintándolo. Es una pequeña obra que conservo en mi cuarto, es lo último que veo en el día y lo primero del siguiente. Lo pintaba esporádicamente, pero desde ese día lo hago con mayor frecuencia”.
Más de 3 000 obras inspiradas en el Héroe Nacional han salido de sus manos, y los nombres son reflejo de esa influencia: Los dos príncipes, Nuestro modelo, Identidad, Cultivo una rosa… Sus ojos buscan siempre la silueta del rostro martiano, es su aire, su esencia como ser humano.
Colores que inundan, sobresalen, azul, rojo, blanco. Destacan las obras conceptuales, “hasta que no lees el título no te das cuenta de lo que estás viendo. Eso se demuestra cuando las personas después de ver cómo le puse, dicen: ¡Ño!”. También en sus cuadros han estado presentes Agramonte, Chopin, Guayasamín, Fidel; aunque sea la iconografía martiana su tema más recurrente.
“Cuando tengo cualquier problema lo evoco y siempre encuentro una salida. Lo he dicho muchas veces, cuando encontré a Martí, el hombre, y me di cuenta de que a pesar de las enfermedades y los contratiempos fue capaz de buscarse, para mí, encontrarlo fue como encontrar a Dios”.
Kamil se define como un obrero del arte y siente una necesidad espiritual de transmitir ideas, solo está satisfecho si después de que alguien observa su obra la recuerda lo mismo en una guagua, en la casa; pero al menos eso: la recuerda.
En retrospectiva, nació en Velasco, hoy Gibara, Holguín, en 1962, y sin embargo fue bautizado a miles kilómetros de distancia, en la parroquia de Guanabacoa. Entre viajes y viajes transcurrió parte de su vida, con parada en Isla de la Juventud para aprender el arte de la cerámica, pero hace más de 20 años reside en La Habana.
No olvida esa memoria familiar en la que su padre, luchador clandestino al que conocían como el Morito de Oriente, conoce a Fidel en Bayamo, porque el líder del grupo guerrillero visita la tienda donde trabajaba el joven descendiente de libaneses.
En los recuerdos también está la abuela Kreinfle, cuyo nombre en árabe significa clavel. Sus palabras recorren la historia del país cuya herencia familiar le llega por vía paterna: los fenicios con sus andanzas como mercaderes, a una orilla del mar Mediterráneo. Y, por qué no, el artista asimismo sabe firmar de derecha a izquierda como nuestra tradición occidental no comprende, como lo hicieron sus antecesores.
Su casa y taller se ubican al frente de la Iglesia del Santo Ángel Custodio, en La Habana Vieja, donde bautizaron al más universal de los cubanos. El busto de Cirilo Villaverde se encuentra en la puerta del hogar, pues la calle remite al nombre de la Loma del Ángel, hoy Compostela.
¿Qué labores realiza en la Sociedad Cultural José Martí?
“Soy pintor y martiano, y miembro de la junta nacional en la parte de artes plásticas, y de un Club Martiano. Y Martí es el que convoca, y donde está él no se puede decir que no, ni titubear, ni poner peros, ni ver si está lloviendo, si no hay camas… ¡No! Él es la llave que abre todas las puertas y una vez que te invita a pasar, eres otra persona”.
Y sus manos hablan por sí solas, son inquietas como el espíritu del artista que las domina. Para él no es lo mismo pintar para vender que vender lo que se pinta. Lo primero te hace caer en la trampa del mercado, lo segundo es subsistencia en el oficio. Mira y explica, en su mano izquierda lleva el anillo que lo “delata” como masón.
¿Ecologista?
Tengo dos perros en mi casa, una la saqué de la basura. Siempre estoy en sintonía con la naturaleza, si no, no puedo trabajar, tengo cinco palmas en macetas. Trabajo con muchos elementos que no son convencionales dentro de la sociedad, a mí me interesan para hacer una obra de arte, sea efímera o no, y parto de otra idea: arte soy entre las artes, / en los montes, montes soy. Uno mezcla todo eso y allí está Martí y la obra puede salir de cualquier elemento.
¿Cómo se ve al Héroe Nacional dentro de su casa?
Es un miembro más de la familia, porque está en todas las partes, incluso la tengo tapiada con Martí. Tengo tierra de Dos Ríos. Detrás de la cama hay una gran tela con él dibujado, es como mi ángel guardián. Él es como mi vecino, mi padre, converso con él. Alguien me dijo un día: “Oye, tú sí eres martiano, está bien tenerlo en la casa, pero detrás de la cama, solo tú”.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.