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Fomento reajusta su infraestructura escolar con miras al nuevo curso, una labor que busca consolidar la calidad del proceso docente educativo en ese montañoso territorio

“Mudar una escuela a la otra”, así se describe el movimiento de camiones con literas, colchones, muebles escolares y todo lo que quepa en cada viaje —por un costo de 250 pesos de alquiler del medio de transporte—. Llevar todo cuanto huela a libros y medios educativos implica un traslado por los más de 20 kilómetros que separan a Pozas, comunidad cabaiguanense limítrofe con Fomento, hasta El Pedrero, asentamiento enclavado a los pies del macizo de Guamuhaya.

Las razones: el centro mixto Octavio de la Concepción presenta una compleja situación constructiva caracterizada por el estado de las redes sanitarias y eléctricas y la corrosión de las paredes, según explica Pedro González Pescoso, subdirector administrativo.

Y es que, como ave fénix, el Irael Rives Carpio, cerrado en 2008 por las condiciones de habitabilidad, vive un proceso de reparaciones y mantenimiento para que el próximo septiembre reciba tanto a la matrícula de la institución de Cabaiguán como a los nuevos ingresos provenientes de los consejos populares de Sopimpa, Jíquima y La Redonda.

 

“Lo primero que se hizo fue cambiar el techo, que era de tejas, y después las persianas de madera por aluminio”, asegura a pie de obra Norberto Meneses Martín, quien está al frente del Departamento de Inversiones en la Dirección Municipal de Educación en Fomento y también asume como jefe de brigada. Enumera entonces algunas de las acciones que hoy renuevan la imagen: cambio en las instalaciones eléctricas e hidráulicas, enchape de baños y mesetas, impermeabilización de la placa, construcción de módulos para la cría de animales y la mejora de la jardinería, acciones a un costo de 110 000 pesos en el 2016 y 119 000 este año.

—¿El techo está bien asegurado?, pregunta Escambray.

—Por supuesto, la escuela funcionaría como lugar de evacuación de la zona ante cualquier fenómeno natural, y se espera terminar el sábado 15 en saludo al 26 de Julio, afirma Yordanis Sol Ramos, director municipal del sector en el territorio.

Por estos días la pintura se vuelve protagonista de la labor; tonos azul, salmón, verde y vainilla podrán verse indistintamente en los espacios que próximamente se llenarán de rostros adolescentes.

Entre el ir y venir de los constructores, la cocina lleva el visto bueno: el falso techo que “tapa” los estragos de la cocción con leña en los años pasados, y nuevos fogones que emplean gas licuado esperan ser instalados.

Ante la nueva niña de sus ojos, Modesto Estévez Pérez, director del centro de Cabaiguán y ahora con las riendas en la montaña fomentense, reconoce cuántos beneficios trae el renacimiento de la escuela: el ahorro de alrededor de 700 litros de combustible al año por concepto de transporte obrero y del pase de los estudiantes, la optimización de los viajes diarios para el traslado de los trabajadores y la cercanía de una institución médica, pues a solo unos 300 metros de distancia se ubica el consultorio médico extendido de El Pedrero.

Con una vista impresionante del lomerío, el plantel es parte del corazón y la historia de los pobladores del lugar: “Siempre fue un planteamiento de la gente de aquí la reapertura, muchos  lo conocen por IPA —Instituto Politécnico de Agronomía de Montaña—, ahora excepto la especial, tenemos todas las enseñanzas aquí”, comenta el principal directivo educacional en el municipio.

EN ARRANCADA PARA EL NUEVO CURSO

En el área docente mesas y sillas comienzan a llenar las aulas que acogerán a dos niveles educativos: preuniversitario y Enseñanza Técnica y Profesional, en esta última con dos especialidades, la otrora Agronomía de Montaña y Zootecnia y Veterinaria.

Para complementar el proceso de enseñanza-aprendizaje laboratorios de Física, Química-Biología e Informática serán dueños y señores de algunos locales, y bajo la iniciativa propia de profesores como Osmani Milián Alemán existirá un espacio para documentarse sobre hechos y figuras de la lucha independentista a través del aula especializada en la enseñanza de la Historia.

“Para el próximo curso se espera una matrícula de 155 estudiantes, 111 internos y  el resto seminternos —afirma Modesto Estévez—, así como se garantiza la cobertura docente con 36 profesores”.

Como buena nueva, a diferencia de la institución de Cabaiguán donde se empleaban las propias fincas como aulas anexas, en la zona existen áreas que servirán para el trabajo práctico de los estudiantes: el Centro de Sanidad Vegetal, la CCS El Vaquerito, el sitio de frutales, la despulpadora de café y un vivero próximo al centro.

Pedro González asegura que los técnicos medios también cuentan con un aula especializada de Agronomía con diferentes equipamientos: carretillas, machetes, guatacas, picos, cubos, guantes, sogas; además de que animales como conejos, chivos, carneros y cerdos serán parte de las crías en los corrales.

“La formación en el Irael Rives se inserta en el proyecto Hábitat II y vendrá como anillo al dedo para tener fuerza calificada en la montaña y así evitar el éxodo hacia la ciudad desde el Plan Turquino”, explica finalmente Rafael Martín González, vicepresidente del Consejo de Administración Municipal.