Si a usted lo pica un Aedes aegypti durante una de las dos fases anuales intensivas de la campaña antivectorial, o en cualquier otra etapa del año en que los operarios continúan su chequeo focal técnico a nuestros hogares en ciclos de 22 días, quizás llegue a pensar que tiene mala suerte y durante la fiebre hasta imagine al mosquito como un fugitivo que ciertamente aprovecha justificaciones, costumbres e irregularidades para montar su huevada.
Situación epidemiológica en la mira de parlamentarios cubanos
Pero en honor a la verdad —y esta siempre lo merece—, sobre las alas de ese insecto pesan miles de pesos, de manera que no es un hecho fortuito sino causal si un día nos despertamos con el cuerpo salpicado por el rash, nos duelen los ojos y las articulaciones; este es un enemigo que se persigue con todas las armas posibles para evitar que en el mejor de los casos nos mande a la soledad debajo del mosquitero.
En una valoración periodística, generalmente, los reporteros nos apoyamos en cifras, no obstante, en el análisis de esta contienda higiénico-sanitaria donde el objetivo principal es que el Aedes no encuentre morada en la negligencia, los números vienen a demostrar que el vector no puede ser más poderoso que nosotros y que la campaña pone sobre la mesa, o mejor dicho, en las calles, fichas carísimas.
Para cualquier cubano es natural el esfuerzo del Estado sostenido durante más de 50 años aún en medio de las carencias cuando se trata de evitar una crisis epidemiológica. Las estrategias estatales bien aplicadas persiguen la invulnerabilidad de nuestra salud, sin embargo, no por frecuentes debemos dejar de valorarlas en su justa medida, ya lo dice el refranero popular, nadie sabe lo que tiene…
Bastan algunas cifras para ilustrar lo anteriormente dicho, según facilitó a Escambray Yordán Lizano González, Director de la Empresa de Aseguramiento a la Salud, alrededor de 319 400 pesos cuesta la adquisición de una decena de productos químicos usados en la campaña como Abatex, Proposor, Malatium, por solo mencionar algunos.
Otra parte del monto presupuestario radica entre salario y horas extra, si se tiene en cuenta que el pago a los operarios asciende a cerca de
142 000 pesos, y esto no incluye a los supervisores y a los jefes de área, como confirmó a este medio de prensa Luis Manuel Sáenz Martínez, director del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
Cierra el triángulo monetario contra la picadura del Aedes, un elemento siempre sensible, cuya importación se complejizó aún más para nuestro país desde hace casi un año: el combustible. Este mismo directivo precisó que durante seis semanas —del 29 de mayo al 4 de julio— para garantizar procesos como transporte y fumigación solo en el municipio de Sancti Spíritus se utilizaron 29 500 litros de diésel y 8 380 de gasolina, buena parte del cual se compra en dólares en el mercado internacional.
A todo lo anterior se le suma que en el período intensivo las Fuerzas Armadas Revolucionarias movilizaron cerca de 200 civiles, pues según aseveró Sáenz Martínez este acompañamiento permite ejecutar ciclos cerrados cada semana en la intervención intradomiciliaria, ya que esta plantilla se mantiene al ciento por ciento lo que permite bajar la focalidad.
Y todo el esfuerzo institucional y el apoyo ciudadano visto en cifras y del que somos testigos y protagonistas caracterizan a la provincia de Sancti Spíritus desde el año pasado. Hasta la fecha en 2107 solo se reportan casos aislados de dengue y zika, es decir, que no existe propagación, entendida por los expertos como coincidencia geoespacial de los pacientes confirmados con cualquiera de las arbovirosis.
No obstante, el director del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología reconoce que, a pesar de la disposición de los recursos al concluir la fase intensiva, existía un nivel alto de infestación en el área sur de la capital provincial, según explicó en ello incide entre otros factores el que los operarios no siempre hagan el trabajo técnico lo más integral posible. Entonces el Ministerio de Salud debe insistir en la capacitación de esta fuerza para que asuma con mayor conciencia la importancia de su labor.
Si sabemos cuáles son los dos periodos de mayor infestación del Aedes en el año, si los medios de comunicación difunden —para que lo interioricemos— qué condiciones necesita para reproducirse, si para nadie es un misterio qué zonas de los municipios son las más vulnerables para la proliferación del mosquito, si los operarios llegan a las casas, revisan los patios, nos dan gratis los productos químicos para los depósitos de agua permanentes, y si fuera el caso aplican fumigación intradomiciliaria, entonces, ¿qué nos falta?
Dice la sabiduría proverbial que una pared se destruye de una vez, lo difícil es poner todos los días un ladrillo, y en este sentido el reto para todos es la constancia diaria de estar alertas para no perder la percepción de riesgo que representa el Aedes, que además del dengue se ha convertido en el mensajero del zika, chicungunya y la fiebre amarilla. Siendo los cubanos tan solidarios, este será el único huésped que no puede encontrar cobija en nuestras casas.
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