Cuando aquella mañana lluviosa del primero de diciembre de 2016, la caravana del tributo que llevaba las cenizas de Fidel entró a Sancti Spíritus y pasó frente al distinguido escultor Félix Madrigal, algo le sacudió el cuerpo y el alma.
Sin apenas notar la humedad que inundaba sus ojos y el dolor que le penetraba su espíritu, enrumbó como un bólido sin freno hasta su taller, tomó en sus manos un trozo de arcilla, cerró los ojos, respiró profundo y comenzó a moldear entre sus manos lo que es hoy una trilogía de rostros, su regalo por el cumpleaños 91 del líder de la Revolución.
“ Estos tres rostros parten de la recreación de una foto del Comandante y a cada una le incorporo un simbolismo, que nos lleva hasta el Fidel que conocemos, precisa el artista, que en esta oportunidad se hizo acompañar del joven ceramista Maikel Quintero en tan noble empeño.
Metamorfosis desde una roca, una de las tres piezas de la serie, refiere cierta resurrección que nos lleva hasta la eternidad de la obra y el pensamiento de Fidel, desde un sólido cimiento, representado en rocas naturales, desde donde se empina, hacia ese empeño que lo hace un revolucionario excepcional.
En Quijote de América Madrigal nos introduce en esa hidalguía que distingue al Comandante, y en La gran marcha el artista nos entrega al Fidel que es Cuba toda, desde sus palmas reales hasta esa muchedumbre de pueblo que es él y está en él, acompañándolo en las más disímiles situaciones.
“Fue un empeño difícil, que nació de una motivación especial. El pueblo juzgará ahora la obra; en ella está ese sentimiento popular, esas memorias que sobre nuestro líder, viven en cada palmo de esta isla y en el corazón de cada hombre digno de este mundo, refiere Madrigal.
“En esta creación usamos rocas naturales, cementos, cerámica, pigmentos y óxidos, que en su conjunto dieron acabado a esta serie. En lo personal, suma ese compromiso permanente con su legado”.
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