Los venezolanos retornan a las urnas este domingo en las elecciones número 23 en 18 años, para algunos un ejercicio más pero para la mayoría un plebiscito de cara a las presidenciales de 2018
El investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, Alejandro Fierro, señala que estas elecciones municipales en Venezuela son un plebiscito al revés, en referencia a planteamientos de la oposición de derecha que consideran cada elección como un plebiscito a la permanencia del chavismo en el país.
Este domingo, 10 de diciembre, los venezolanos vuelven a acudir a las urnas a menos de dos meses después de las elecciones a gobernadores regionales para elegir a los alcaldes de 335 municipios.
La derecha venezolana y su potente batería mediática nacional e internacional presentan cada campaña como un momento clave que definiría la suerte del chavismo. Según su relato -con más eco fuera del país que dentro-, un resultado positivo precipitaría la caída de Nicolás Maduro y, con él, de la Revolución Bolivariana, un imposible frente al músculo popular del chavismo, señala Fierro.
Sin embargo, agrega, la realidad empezó a contradecir esta hipótesis a la primera ocasión que tuvo. En las elecciones municipales de diciembre de 2013, tan sólo ocho meses después del exiguo triunfo de Maduro, el chavismo se alzaba con un triunfo incontestable: nueve puntos de ventaja -casi un millón de votos de diferencia- y dos tercios de las alcaldías en su poder.
La figura de Henrique Capriles, rival de Maduro en aquellas presidenciales y que fue el dirigente más empeñado en posicionar los comicios en clave plebiscitaria, quedó enormemente erosionada.
En 2015 la derecha ganó las elecciones parlamentarias, la primera y única victoria de la que pueden blasonar, pero hasta ahí, no se produjo la caída del gobierno, gastaron el capital político en acciones equivocadas y violentas.
Lo demás ya es conocido, dos derrotas en 2017 con la Asamblea Nacional Constituyente y las elecciones para gobernadores, donde resultaron aplastados por la ‘marea roja’.
Ahora las cosas no pintan nada bien para los que aspiran a ganar alcaldías contra los partidos de izquierda, cuyo máximo representante, el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) amenaza con ganar una amplia mayoría.
Este domingo, se abstengan o participen, los opositores no deben poner en peligro la victoria de la mayoría de los candidatos de izquierda.
No obstante puede asegurarse que la vuelta a las urnas no significará un plebiscito, no será un voto de castigo contra el chavismo, y menos aún será solo un ejercicio más, especialmente porque los ganadores se acercarán más al pueblo, al voto que decidirá las presidenciales de 2018.
Algunos comentaristas consideran que como son elecciones municipales no es tanto lo que está en juego.
Sin embargo, si hay mucho en juego, este ejercicio en las urnas representará un medidor de la capacidad movilizativa de los partidos que irán a la disputa de la butaca presidencial, algo que ya algunos analistas predicen pudiera ocurrir en el primer semestre de 2018 y no en el segundo como está fijado, sin ser una camisa de fuerza. Pueden ser adelantadas.
Por ejemplo, según Fierro y las estadísticas, la derecha perdió en las regionales de este mes de octubre, tres meses después del nuevo ciclo de protestas, 2,8 millones de votos con respecto a los comicios parlamentarios de hace dos años.
Hay coincidencia con el análisis de Fierro, ‘En cualquier caso, el lunes 11 de diciembre poco o nada habrá cambiado en Venezuela en términos de disputa del poder. Nada presagia que estos comicios supongan un paso decisivo. La verdadera batalla serán las elecciones presidenciales de 2018’.
No obstante, en algunos análisis hay convergencia con lo que plantea el canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, ‘Las alcaldías son las instancias de gobierno más cercanas al pueblo, y si queremos entregarle el poder al pueblo, esta elección es fundamental’.
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