A la vista de su 125 aniversario, el surgimiento del periódico Patria en aquel ya lejano 14 de marzo de 1892 no puede ser apreciado únicamente como el trascendente hecho histórico que realmente fue, sino que también hay que verlo como arquetipo de la prensa revolucionaria cubana —de ayer y de hoy— y adalid de una causa progresista de todos los tiempos: la lucha contra el colonialismo
Al decir de la colega María Luisa García Moreno, “Patria fue la voz de la emigración cubana en Estados Unidos y contribuyó, de manera especial, a intensificar la campaña de propaganda revolucionaria a favor de la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico”. En este punto el periódico desbordó los marcos del archipiélago cubano para proyectarse en términos de latinoamericanismo e internacionalismo.
Pero, además, partiendo de la ideología y proyecciones inmanentes en Martí, cuya esencia más íntima y profunda confiesa en carta a su amigo mexicano Manuel Mercado la víspera de su muerte, Patria es por enunciación un órgano de definida matriz antiimperialista.
La idea acerca de la necesidad del periódico no surge de improviso, sino que la explicita Martí en varias cartas y en particular en una misiva fechada el 16 de noviembre de 1889, en la cual sale a flote el tema financiero: “Lo que me detiene es que ideas de esta dignidad no deben aparecer con pobreza ante el público, porque es dañarlas más que defenderlas, y no veo claro el modo de sacar el periódico a la luz con la frecuencia y holgura que en estos meses de combate son necesarias”.
Después de apremios económicos y dificultades sin fin, Patria surge por la voluntad expresa de José Martí y personas más allegadas en su entorno, en un momento —1892— en que el Apóstol imprime un giro definitivo a su accionar dentro de los Estados Unidos, hacia la preparación de la Guerra Necesaria, a la que dedicará en adelante prácticamente todo su tiempo.
Pero Martí nunca dejaría de ser el periodista sobresaliente que siempre fue. En lo adelante Patria sería vehículo de sus brillantes ideas, órgano no explícitamente reconocido del Partido Revolucionario Cubano, al cual se adelantó en casi un mes; pues, paradójica e inusitadamente, al nacer el 10 de abril de 1892, esa organización política de corte revolucionario-independentista, ya tenía vocero.
Y fue un portavoz combativo, eficiente y veraz desde el primer día. Su primer director, José Martí, redactó el editorial programático “Nuestras ideas” y el artículo de fondo en que explicaba los objetivos de la publicación. En aquel alumbramiento, Martí asumió igualmente, sueltos, anuncios y minutas, como para darle el impuso inicial a la criatura, en la cual aparecían también las Bases del Partido Revolucionario Cubano.
Aunque cuando surge Patria ya existían periódicos como El Yara y El Porvenir, con importante círculo de lectores, la emigración en pleno vio en el nuevo órgano virtudes suficientes para hacerlo su favorito, y es que poseía una orientación precisa hacia la independencia y los medios concretos de lograrla —la lucha armada—. Era singular vehículo de los atractivos y profundos escritos de Martí y otras prestigiosas plumas dentro de la comunidad cubana en el exilio.
Pero por sobre todo, Patria fue, además de grato; unificador, veraz y ético, un ente alejado del sensacionalismo amarillista, de todo recurso fácil para ganar lectores, de toda intriga, egoísmo y afán de prevalecer sobre los otros, pues se guiaba por el más puro de los ideales posibles, el de la manumisión de su pueblo.
Esos principios cenitales: los de la lucha por la unidad desde una posición de integridad y decoro, estuvieron presentes en Patria, desde el primero hasta el último número —al menos en vida de Martí—, pues incluso desde la manigua exhortaba a los responsables del periódico a ser amenos, incisivos y tenaces en la propagación de las ideas y a esclarecer y convencer con sus escritos a adversarios y escépticos.
En Patria encontraron cabida, además de artículos de índole político como “La verdad sobre los Estados Unidos”, que advertía sobre el peligro imperialista, otros dedicados a enaltecer en héroes reconocidos o en sencillos hombres de pueblo aquellas cualidades que pudieran servir de ejemplo a los demás.
Según Luís Toledo Sande —José Martí, con el remo de proa— en uno de sus primeros números, el correspondiente al 3 de abril de 1892, en un artículo titulado “Sobre los oficios de la alabanza”, el Maestro afirmó:
“La alabanza justa regocija al hombre bueno y molesta al envidioso. La alabanza injusta daña a quien la recibe: daña más a quien la hace. La alabanza excesiva repugna con razón al ánimo viril. Los que desean toda la alabanza para sí, se enojan de ver repartida la alabanza entre los demás. El vicio tiene tantos cómplices en el mundo, que es necesario que tenga algunos cómplices la virtud. Se puede ser, y se debe ser cómplice de la virtud”.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.