El gobierno de Trump ordenó una investigación interna para encontrar a los responsables de las filtraciones
“La verdadera historia aquí es por qué se producen tantas filtraciones ilegales en Washington”. Esa fue la primera respuesta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a la renuncia de su Consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, ocurrida el lunes en la noche.
En su carta de dimisión, Flynn se excusó porque “sin quererlo” ofreció “información incompleta” al vicepresidente Michael Pence y a otros sobre las conversaciones telefónicas que mantuvo con el embajador de Rusia.
De esa forma, se refería sin mencionarlo expresamente al hecho de que, según filtraciones publicadas por los medios estadounidenses, Flynn había hablado con el diplomático ruso sobre las sanciones impuestas por Washington a Moscú durante la etapa de transición de poder.
Eso, pese a que la normativa estadounidense prohíbe a los ciudadanos de ese país intervenir en disputas diplomáticas con otros países.
Sin embargo, a juzgar por el mensaje publicado por Trump en su cuenta de Twitter, al mandatario lo que le preocupa es la filtración de la información.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo este martes que Trump le pidió la renuncia a Flynn debido al deterioro de la confianza y no por pensar que hubiera cometido algún acto ilegal.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo este martes que Trump le pidió la renuncia a Flynn debido al deterioro de la confianza y no por pensar que hubiera cometido algún acto ilegal.
“Fue un acto de confianza. El tema era si él informó mal o no al vicepresidente y eso es lo que al final llevó al presidente a pedir y aceptar la renuncia de Flynn”, dijo Spicer.
Agregó que Trump está “muy, muy preocupado” por las filtraciones ocurridas en el caso de Flynn y anunció que el mandatario se va a asegurar de tomar medidas para detener estas filtraciones.
No parecen faltarle motivos, pues es inusual que durante las primeras semanas de un nuevo gobierno se produzcan tantas fugas de información importante.
“Las filtraciones son un problema para todos los gobiernos, pero usualmente durante los primeros días de un nuevo mandato presidencial hay cierta apariencia de disciplina en la comunicación. Definitivamente, ese no es el caso de este gobierno”, dijo Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en los Estados Unidos.
“Nada de esto es normal”, dijo a The Washington Post Steve Schmidt, un estratega republicano que ocupó altos cargos en la Casa Blanca durante el gobierno de George W. Bush. “La incompetencia, el desorden y las filtraciones no tienen precedentes”, agregó.
Pero el tema de las filtraciones apareció muy pronto en la agenda del nuevo gobierno de Trump, incluso antes de su toma de posesión.
A comienzos de enero, la prensa estadounidense informó sobre la existencia de un reporte no corroborado que señalaba que el gobierno ruso poseía información comprometedora sobre Trump.
El entonces presidente electo insinuó que las agencias de inteligencia estadounidenses eran las responsables del informe.
El entonces director saliente de la CIA, John Brennan, calificó el mensaje de Trump como indignante y negó que la comunidad de inteligencia estadounidense tuviera alguna relación con el informe cuya autoría, a la postre, fue atribuida a un exespía británico.
Posteriormente, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, se han producido numerosas filtraciones sobre asuntos diversos: desde el contenido de algunas de las órdenes ejecutivas que ha firmado el mandatario hasta las supuestas disputas telefónicas que ha tenido el mandatario con sus homólogos de Australia y México.
Según publicó la prensa estadounidense, el mandatario tuvo una dura conversación con el primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, a propósito de un acuerdo que había sido firmado por el expresidente Barack Obama para que Estados Unidos recibiera mil 250 refugiados que se encuentran en ese país.
De acuerdo con esas versiones, durante la conversación, Trump le dijo a Turnbull que esa era su cuarta conversación del día con un mandatario extranjero y que esta era “la peor” de todas y cortó abruptamente la comunicación (prevista para durar una hora) a los 25 minutos.
De acuerdo con esas versiones, durante la conversación, Trump le dijo a Turnbull que esa era su cuarta conversación del día con un mandatario extranjero y que esta era “la peor” de todas y cortó abruptamente la comunicación (prevista para durar una hora) a los 25 minutos.
El relato oficial de la Casa Blanca sobre la conversación no mencionó ninguno de estos detalles, pero Trump escribió un mensaje en Twitter en el que mostraba su insatisfacción por el acuerdo con Australia.
El gobierno de Trump ordenó una investigación interna para encontrar a los responsables de las filtraciones.
La semana pasada, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, reveló que indagan sobre esto pues consideran que se ha producido una ruptura de las leyes y de los protocolos.
En el caso concreto de Flynn, además,se anunció una investigación en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, aunque no versará sobre si el funcionario quebrantó alguna ley en sus contactos con Rusia sino sobre quién filtró la información que llevó a su renuncia y por qué sus conversaciones estaban siendo grabadas.
“Estoy sorprendido de que nadie esté cubriendo el verdadero delito aquí. Hay un ciudadano estadounidense cuyas llamadas telefónicas fueron grabadas y luego filtradas a la prensa”, dijo el parlamentario republicano Devin Nunes a la agencia AP.
Según The Washington Post, la situación ha llevado a algunos funcionarios del gobierno a recurrir al uso de aplicaciones móviles encriptadas, que además borran el contenido de los mensajes una vez que han sido leídos, por temor a ser acusados de estar dando información a los medios.
“La llegada del equipo de Trump a Washington fue menos una transición presidencial que una toma de control hostil y los funcionarios del gobierno afectados están contraatacando de la única manera que pueden: filtrando información dañina en momentos oportunos”, comentó Zurcher.
El corresponsal de la BBC destacó que las fugas de información también se están originando como consecuencia de la lucha entre distintas facciones dentro de la Casa Blanca que “comparten con la prensa datos seleccionados para debilitar a sus rivales y hacer avanzar sus agendas particulares”.
Además Trump, cuando era presidente electo, decidió no recibir los informes diarios que tradicionalmente las agencias de inteligencia prepararan para el ocupante de la Casa Blanca.
La decisión despertó las alertas en la comunidad de inteligencia y fue considerado como una muestra de desprecio por su trabajo.
En un artículo publicado el domingo en el diario británico The Observer, el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) John Schindler apunta hacia las agencias de inteligencia como una de las principales fuentes de fugas de información.
“Que la comunidad de inteligencia tiene grandes motivos de preocupación es palpable por las revelaciones casi diarias de grandes problemas en la Casa Blanca, apenas tres semanas después de la toma de posesión”, escribió Schindler.
Zurcher también cree que los espías pueden estar detrás de una parte de lo que ocurre.
“Las agencias de inteligencia están demostrando ser un adversario particularmente diestro para el nuevo gobierno y ya han logrado su primer trofeo: el consejero de Seguridad Nacional Michael Flynn”, explicó.
Pero, según Schindler, las cosas están yendo aún más allá pues afectan el flujo de información de inteligencia que recibe la Casa Blanca.
“Durante décadas, la NSA ha preparado informes especiales solo para el presidente, que contienen enormes cantidades de información de inteligencia. En las últimas tres semanas, sin embargo, la NSA dejó de hacerlo por temor a que Trump y su equipo no sean capaces de guardar sus mayores secretos de inteligencia”, escribió.
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