Los equipos de protección para el personal de los Servicios Comunales constituye una obligación y necesidad
Los trabajadores que recogen desechos sólidos en la ciudad de Sancti Spíritus ya no se asombran: es “natural” encontrar restos de vísceras o animales domésticos muertos en los depósitos de basura. En el relato, tomado de historias contadas por sus protagonistas y de verificación personal, sale a relucir la validez de los equipos de protección personal para cuidar la salud.
La Dirección Provincial de Servicios Comunales, subordinada al Consejo de Administración, tiene en su plantilla cerca de 2 700 personas, de ellas, más de 1 700 participan indistintamente en el mantenimiento de áreas verdes, barrido de calles, recogida de desechos sólidos y vertederos, servicios necrológicos en funerarias y cementerios y alimentación y cuidado de animales en el Parque Zoológico de la cabecera provincial.
Por las características de sus labores de saneamiento requieren del empleo consciente y oportuno de overoles, guantes de látex, lona o piel, botas de casquillo o goma, faja de seguridad y nasobucos.
Las normativas cubanas regulan en la Ley No. 116 o Código de Trabajo, específicamente en el onceno capítulo, el derecho de los trabajadores a la seguridad y salud en sus espacios laborales, mediante la adopción de medidas para la prevención de accidentes y enfermedades, así como la responsabilidad del empleador (empresa u organismo al que pertenece) de garantizar condiciones.
Asimismo, la Resolución No. 283 del 2014 del Ministerio de Salud Pública indica una lista de enfermedades profesionales, entre las que se encuentran las causadas por agentes biológicos, como la leptospirosis, de la que pueden ser víctimas estos trabajadores si no cumplen los requerimientos necesarios.
Como lo expresan los funcionarios del sector, son los jefes de brigada, zona o turno quienes tienen la responsabilidad más inmediata para hacer valer las normas de seguridad, “son ellos los que están en cada momento, los que controlan durante todo el día”, aunque fuera de las miradas de los supervisores los trabajadores tienen opiniones de diversa índole.
Reconocen que se les entregan medios, aunque la periodicidad no siempre se logra; en la mayoría de los casos no emplean el nasobuco, “porque molesta”, “ahora hay un poco de frío, pero cuando el calor aprieta es incómodo porque te hace sudar”, “el que hace falta es el que tiene filtro y no el de tela que dan”, aseguran.
En ese sentido, autoridades de la subdirección económica de la Dirección Provincial de Servicios Comunales, reconocieron que en el país actualmente no se comercializan nasobucos con filtros, los más efectivos en la protección; y el año pasado las botas de goma quedaron fuera de las compras por la ausente calidad.
Ahora bien, organismos como el Departamento de Salud e Higiene del Trabajo en la Dirección Provincial de Trabajo, evalúan al menos una vez al año a cada una de las entidades y el control se repite si existen señalamientos. De acuerdo con funcionarios de esta subdirección, en el mes de septiembre del 2016, se fiscalizaron cada uno de los municipios, tanto la parte documental que incluye vida útil y entrega de los equipos de protección, como las labores en las áreas y no se detectaron deficiencias.
Ahora, claro está, una cosa es la realidad de la que hablan los funcionarios desde las oficinas y otra bien distinta es la que observa Escambray. Los equipos se entregan, se utilizan, la calidad no es la óptima y se buscan otras alternativas: por ejemplo, se recurre a guantes en mal estado que se hallan el barrio o en las casas; lo que se recibe gratis va a parar a manos de otro personal porque se vende, se cambia salud por dinero; o simplemente los trabajadores se hacen los suecos y dejan a un lado los nasobucos y las fajas de seguridad.
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