Este Consejo Popular de Yaguajay exhibe transformaciones al calor del programa de reanimación comunitaria que acomete la provincia
Todavía las indagaciones no han colocado punto final a la procedencia del nombre que identifica al poblado cabecera de ese Consejo Popular enclavado en áreas del Plan Turquino, en el municipio de Yaguajay. Teorías y leyendas populares lo relacionan, de una u otra forma, con un árbol típico del lugar.
Evidencias arqueológicas dan cuenta de la presencia aborigen en la zona, sobre todo en la Sierra de Bamburanao; a partir de entonces la vida humana se llegó a esos contornos y aparecieron asentamientos cuyas casas lo mismo se afincan en las laderas, se pegan a una calle, que se avistan desperdigadas a ambas orillas del único camino que cruza esa geografía intramontana.
Jobo Rosado, La Gloria, El Rincón, Llanadas Abajo, Llanadas Arriba y Alunao aparecen en la lista de las comunidades que pueblan ese paisaje rural, lugares donde todo gira alrededor de la tierra, por eso varios de los caseríos a media mañana parecen sitios vacíos. “A esta hora casi todos están en las fincas”, comentó Tamara Arteaga Perna, campesina y residente de Llanadas Arriba.
ANHELOS POR EL CAMINO
El Consejo Popular de Jobo Rosado fue objeto del más reciente empuje del programa de reanimación de comunidades iniciado en la provincia en los últimos años y que otra vez puso énfasis en el mejoramiento de la infraestructura social y la solución de planteamientos a fin de hacer más llevadera la estancia en una zona con marcada influencia en la producción agropecuaria de ese territorio.
“Se hicieron acciones de mucho impacto en la población”, refiere Alberto González Arcea, presidente del Consejo Popular, a la vez que enuncia los disímiles trabajos reconstructivos en escuelas, bodegas, consultorios médicos, paradas de ómnibus, y también labores en función de la higiene y el embellecimiento comunitario.
“Mención aparte merecen las viviendas que se están ejecutando a través de los subsidios y la erradicación en Llanadas Arriba de una zona de bajo voltaje que benefició a siete casas, pero lo que más la gente agradece es el arreglo del camino, aun cuando falta un pedazo, porque estaba crítico y si algo preocupa en estos asentamientos es la transportación”, señaló González Arcea.
“Antes de la Revolución aquí no había ni caminos y los enfermos se sacaban en hamacas para Venegas”, rememora el combatiente Onidis Obregón Ortiz, nacido hace 78 años —según sus palabras— en plena cordillera, y luego habitante de Llanadas Abajo, comunidad declarada recientemente de referencia en el Plan Turquino espirituano y que, por cierto, exhibe una infraestructura eléctrica, a la altura de una ciudad.
“De aquel caserío antiguo al asentamiento de hoy no hay comparación —afirmó el lugareño—, pueden haber viviendas con algún problema, pero ninguna tiene piso de tierra y la más humilde posee adentro equipos de valor”.
Con el aval de llevar 25 años como delegado de esa circunscripción, Ariel Obregón García destaca la favorable acogida que tuvo entre los más de 300 electores la reciente reanimación de varias instalaciones estatales, pero insiste en un punto que muchos vecinos comparten con él: la incomunicación el fin de semana.
“Tenemos transporte hasta Meneses de lunes a viernes, ni sábado ni domingo hay viajes; es verdad que a mediados del pasado año se apretó el asunto del combustible en el país, pero es que estamos en esta situación desde que empezó el período especial y aquí el que quiera llevar un muchacho al pueblo a tomarse un helado, dar un paseo o ir un domingo a visitar un hijo becado en Sancti Spíritus tiene que moverse en los medios particulares y los precios usted sabe cómo están”, explicó el delegado.
HABLAN LOS ELECTORES
Leyda Leiva Alemán reside en la propia comunidad hace 61 años y no escatima elogios sobre la feria realizada el domingo anterior en todos los asentamientos del Consejo Popular. “Muy bien hecha, nunca había visto eso en estos lugares, nos gustó todo lo que vendieron, el helado fue un acontecimiento, hace falta que se repita una que otra vez en el año”.
Mientras Maritza Balmaseda, coordinadora de los CDR, expresó: “Las reparaciones que se han hecho han quedado bellas, como áreas campesinas aportamos comida, nos gustaría que del pueblo vengan cosas con más frecuencia y, le digo algo, quien quiera ver una comunidad solidaria que venga a Llanadas Abajo”.
La escuela primaria Rafael Trejo es la imagen viva del progreso experimentado en las instalaciones de la comunidad, al contar ahora con carpintería de aluminio, baño con taza, luces, pintura y nueva pizarra.
“Los niños se sienten mejor, se nos facilita la creación de hábitos de higiene y con esa pizarra grande podemos llevar los cuatro grados que impartimos al mismo tiempo. Lo que más agradezco es la ventilación que tiene ahora el aula y el nuevo televisor, aunque falta la antena para echarlo a funcionar”, asegura la maestra Albis Pupo.
Solo 4 kilómetros separan a Alunao de la carretera de Mayajigua, por la zona de Calienes, distancia que para Ana María Álvarez se torna más larga. “realmente nos afecta el mal estado del camino y hace como un mes no tenemos guagua para Mayajigua; son casi las 11:00 a.m., desde el amanecer estoy vestida para bajar y el único carro que ha entrado hoy aquí es ese jeep del periódico Escambray. Aprovecho para decirle que a este lugar hace más de un año que no llega ningún tipo de periódico”.
La propia vecina describe a Alunao como una comunidad virgen en cuanto a robos y otros delitos; un tranquilo caserío que reúne a cerca de 70 habitantes, los cuales cuentan a partir de ahora con una confortable bodega, fruto del programa de reanimación. “Este asentamiento estuvo tiempo atrás desconocido, abandonado, pero eso ha ido cambiando”, añadió Ana María, quien como encargada del teléfono público instalado en su casa hace malabares para estirar los 3 000 minutos a lo largo del mes.
ECOS DE LA REANIMACIÓN
El campesino Santos González Arcea se declara contento porque su casa, en Alunao, se incluye entre las siete que recibieron techo de fibrocemento para sustituir el guano.
“Claro que voy a mejorar, es más duradero, me quito de arriba el tormento de la mojazón cuando llueve; ponga ahí que la mujer se alegra mucho del cambio”.
“Lo único que le falta a Llanadas Arriba para hacer un trabajo completo es la reparación de dos edificios y una casa”, enuncia Tamara Arteaga, a la vez que Reina Abreu Castillo, también integrante de la Cooperativa de Créditos y Servicios Alberto Pis, no deja escapar la oportunidad para sacar a relucir el recurso más importante con que contó la reanimación en todo el Consejo Popular: “la cooperación y la participación de los vecinos en lo que hizo falta”.
Hay que sentarse en la vivienda de Juan Toledo y Magdalena Téllez, en Llanadas Arriba, para aquilatar lo que representa decir adiós al bajo voltaje.
“Ese era un planteamiento de años —relata Juan— y la mejora es total, fíjate, que tenía el refrigerador en la casa del suegro porque aquí no arrancaba, esto nos cambió la vida. Puedo decirte, además, que en esos días me gradué de pintor, soy jubilado de la bodega y me pidieron ayuda, la pinté completa; hay que pedir mejoras, pero también hay que saber dar a la sociedad”.
Más allá de la sequía que amenaza a cuanto cultivo se aferra al suelo, del éxodo poblacional que padece la zona, de que se culmine la reparación del vial, se reanude la ruta Llanadas-Alunao-Mayajigua y se solucione el sensible asunto del agua en la comunidad de La Gloria, en el Consejo Popular no se ha apagado la vida rural ni el apego a la tierra; tampoco el sentido de pertenencia hacia una región querida por los nativos o los que llegaron después, como la doctora Iris Day Pérez Oliva, que no apostó por la ciudad y prefirió anclar su carrera y su vida en el natal Jobo Rosado.
Mi abuelo era un guajiro de campo….parte de la casa era de guano….. pero era una casa.
La foto donde se elogia que recibirá un nuevo techo, creo que no soportará el peso del fibrocemento. Por favor se debe de ayudar a mejorar antes su casita, para que pueda soportar el nuevo techo.