Después de la devastación provocada por el huracán Irma, los agricultores espirituanos prefieren mirar el lado bueno del meteoro: que tienen agua suficiente en los ríos, las represas y los pozos para levantar más de una cosecha
Que un huracán como Irma destruya los semilleros de tabaco a inicios de septiembre es una mala noticia; que a los pocos días una vaguada caiga sobre ellos con saña parecida resulta todavía peor; pero que el Instituto de Meteorología avise de la inminencia de una tercera ronda, al menos para los guajiros de Cabaiguán clasifica como una maldición.
Así dicen en la zona de Jíquima de Peláez, donde se levantan los mayores semilleros de toda la provincia; pero también en la Empresa Agroindustrial de Granos Valle del Caonao, donde los campos de yuca y maíz quedaron acostados como si hubieran soportado el peso de una aplanadora; y hasta en los cafetales de Trinidad y Fomento, donde los cosecheros tuvieron que cambiar radicalmente sus pautas.
Daños en más de 260 vaquerías y la pérdida de casi 45 000 metros cuadrados de techo en las instalaciones porcinas y más de 9 000 en las avícolas ya de por sí resultaban una carga demasiado pesada para el sector, que de un tiempo a esta parte venía lidiando contra el huracán silencioso de la sequía.
Según comentó a la prensa Alberto Reina Montiel, subdelegado agrícola en Sancti Spíritus, al paso del ciclón el 54 % de las áreas plantadas –alrededor de 28 000 hectáreas– reportaron afectaciones, las que son más notorias en aquellos territorios que recibieron el mayor impacto como Yaguajay y Cabaiguán, el primero por los fuertes vientos y el segundo por la intensidad de las lluvias asociadas al meteoro.
El propio directivo, sin embargo, tiene otra manera de evocar la realidad que vive la agricultura espirituana en estos momentos: «Nosotros no sabíamos cómo íbamos a enfrentar la campaña de siembra por la baja disponibilidad de agua que tenía la provincia, ahora el beneficio en este sentido es muy grande, todo se llenó, se recuperaron los pozos y las condiciones cambiaron totalmente a nuestro favor».
CANTERO A CANTERO
A partir del comportamiento de la naturaleza, el Ministerio de la Agricultura en esta provincia ha previsto dos direcciones esenciales de trabajo: reprogramar la campaña de siembra de frío bajo el concepto de reponer cada campo perdido para que no disminuyan las áreas en cultivo y darle máxima prioridad a los llamados renglones de ciclo corto con vistas a lograr una producción de alimentos de manera escalonada a partir de los meses finales del corriente año.
La ingeniera Onelquis Gutiérrez, jefa del grupo provincial para la agricultura urbana y suburbana, confirmó la marcha de la recuperación con algunas noticias alentadoras, como la puesta en vigor de los cerca de 10 400 canteros que fueron destruidos totalmente.
Según la funcionaria, el rescate de las producciones urbanas y suburbanas comenzó con las labores de saneamiento de los cultivos dañados, a lo que le siguió el riego de materia orgánica y la realización de siembras directas, un proceso igualmente interrumpido por las precipitaciones, que han obligado a los agricultores a recomenzar más de una vez.
A fin de encarar el posible azote de plagas y enfermedades, muy propio de estas circunstancias, en predios espirituanos ha sido prioridad el desagüe de los campos inundados, así como la vigilancia fitosanitaria y la producción de medios biológicos de factura local.
LO MEJOR DEL CICLÓN
Con la presa Zaza botando agua por sus compuertas y unas ganas tremendas de sacudirse la saga de la sequía, que durante varias campañas lastró las aspiraciones productivas y los bolsillos de los arroceros, Orlando Linares, director de la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, anunció en las últimas horas que la mayor entidad agropecuaria de la provincia estaba en condiciones de volver por sus fueros.
«Nosotros nos llevamos lo mejor del ciclón», aseguró el empresario mientras recogía junto a su gente toneladas de escombros en la zona norte de Sancti Spíritus y contaba las horas y hasta los minutos que le faltaban para regresar a La Sierpe.
«Estamos amarrando los cabos sueltos para una campaña 2017-2018 que supere las 29 000 hectáreas de arroz», declaró el director de Sur del Jíbaro, convencido de que esta vez al menos por agua no deben pararse.
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