Escambray Periódico de Sancti Spíritus
El Parque Nacional, ecosistema más afectado en la Sancti Spíritus por el huracán Irma, comienza a recuperar sus paisajes
Manglares de Caguanes: salvadores y víctimas
Daña huracán Irma el 80 por ciento de los bosques naturales de la provincia
El arbusto deshuesado y solitario otea el horizonte desde un acantilado en cayo Salinas. Las aguas del mar ahora ronronean azulísimas y en santa calma. Restos de la turbulencia pasada se encuentran todavía en los sargazos que oscurecen las pequeñas playas de la comarca. El manglar fracturado enseña más penas que glorias. Las auras pelonas sobrevuelan el bosque también calvo. Sobra la carroña. La lancha bordea despacio los cayos de piedra de la costa Norte. Más allá los montes, un revoltijo de hojas con madera. Casi todo Caguanes, retorcido y desencajado.
Los trabajadores de este Parque Nacional no esperaron mucho para hacerse al Caribe e inventar trillos campo adentro después del paso del huracán Irma. Cámara en mano registraron decenas de imágenes impactantes de los destrozos y escribieron una valoración preliminar de los daños a este exclusivo paisaje, más de 20 000 hectáreas de océano, cayos y tierra firme en el corazón mismo de la Bahía de Buenavista, Reserva de la Biosfera y Sitio Ramsar desde el año 2000.
LAMENTO EN EL MANGLAR
Desde Cayo Aguada hasta Cerrotico de Judas se extiende el área actual del Parque Nacional Caguanes que, según los especialistas, comenzaron a poblar hace más de 2 000 años algunas comunidades aborígenes y luego contrabandistas, piratas, carboneros y pescadores.
De acuerdo con la evaluación general de los daños ocasionados por el evento meteorológico, muchos ejemplares de la fauna enseguida dieron señales de sobrevivencia, pero el testimonio de pescadores y guardaparques da fe de la pérdida de unos 500 flamencos rosados y otros 1 000 ejemplares de aves acuáticas como garzas de diferentes especies, corúas y cocos, entre otras.
En cuanto a la flora, el bosque semideciduo micrófilo mantuvo su estructura y solo el 20 por ciento presenta afectación moderada porque gracias a su ubicación geográfica recibe continuamente los vientos del nordeste y se encuentra más preparado para el embate de un ciclón. Por su parte, en los ecosistemas de los cayos de piedra los árboles perdieron la mayoría de las hojas y ramas, mientras que los manglares soportaron la embestida ciclónica y protegieron la línea costera, pero muchos no sobrevivieron. En el humedal ciénaga de la guayabera el 40 por ciento de la floresta original quedó por tierra y en los ejemplares sobrevivientes la defoliación y la pérdida de las ramificaciones resultó casi generalizada.
Dentro de los valores paisajísticos reconocidos del Parque, ¿cuáles quedaron más mal parados por el paso de Irma?, indaga Escambray con Norgis Valentín, su director.
“Desde que pasó el huracán hicimos dos recorridos en barco como a las tres cuartas partes del Parque. Pudimos revisar los ecosistemas más afectados y los que son objeto de conservación en el área, como los cayos de piedra, el humedal Ciénaga de la Guayabera, los ecosistemas laguno-palustres y los manglares. Lo que más sufrió fue el manglar, incluso ejemplares centenarios, únicos en el país, fueron afectados.
“El manglar es un ecosistema que según se vayan creando condiciones para su resiliencia es recuperable en poco tiempo, ya los árboles maduros se perdieron, pero la estructura del bosque sí se recupera. Además, existen condiciones favorables para que esos bosques puedan sobrevivir: gran humedad y entra más luz solar, lo cual permite que la germinación de la semilla sea más efectiva.
“El otro valor bastante afectado fue la avifauna, el flamenco fundamentalmente, que es una especia carismática necesitada de protección. Esta área sirve no solo a los ejemplares que la habitan, sino a otros que vienen a alimentarse y nidificar en algunas épocas. Ha sido afectado su hábitat de desarrollo”.
COMENZAR DE CERO
Entre las virtudes naturales de este Parque Nacional se cuentan la Ciénaga de la Guayabera, hábitat de la grulla cubana, el ave más grande de la isla; los sistemas de cuevas y cavernas con significativas pictografías de la cultura aborigen; su singular flora y fauna, que incluye alrededor de una veintena de especies de murciélagos, algunos exclusivos de la región; y los emblemáticos cayos de piedra, formaciones geológicas del Mioceno, únicas de su tipo en la isla y el Caribe.
Contaminado durante décadas por la industria azucarera, víctima de la depredación y la incultura ambiental, el lugar comenzó a cambiar su rostro a partir del proceso de transfiguración económica de la región con el cierre de las fábricas existentes y del quehacer devoto de sus especialistas, técnicos y trabajadores en aras de la educación ambiental, el manejo sostenible y la preservación de ese valioso patrimonio ecológico.
Ahora deberán partir casi de cero no solo por sus comarcas heridas, sino por los daños causados en la infraestructura: la estación biológica de Cayo Caguanes perdió la cubierta y una puerta lateral, los ranchones y otras instalaciones que prestan servicios al turismo quedaron casi devastados, los muelles de atraque en Playa Vitoria y Cayo Caguanes prácticamente desaparecieron, entre otras afectaciones.
“Creo que una de la prioridades debe ser la recuperación del manglar, que era uno de los mejores del país y quedó muy afectado. Hay que trabajar en su regeneración de acuerdo con las posibilidades y recursos que tengamos y el resto dejarlo al tiempo para que se recupere. Donde fue dañado de forma total se debe reforestar, tenemos pequeños planes para el fomento de áreas, existen viveros, posturas. Las metodologías internacionales establecen, por ejemplo, que —por los servicios al ecosistema—, la pérdida de cada hectárea de manglar se valora en 16 000 pesos y su recuperación, en 4 500. Estamos en una buena época, está lloviendo y eso ayuda a la regeneración. El principal recurso en esa área es el natural que le da su significación y es importante recuperarla, pero eso va a demorar”, valora Leonel Díaz Camero, delegado del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio ambiente en la provincia.
Desde hace días y noches se trabaja en Caguanes, lo mismo con el machete en la mano restableciendo los senderos que recogiendo escombros en las instalaciones. Los especialistas consideran que el Parque puede superar los deterioros, volver a reverdecer en algunos años y exhibir sus valiosos ejemplares de flora y fauna.
¿Por dónde han comenzado a recuperar Caguanes?, ¿qué puede hacer un puñado de trabajadores por un espacio tan gigantesco?
“Primeramente la valoración. De todos estos fenómenos se derivan nuevas investigaciones —precisa el director—. Tenemos que continuar con el monitoreo de las especies de flora y fauna. Para nosotros la conservación y la protección están en primer lugar. Necesitamos buscar técnicas nuevas para continuar la reforestación de aquellas especies que se encuentran en peligro, no solo por el huracán, sino también por el cambio climático.
“Los muelles de atraque ya se encuentran recuperados al 50 por ciento; la infraestructura para prestar servicios al Turismo, principalmente los senderos, están prácticamente restablecidos, ya estamos aptos para atender a los visitantes que lleguen por tierra al área; en estos momentos se labora en la recuperación del techo de la estación biológica, pero nos faltan todavía algunos recursos; el camino para entrar a cayo Caguanes también lo mejoramos. Nuestros trabajadores, con gran sentido de pertenencia, se han entregado a las labores y han dado un considerable aporte con un mínimo de recursos”.
La naturaleza no se levanta como una pared. Necesita tiempo. Sin embargo, al borde mismo de la costa norte algunos retoños comienzan a resucitar. Una bandada de garzas blanquísimas parte hacia el horizonte. En aquella rama la cría de sarapico insiste en limpiar su plumaje mientras un flamenco sobreviviente entra a la escena. Caguanes aletea.
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Escambray / ISSN 9664-1277
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