Cerca de Jatibonico y en suelos de secano, la CPA José Antonio Echeverría muestra el camino de la recuperación cañera
Nada extraño hubiese sido que todos los cañaverales de la provincia disminuyeran sus resultados si en definitiva la escasez de lluvias no tuvo compasión con ninguna superficie agrícola. Entonces, lo raro fue conocer que en la pasada zafra solo siete unidades productoras entregaron el estimado de materia prima programado y una de ellas fue la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) José Antonio Echeverría, por demás, la única del sector anapista con tal resultado.
Aunque, la de ahora es otra historia, vale apuntar que esa entidad figuró entre las mejores de Sancti Spíritus hasta los inicios de la década de los 90 del pasado siglo y, hace apenas tres años, archivó en sus predios un panorama muy crítico derivado, en buena medida, por el bajo rendimiento del cultivo: 32 toneladas por hectárea.
Cuando se indaga por las claves de ese resurgir, sale a flote el abc de la caña si de atenciones a los campos se trata; sin embargo, allí las cuentas fueron para sumar en vez de restar y el rendimiento promedio de las plantaciones subió a 46 toneladas por hectárea. Si la sequía hablara, diría que se burlaron de ella.
“Atendemos bien la caña, incluidas todas las labores agrotécnicas que el cultivo necesita, la fertilizamos y le aplicamos el herbicida cuando hace falta, pero ese trabajo no sería completo si no cuidamos los campos del fuego y de los animales,” señaló Osleibi Díaz, el presidente que tomó las riendas de la cooperativa hace tres años.
CEPAS DE CICLO LARGO
Tal vez esta sea una de las estrategias que marca la diferencia con otras unidades y que permita entender cómo en suelos de secano, los campesinos de la José Antonio Echeverría no solo entregaron los volúmenes de caña planificados para la zafra: unas 29 000 toneladas, sino que superaron el compromiso en cerca de 5 000.
“Dejamos alrededor de 100 hectáreas de retoño que no las cortamos en la cosecha anterior, por eso pudimos comenzar los cortes con caña vieja, algo que consideramos fundamental y así logramos una adecuada composición de cepas”, explicó Aldo Pastoriza, vicepresidente de la CPA.
Pero en la única cooperativa cañera de la provincia, declarada este año Vanguardia Nacional de la ANAP, anidan otras enseñanzas, más allá de aplicar los tradicionales manuales de la agrotecnia.
Una radica en la solvencia económica, reforzada ahora con los 3 millones de pesos que les reportó el cumplimiento de la entrega de caña al central Uruguay. Las otras son archiconocidas: que no haya exceso de fuerza laboral y se controlen eficazmente los recursos destinados al cultivo.
“Prácticamente todas las labores de producción de comida de la cooperativa las hacemos con tracción animal, porque cuando se le quita a la caña un litro de petróleo, un litro de herbicida o un saco de abono, el cañaveral se lo siente”, subrayó Osleibi Díaz.
EL ESPEJO DE LOS 80
La nueva dirección de la CPA tiene mucho que ver en la armonía del colectivo, que ha convertido los retos en motivaciones. “Nos percatamos de que estábamos dejando de hacer bien el trabajo en la caña”, reconoce el presidente y asegura que le echaron mano al viejo parque de maquinaria, inactivo por más de 10 años. “Le estamos haciendo las labores al campo como se hacían en los años 80”, precisa.
“Si no te montas en la historia para recuperar la caña no hay progreso, traemos a los cooperativistas de aquella época y nos aportan sus consejos; otra cosa es que todas las labores las realizamos con equipos propios, incluido el corte y tiro, nos ahorramos cerca de 300 pesos en cada hectárea cuando le hacemos nosotros mismos las atenciones al campo y con calidad”, agregó Osleibi Díaz .
“Aquí trabajo sí hay mucho”, declaró el operador Isaac Sánchez a la vez que señala para el T-150 K, uno de esos equipos rescatados luego de más de 30 años de explotación. “Estaba para darle baja, pero lo armamos y esto es de domingo a domingo: roturar, cultivar, lo que haga falta”.
La aplicación a las plantaciones del bionutriente Fitomás E, rinde positivos frutos y, según Aldo Pastoriza, “gran parte de la vitalidad que tienen nuestros campos, donde este año ha llovido muy poco, es por usar ese producto, muy barato y de calidad”.
El trabajo integral desplegado últimamente en la CPA contempla entre sus prioridades rescatar las variedades que en esos suelos dieron mucha caña, al punto de que la cooperativa está prácticamente sellada con esas cepas. “El reto es seguir trabajando, hacer las cosas bien, para igualar el rendimiento de 82 toneladas por hectárea logrado en los años 80”, manifestó Osleibi Díaz.
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