La larga vida de Rigoberto Peralta como constructor fluye a través de historias como la rotura del puente Agabama que incomunicó al municipio Trinidad hace unas tres décadas o los sucesos de Lebrije
Hay tres cosas importantes que hasta hoy marcan la vida de Rigoberto Peralta Valle, un constructor espirituano que devino combatiente, o viceversa: los casi cinco años de lucha en la República Popular de Angola, la reconstruccióndel puente de Agabama, cuando las intensas lluvias del mes de mayo de 1989 despedazaron la carretera y dejaron incomunicado al municipio de Trinidad y la ejecución de las llamadas Cuatro Vías de entrada a la ciudad del Yayabo.
No podría definirse cuál fue más importante, lo que sí tiene claro es que dentro de todas las ramas de la ingeniería —y ha trabajado en todas—, la que más le gusta es la construcción civil, reafirma antes de responder la andanada de preguntas que vendrían después hasta hurgar en la vida de un forjador de puentes y carreteras, técnico en viales, innovador de primera línea y actualmente jefe del Departamento de Construcción y Montaje en la Empresa de Pavimentación, perteneciente el Micons.
¿Constructor o combatiente?
“Ambas cosas, porque fueron varias misiones difíciles en épocas diferentes. La primera vez fui como soldado de una unidad de artillería y llegué a Angola el mismo día en que murió Agostinho Neto. Las acciones contra la Unita se sucedían unas tras otras y fue duro porque operaba una BM-21 y durante la preparación nos enseñaron lo básico, pero mi especialidad era apuntador de piezasy eso lo tuve que aprender sobre la marcha e incluso una vez nos la vimos fea durante la operación Raúl Díaz Arguelles en los alrededores del río Cunene porque había que operar con obuses, algo que desconocíamos, por suerte llegó el grupo de la Fapla, pero entonces tuvimos que pelear como infantes, a tiro limpio. Ya te imaginas el riesgo y las bajas”.
Como quien no quiere recordar,desbroza a tajos largos su paso por el continente africano en otras dos misiones y, sin llegar a los detalles, desanda los casi siete años que estuvo lejos de los suyos, primero como trabajador civil de las FAR construyendo obras de la defensa en plena guerra y más adelante como colaborador en una empresa angolana en un proyecto de Acueducto y Alcantarillado.
Entre una y otramisión comienzan sus estudios de Estructura y sus inicios dentro del Ministerio de la Construcción, para adentrarse en un oficio del cual nunca se ha desprendido a pesar de que el pavimento es duro y no hay botas que aguanten.
“Nunca he estado fuera del Micons. Cuando en 1981 comienzo a trabajar en la otrora ECOI-13 tuve la suerte de estar bajo la tutela de Wilfredo Bécquer, toda una institución en materia de construcción; de él bebí todo lo que me enseñó y así pude enfrentar mi primer trabajo a pie de obra: la rotonda de la entrada a Sancti Spíritus.
Después vinieron las Cuatro Vías de entrada a la ciudad, en el tramo desde la Plaza de la Revolución hasta la Terminal de Ómnibus. Esa fue mi escuela, una obra muy compleja que me ayudó mucho en el desarrollo general de mi especialidad porque llevaba de todo: movimiento de tierra, construcción civil, soterrados, cable coaxial”.
Sin prisas, Rigoberto va mezclando trozos de su vida y recuerda a su padre fallecido, cuando dejó de viajar a Guasimalgracias a la asignación de un apartamento en la cabecera provincial, de cuán intensa resultó la ampliación de la Carretera Central en momentos que la gente decía que no se acababa nunca y ellos hacían oídos sordos y trabajaban a tiempo completo o iban a sus casas a bañarse e intentar dormir un rato con los planos bajo el brazo.
Entre una pequeña pausa para un sorbo de agua y responder al sonido del tronqui, hace alusión a uno de sus trabajos emblemáticosy evoca con orgullo los seis días heroicos de 1988 cuando por intensas lluvias la crecida del río Agabama hizo colapsar la carretera hacia Trinidad y en menos de una semana, sin dormir, los constructores realizaron el trabajo de 15 días.
“Algo parecido sucedió cuando las lluvias que pusieron en peligro la Lebrije, sabíamos que si no se hacía el trabajo se iba la presa, pero llevábamos una semana trabajando y no se llegaba a la presa. se tomó un segundo aire y se hizo la banqueta para estabilizar la cortina”.
Tampoco puede dejar atrás las memorables La Demajagua I, II y III, como se lesllamó a las largas jornadas productivas movilizadas para construir el tramoespirituanode la Autopista Nacional, el mayor proyecto vial de todos los tiempos realizado en el país, por su extensión y por los requerimientos técnicos que exigió.
Por último llegóal asfalto con su carga de tensiones. “Para ser sincero, el asfalto no me gusta. Es uno de los trabajos más fuertes y más complejos dentro de la construcción. Es una labor que requiere de un engranaje total, que nada falle. Por demás hay que tomar decisiones organizativas de momento y nunca me ha gustado la dirección, yo nací para trabajar a pie de obra, me gusta la ejecución”.
Excelente constructor, excelente compañero y un gran amigo. Saludos y felicitaciones para él desde la UEB de Movimiento de Tierra de la ECMSS.