La provincia de Sancti Spíritus será representada por una canción en el Festival Nacional Cantándole al Sol
Otra vez la riqueza y el buen sabor que desbordan las acciones protagonizadas por los niños demostraron que, con mucho por hacer, el futuro está asegurado. Y pese a que para algunos esa frase puede ser ya un cliché, resultó una verdad de Perogrullo cuando en el Teatro Principal de Sancti Spíritus subió a escena el Festival Provincial Cantándole al Sol, con ocho temas en concurso.
Textos inteligentes y ritmos contagiosos confirmaron que, aunque no un gran grupo —por la cantidad de canciones presentadas—, pero sí con suficiente valía, existen en la provincia instructores, músicos y niños amantes del arte.
Fue por ello que el jurado, tras evaluar las obras en competencia, procedentes de los municipios de Trinidad, Cabaiguán y Jatibonico, otorgó el premio de interpretación a Aitza Belén Ruiz por el tema Hada Lina, compuesto por Eusebio (Pachy) Ruiz y Líamer (Lía) Llorente, todos de la tercera villa de Cuba.
Por su parte, los lauros de composición y el de la popularidad recayeron en Mélani Carrazana por la obra Disfraz de primavera, escrita por Pedro Juan Meriño, también de Trinidad.
Esa canción representará a Sancti Spíritus en el Festival Nacional Cantándole al Sol, donde en otras oportunidades la provincia ha sido reconocida por la calidad de sus propuestas.
Pero si las presentaciones de quienes concursaron confirmaron el buen trabajo de aquellas personas que laboran en la formación de las más jóvenes generaciones, la mayoría de las ocasiones de forma voluntaria, un insípido sabor dejó el resto del evento, auspiciado por la Organización de Pioneros José Martí y el Consejo Provincial de Casas de Cultura en Sancti Spíritus.
Lo que pudo convertirse en un suceso artístico de gran envergadura se resumió en la presentación de los aspirantes a los premios y de voces invitadas, algunas incluso adultas, quienes olvidaron que era una opción infantil y cantaron melodías para otros grupos etarios.
Considero que se perdió la oportunidad de regarle al pueblo un espectáculo en que el talento infantil, con más de un exponente de valía en el territorio, hiciera suyo el escenario del Teatro Principal.
Las lunetas de la institución cultural fueron apenas ocupadas por los familiares y amigos de los concursantes, así como por el jurado y los organizadores; una verdadera lástima cuando tantas opciones veraniegas se proyectan en papeles.
Igualmente, preocupa el paradero e interés de los compositores espirituanos por los productos infantiles, ya que, de ocho obras, la mayoría era de Trinidad. Al parecer en el resto de los municipios existe cierta apatía para las creaciones de ese tipo o no se divulgó lo suficiente la convocatoria de un certamen de larga data.
Sin dudas, nuevamente la agilidad en la preparación de último minuto de un evento cultural empañó lo que pudo ser un exitazo, como siempre sucede cuando los niños y las niñas toman la escena. Eclipses que deberán ser considerados para que próximas propuestas brillen tanto que opaquen hasta el mismísimo Sol.
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