Serguey participará en los Juegos Centroamericanos, para los que ya tiene el boleto, y también se prepara para la Olimpiada del 2020
A no ser para mantener la forma del atleta grande que es, Serguey Torres Madrigal ya no entrará más este año al agua, al menos de forma competitiva. Deja, eso sí, varios kilómetros de cansancio, unas libras de menos y la mejor cosecha de su vida.
Se le advierte en el peso de las palabras, aun cuando no esconde el regocijo por los saldos del más reciente Campeonato Mundial de Canotaje, del que regresó con dos subtítulos, para sellar un 2017 de lujo con medallas de oro y tres de plata, sumados los saldos de las Copas del Mundo de mayo pasado.
“Cuando todo terminó, me senté y se me hizo un nudo en la garganta, me eché a llorar, fueron días de mucha presión… Ir con pronóstico de medalla siempre choca, pero ha sido lo mejor de mi carrera, nunca en un mismo Mundial cogí dos platas, aunque queda la inconformidad del oro que me falta”.
Y eso que ahora en la República Checa entró en el quinto puesto en la fase clasificatoria del C-2 a 1 000 metros, que casi lo saca de competencia, junto a Fernando Dayán Jorge: “Hubo un sonido raro, que parecía una falsa arrancada, eso complicó toda la regata, tuvimos que cambiar totalmente la estrategia de carrera, nos pusimos a buscar a los rusos, pero como a 100 metros del final me entró una descoordinación tremenda de piernas brazos y hasta en la respiración, llegamos a la meta dejándonos llevar por el bote”.
Pero nada amilanó al dúo, absorto como estaba en su pronóstico de medalla. “Buscamos dónde estuvo el error al observar el video. Nos concentramos en la semifinal del día siguiente, que ganamos con facilidad, aunque fue más dura. La final fue una copia, aunque aún lamento cómo se nos fue el oro, cuando nos tiramos a la meta creyendo que lo teníamos nunca vimos a los alemanes; otra vez, siempre que he cogido plata, ellos nos han ganado”.
Con cuatro de diferencia entre una final y otra, unos platanitos y un jugo para para recuperar fuerzas, Serguey salió en los 5 000 metros, casi con la plata segura desde la línea de arrancada: “Caí en el carril 27 y tuve que remar duro para buscar el primero, poco a poco me fui metiendo en el grupo, solo no le caí atrás al alemán Sebastian Brendel, que ganó, para no reventarme, además de que se compite en equipo, él es el mejor del mundo”.
Ahora en siete mundiales Serguey atesora cuatro medallas de plata y tres de bronce. Mira hacia delante y, con 30 años a cuestas, sabe que tiene por delante un mundo.
“Ya no estoy como cuando tenía veinte años, me lo siento cuando entro al agua, me recupero más lentamente. Las estadísticas y los resultados lo confirman”.
En su camino hacia los Juegos Centroamericanos, para los que ya tiene el boleto, y mucho más para la Olimpiada del 2020, cuenta con su fuerza y la que imprime el joven Dayán.
“Él ha mejorado más que yo, sus saltos son grandísimos, el cronómetro no miente, en los controles de la base de entrenamiento me ganó varias veces, hoy es el mejor de Cuba y yo, encantado de la vida por eso”.
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