¿Sin tiempo para leer?

Aunque para las llamadas ratas de bibliotecas el placer de leer sigue siendo una opción insuperable, las actuales generaciones prefieren los audiovisuales Desde que tropezamos con el primer ejemplar muchos nos adentramos en la lectura como un vicio y a partir de entonces el placer de leer se convierte en

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La Feria del Libro continúa siendo el evento cultural de mayor envergadura en el país. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Aunque para las llamadas ratas de bibliotecas el placer de leer sigue siendo una opción insuperable, las actuales generaciones prefieren los audiovisuales

Desde que tropezamos con el primer ejemplar muchos nos adentramos en la lectura como un vicio y a partir de entonces el placer de leer se convierte en una aventura maravillosa.

Muchos consideran que ya casi nadie lee, que algunos profesionales apenas han hojeado unos cuantos ejemplares y se pierden ese tesoro que es capaz de esconder historias, cuentos y poesías de todo tipo.

“No me gustan los libros, no los consumo, prefiero saber la historia por una película o una buena serie o de forma digital; ahí encuentro lo que busco. Para mí indagar en la enciclopedia Encarta es más fácil que hojear un libro, además no tengo hábitos de lectura, ni tiempo para leer”, afirma Sheila López, una estudiante de preuniversitario que dice conocer El principito, de Antoine de Saint-Exupéry por un animado y no porque lo haya leído.

“Antes esperaba la Feria del Libro con tremenda ansiedad, ahora solo traen algunos títulos y no son los mismos ni en igual cantidad que en otras provincias. Además, los precios no son asequibles a todo el mundo”, refiere Beatriz Pérez, yayabera acostumbrada a recorrer varios quioscos durante estos eventos.

“Desde muy pequeño voy a la biblioteca porque soy un lector de todos los días, pero ya no como antes, cuando existía el Club Minerva, del cual era asociado y al menos podía tener acceso a algunos best seller, algo de lo que se publica en la literatura contemporánea mundial. En las últimas ferias del libro se encuentran muy pocos ejemplares de mi gusto y muy caros”, asegura José Rodríguez.

Entre criterios diversos y los ecos de la Feria Internacional del Libro, Escambray indaga acerca del gusto y preferencias de los espirituanos por la lectura, un hábito que normalmente comienza y se desarrolla a partir de los cuentos que nos leen nuestros padres, se afianza a través de los libros con historias infantiles y levanta vuelo con el desarrollo; sin embargo hoy agoniza por factores de orden económico, cultural y también de costumbres y valores en generaciones que apuestan por la imagen.

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En Cuba existen programas para fomentar el hábito de la lectura en los diferentes grupos etarios. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

LA LARGA ESPERA DE LAS BIBLIOTECAS

Las bibliotecas, esos recintos austeros y silenciosos donde se guarda la memoria humana y la creación literaria poseen esa rara cualidad de trascender a las generaciones, a los cambios sociales y políticos, a las modas y a los avances tecnológicos.

Pero las estadísticas muestran que los espirituanos buscan muy poco en los anaqueles de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena; si en otros tiempos pasaban en un año centenares de miles de lectores, en el pasado año la cifra fue algo más de 54 000 lectores ávidos de encontrar algo que no haya leído o que valga la pena releer.

 “Ahora las mujeres buscan sobre todo novelas románticas y el resto de las personas, policiacos cubanos y no literatura universal contemporánea, salvo alguien que quiera un autor específico. La mayoría de los usuarios son personas mayores. Los jóvenes que vienen es para consultar una obra porque lo tienen de tarea”, especifica Janay Duque de Estrada, especialista de la sala de Literatura.

La práctica actual de la política del libro en Cuba concentra en la Feria Internacional el esfuerzo de las editoriales para realizar publicaciones masivas y recientes, de modo que las redes de librerías se nutren el resto del año, fundamentalmente, de aquellos libros que no se vendieron en la cita cultural, en tanto a las bibliotecas públicas se les distribuyen unos pocos ejemplares.

“No tenemos toda la bibliografía necesaria porque no existe una política editorial que ampare el servicio nuestro. Este año vamos a recibir 29 títulos de los que dispuso el Instituto Cubano del Libro (ICL), pero no son los que quisiéramos. Lo que está orientado es que las bibliotecas públicas compren después de la Feria para incrementar su patrimonio. Se entiende que a ese evento anual asiste casi toda la población, pero no todos tienen 15 o 20 pesos y aquí los disfruta la mayoría. La Dirección Provincial de Cultura y Arte tiene interés en que se adquiera todo lo que se vende, mas la política del Instituto difiere de esos deseos”, apunta Lilia Rosa Oliva Prieto, directora de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena.

Misbel Zamora, al frente del servicio al público de esa institución, está convencida de que la afluencia al recinto ha disminuido por razones que van desde la calidad de los especialistas —algunos improvisados y sin formación académica— hasta el hecho de contar con un fondo obsoleto.

Leslie León, otra de las especialistas, concuerda en que mientras las políticas editoriales no vayan de acuerdo con el gusto y preferencias de las personas, los libros se van a quedar en las librerías. “Internet es una buena vía, pero estamos atrasados en tecnología y no tenemos sala de navegación para un servicio on line; además, cuando se logra preparar un técnico este se va a los seis meses en busca de un mejor salario”, apunta.

Rolando Lasval, al frente de la Dirección Provincial de Cultura y Arte en Sancti Spíritus, sustenta la teoría de que el problema de la lectura está en la formación de los más jóvenes, en los valores que impregna la familia y en el cambio de tecnología, entre otros factores y no en el hecho de que en la biblioteca no existan los libros, aunque reconoce que no son suficientes.

No es casualidad que una gran parte de los lectores más empedernidos compren libros a los vendedores particulares como evidencia de una demanda insatisfecha en títulos ya publicados con anterioridad.

DE GUSTOS Y PREFERENCIAS

“Por lo general lo que publica Ediciones Luminaria se lee, pero la poesía no le gusta mucho a la gente. Como editor pienso que deberíamos publicar más novelas (aunque tenemos pocos novelistas) y libros para niños. En mi posición de lector me gustaría ver en las librerías una mayor cantidad de títulos de corte histórico que fueran polémicos”, apunta Arturo Delgado Pruna, editor de Luminaria.

El escaso público asistente a la librerías coincide en que los más demandados son los relacionados con la política y los trabajadores de allí aseguran que en las estanterías dedicadas a la literatura universal se extrañan las reediciones y más obras de autores reconocidos. 

Que las actuales generaciones han perdido gusto por los libros es un hecho, lo que no se puede negar es que el cubano es lector por excelencia, como tampoco puede esconderse que la oleada de productos audiovisuales le ha ganado terreno a la lectura.

En cuanto a las Ferias, estas nunca van a diferir de su fin comercial y habría que preguntarse entonces: ¿hasta qué punto resulta saludable para el hábito de lectura de la población que la promoción y distribución de la literatura más demandada se concentre solamente en un evento que ocupa apenas unos días al año?

No tengo tiempo para leer resulta uno de los pretextos más recurrentes, pero no el único. La lucha es contra molinos de vientos para incentivar la lectura en las nuevas generaciones frente a un sistema educativo que no la propicia.

Por suerte, todo parece indicar que, a pesar de internet, ningún “libromaníaco” intentará olvidar el placer de tener en las manos una novela que acaba de salir de la imprenta, el tacto del papel; esa obra que nos hace viajar allí donde quiere el autor, porque, como diría un famoso escritor: “Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida”

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El público espirituano prefiere los policiacos y novelas cubanas. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Carmen Rodríguez

Texto de Carmen Rodríguez
Reportera de Escambray por más de 30 años. Especializada en temas económicos.

2 comentarios

  1. Específicamente de Luminaria y lo que publica decir que se publican mucho los mismos autores una y otra vez habiendo todavía escritores muy buenos por descubrir y publicar en los municipios de la villa del Espíritu Santo. Del hábito de lectura y su promoción por nuestros lares, se hace bastante, pero no lo suficiente, nunca lo será… Igual no veo que aumenten los lectores potenciales, y para lo que llega a las ediciones provinciales de la Feria del libro y luego a los municipios, a veces mejor ni leer. Los que desde siempre hemos andado cayéndole detrás a los buenos libros, pasamos mucho trabajo para empatarnos con algo que se pueda leer. Las librerías de municipio generalmente no tienen mucha diversidad, no hay mucho qué escoger. A Dios gracias que se ha potenciado desde hace un tiempo la literatura infanto-juvenil ue es la que personalmente más consumo, pero igual nos quedamos con las ganas de leer lo más nuevo que va saliendo. Generalmente nos tenemos que conformar con lo que viene quedando de las Ferias, aunque los públicos a veces no son justos con muy buenas obras que nadie compra, y lo que unos desdeñan otros sabemos valorar en su justa medida. Del tema de tener una librería en YAGUAJAY, en donde vivo deberían dedicar un buen reportaje crítico pues la cosa pinta ya azul fosforescente. Supuestamente iba a estar en el local que ocupó el cineclub, que luego fue sede de la AHS en un municipio que casi ni instructores de arte tiene ya y menos artistas profesionales, amén de que talento hay. Ahora están vendiendo los libros frente al portal de Casa de Cultura, pero como no existe un local propio siempre hay informalidad en el tema horarios, además que sólo stán en la mañana, las personas que por cuestiones de trabajo tengan ese horario ocupado, kaput con el tema compra de libros. Nada que es una odisea adquirir nuevos títulos en el norte espirituano.

  2. Es cierto que los niveles de lectores de libros han bajado mucho, pero en buena medida la culpa está en la forma en que se publican los libros, una vez al año y los precios demasiado altos. Esto unido a los diseños poco atrayentes de muchos libros principalmente infantiles, por ejemplo el famoso libro Había una vez, si no tiene las ilustraciones de aquellas primeras ediciones en Cuba, no le va a llamar la atención a los niños solo por la lectura. Los dibujos en esos libros infantiles tiene que estar hechos pensando en niños.
    Antes con bajo presupuesto creabas una biblioteca lo mismo de literatura cubana que extranjera, pues las editoriales publicaban todo el año, sin contar las reediciones.
    Los tiempos cambian y hay que adecuarse a ellos, pero si los libros no van junto a los cambios pues entonces los lectores poco a poco van a ir desapareciendo. La lectura es algo que hay que incentivarla en la escuela y en la casa.
    No se puede ir en contra del desarrollo tecnológico, pero en las escuelas hay que dar la primera opción de búsqueda en los libros de las bibliotecas, ya sean escolares o públicas y luego en las facilidades que brindan las redes y esa es una tarea del maestro pero en la que los padres también tienen que verse involucrados.

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