Con grupo danzario Leyenda Folk, Renato Arrechea Bastida consolida sus credenciales como director
Sol ardiente que quema la piel mulata, cubanía desbordada en las calles trinitarias, entrega completa a la danza. Suena la música folclórica y entran los bailarines a escena. Ya llevan 17 años repitiendo este ritual. Cada día con más experiencia y perfección el grupo danzario Leyenda Folk hace de sus presentaciones un espectáculo impresionante.
Un grupo ejemplo de consagración, detrás de cuyo resultado se encuentra su director: Renato Arrechea Bastida, el maestro, como cariñosamente lo llaman sus tan queridos muchachos, quien mereció recientemente la llave de la ciudad de Trinidad.
Amante de su pueblo, por el cual padece y vela celosamente, ha participado junto con su grupo en festivales como La fiesta del fuego, en Santiago de Cuba; Benny Moré, en Cienfuegos; el Cabildo, en La Habana; así como diversas galas en la ciudad de Trinidad y Sancti Spíritus. Hombre robusto, alto, de piel negra con la sangre cubana corriéndole por las venas. Fuerte de carácter, pero gentil. Una persona agradable y ciento por ciento cubano.
“Nací el 11 de noviembre de 1949 el día del Dios del Renacimiento, razón por la cual me nombraron Renato. Según la leyenda, tengo la posibilidad de vivir más de una vez, por lo tanto, soy dichoso”.
“Mis padres José Caridad Arrechea y Eneida Bastida Pérez siempre estuvieron vinculados al proceso revolucionario. Soy el hermano del medio y, a pesar de eso, siempre llevé el espíritu del liderazgo. Me gradué en 1981 de licenciado en Historia y Ciencias Sociales y a partir de ahí comencé a ejercer en el sector educacional a lo largo de 27 años.
“Fui además director artístico de la Casa de la Música de Trinidad desde 1997 hasta 1999; mientras trabajaba en esta institución organicé distintos homenajes a figuras de la villa y también el primer encuentro de septetos aquí”.
¿Cómo surge la idea de crear el grupo Leyenda Folk?
Luego de terminar en la Casa de la Música me di a la tarea de crear el grupo folclórico Leyenda Folk y así respondía al llamado del Comandante de fomentar la cultura. En aquellos tiempos todos sus integrantes eran muchachos con problemas conductuales, pero tenían talento, solo necesitaban un guía.
Al inicio eran 22 jóvenes, algunos ya habían estado en prisión, otros se encontraban en vísperas de partir hacia ella y los demás casi ninguno iba a la escuela o trabajaba. Finalmente quedó fundada la agrupación el 13 de agosto de 1999.
Estaba emocionado, era la primera vez que dirigía un proyecto de este tipo, pero tenía la metodología de mis tiempos de profesor. Sabía cómo se trabajaba con un individuo con esos problemas.
¿Siempre dirige o también baila?
Antes, en mi juventud, bailaba en las comparsas, estuve en grupos de coros y trabajé con agrupaciones artísticas. Con Leyenda Folk hago demostraciones para que vean que uno se mantiene en el rumbo. Estudio mucho, de todo porque así me preparo bien y al pararme delante de ellos saben que hay una persona competente que los guía.
Ellos me dicen maestro. Me respetan cuando los regaño y les digo que no van por buen camino. Esos jóvenes son mis hijos, he estado enseñándolos durante 17 años. Nos vemos a diario y se han creado lazos muy fuertes, incluso en vacaciones nos encontramos.
¿A qué público dedican su arte?
De manera general, bailamos para el Turismo, pues esta es una ciudad eminentemente turística, cada vez más importante en este sentido. Pero siempre que alguna institución necesite de Leyenda Folk, ahí estaremos.
¿Cree que el turismo afecta la cultura trinitaria?, ¿acaso esta se encuentra en crisis?
Sí. Estoy satisfecho con lo que hago, pero a la vez triste por el futuro que le veo a la danza. No porque haya 11 niños en una escuela de danza es el futuro. Los jóvenes no quieren bailar folclor, es un baile fuerte y además no se promociona. Creen que es mejor ser cantinero del Turismo que bailar, que ser artista.
De alguna manera la cultura trinitaria se está perdiendo, no se promociona, no hay motivación por aquellos que tienen el papel de conducirla y los artistas tienen la necesidad de promocionarse para que continúen las tradiciones ancestrales.
¿Acaso esas realidades no obligan a comercializar su agrupación?
No, pues nos sacrificamos demasiado, hemos bailado al sol durante 17 años. Nuestro grupo tiene mucho sentido de pertenencia, amor propio, profundidad en el trabajo y un gran afán por que todo quede bien. Busco siempre la manera de llevar al público un buen baile para que vean cómo está la cultura espirituana. Eso nos diferencia de otras compañías.
¿Por qué Leyenda Folk?
Porque leyenda es historia, magia, sacrificio de los trinitarios y folk, pueblo. Es la historia de los trinitarios, de Cuba. La magia de nuestra ciudad legendaria está ahí en sus calles, en sus bailes y costumbres. Este grupo se convirtió en una escuela de formación de valores y cuenta hoy con universitarios, bachilleres, técnicos de nivel medio, internacionalistas y artistas de primer nivel en las Artes Escénicas.
Además de dirigir el grupo, ¿qué otras ocupaciones llenan su agenda?
Soy metodólogo de la cultura popular tradicional, lucho por que no se pierdan las tradiciones y más con el actual panorama donde tenemos una guerra virtual musical. Esa disputa es contra el reguetón que atenta con cualquier manifestación cultural. La cultura tiene que ser igual a nuestro sistema de salud o de educación porque en la medida que vaya mermando así merma la fortaleza del país.
Este género musical está en todos lados, usted va a una escuela y es esa la música que encuentra, ya no se escuchan Barquito de papel, ni El manisero y son canciones con una historia en la cultura cubana que se les deben inculcar a los más jóvenes”.
¿Qué música le gusta escuchar?
Preferiblemente música cubana, soy un amante de cualquier género, mientras sea siempre bien cubano. La folclórica, desde luego, es una pasión.
¿Alguna otra preferencia en particular?
Me encanta tomar cerveza Cristal, aunque no lo hago mucho. Ese es el vino de los cubanos.
Si usted tuviera la posibilidad de volver a nacer, ¿dónde resurgiría?
Aquí en esta ciudad, quiero que mi alma se quede en el quehacer de la cultura, ser un paradigma. Quiero que lo que yo fui capaz de hacer otros lo hagan y luchen por que no muera la danza.
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