Cuando han transcurrido solo pocas semanas del paso de un huracán devastador que afectó a casi todas las provincias del país, pensar en asignación de recursos de manera centralizada para que cada Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba celebre su fiesta con la tradicional caldosa, el cake de rigor y algunas bebidas, como se ha venido haciendo durante décadas, sería una quimera.
Por ello, la dirección nacional de los CDR ha instruido a sus estructuras homólogas para que el matiz de la celebración por el aniversario esta vez sea diferente. Así lo informó a Escambray Marianela Valdés López, coordinadora de la organización en la provincia, quien junto a los restantes miembros de su equipo de trabajo acompañó a centenares de familias tras el paso de Irma por sus zonas de residencia en el norte espirituano.
A ellos les constan los esfuerzos de hogares que aquí o allá dieron cobija (o la dan todavía) no solo a vecinos, parientes y hasta desconocidos, sino también a centros escolares para que la continuidad del curso estuviera garantizada. Les consta, además, que disímiles hogares que disponían de planta eléctrica las pusieron al servicio de quienes residen en la cercanía y facilitaron, como lo hicieron centros laborales en igual situación, la electricidad para cargar celulares y propiciar las comunicaciones.
De acuerdo con las declaraciones de la funcionaria, las reuniones barriales están siendo aprovechadas para reconocer y estimular a quienes más sobresalieron o aún sobresalen en los actos de solidaridad diarios, esos que se hicieron más visibles y trascendentes cuando los azotes de Irma se sentían con su mayor fuerza o apenas acababan de cesar.
Ahí entra desde el denuedo de los pobladores de Yaguajay y Mayajigua, por poner solo dos ejemplos, para dejar las calles relucientes tras la recogida de escombros y ramajes, hasta la iniciativa de cocinar colectivamente en un fogón callejero cuando en los domicilios no había gas ni electricidad. También, la rapidez de no pocos hombres y mujeres de zonas afectadas para levantar, aun con lágrimas en la cara, el ranchito que haría las veces de facilidad temporal mientras se reconstruye la casa derrumbada, y hasta apoyar en labores similares de algún que otro vecino.
Sin embargo, aun cuando en esta oportunidad los barrios no contarán con los insumos venidos “desde arriba”, nadie les coarta las iniciativas. Ya se han visto algunos retoños de inventivas en municipios como La Sierpe y Jatibonico, vanguardias de la organización por tres y dos años consecutivos, respectivamente, ratificada por estos días. Allí la vecindad ha demostrado no solo conciencia, sino también sentido de apego a la identidad, como ocurrió en la Zona No. 10 de La Sierpe, donde al recibir una bandera cubana con todas las de la ley hubo quien lloró de emoción, aunque ya la enseña estaba allí, pero confeccionada a base de nailon.
Por acuerdo del Secretariado Nacional de los CDR, acaba de ser entregado el Premio del Barrio a la escuela primaria José Martí, de La Sierpe, y a Juan Carlos Castellón Véliz, periodista y locutor de la Emisora Provincial de Radio, atendiendo, indistintamente, al activo papel desempeñado en la preservación y consolidación del quehacer cederista, y a la divulgación y promoción del mismo.
Irma no puede borrar el trabajo de todo un año, por eso la coordinadora de los CDR en Sancti Spíritus apunta los progresos en tareas tradicionales como las donaciones de sangre y la recogida de materias primas; menciona la cotización del año, con un ligero atraso, a más del 60 por ciento. Detalla lo que pudiera parecer obvio: determinan el interés, la agilidad y la creatividad de los dirigentes de base a la hora de concebir este tipo de encuentros que la organización ha dado en llamar de reafirmación revolucionaria.
Y ello no quiere decir lanzar consignas en esta noche de 27 de septiembre, cuando se espera el 28; ni solamente recordar que los CDR nacieron ante la amenaza enemiga de destruir lo que ya en 1961 se definía como transformaciones socialistas, o evocar la forma enardecida en que Fidel habló de la naciente organización.
Ello quiere decir, además de no olvidar la esencia, elogiar lo plausible, pasar revista, desperezar somnolencias, engrasar mecanismos y abrazar todo aquello que ayude a vivir en armonía, consolidar la unidad, enfrentar adversidades y hacer más fácil y placentera la vida en el barrio.
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