La exmandataria brasileña Dilma Rousseff recibió el premio Rodolfo Walshque otorga la Universidad de la Plata, en Argentina
En la ceremonia, declaró que se sentía honrada al recibir tal lauro, que representa la capacidad de no callarse, de resistir y creer en sus propias convicciones.
En una repleta ceremonia, la exmandataria fue agasajada en la provincia argentina de Buenos Aires con esta distinción otorgada por la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de esa Alta Casa de Estudios en la categoría de Presidentes Latinoamericanos para la Comunicación Popular’.
Rousseff significó que ‘es un gran honor estar en La Plata, en esta Universidad’, tras recordar que en 1970, cuando estaba en la cárcel, no sabía que había lucha y resistencia contra la dictadura en La Plata, que allí estaría dando la misma batalla ‘una luchadora y a quien considero una amiga, Cristina Fernández’.
En su discurso de agradecimiento, en el que pidió la libertad de la argentina Milagro Sala, presa en una cárcel de Jujuy hace más de un año, recordó la etapa gris que marcó la dictadura en su país y en Argentina y todas sus consecuencias.
Habló además del papel de la mujer, expresó su preocupación por la desigualdad racial y de género y abogó por ‘una política de inclusión sistemática’ para revertir esta situación.
Asimismo criticó la política de Estados Unidos y la responsabilidad por gran parte de la crisis de los países de Latinoamérica y como gestores de los Golpes en esa región.
Al tomar la palabra, la decana de la Facultad, Florencia Saintout, destacó que el premio Rodolfo Walsh es una distinción que toma posición, que esta ubicada del lado de aquellos que luchan y no de los que lloran.
De aquellos que han tenido como usted, dijo, la valentía de enfrentar los costos de estar al lado de los pobres del mundo, de los condenados de la tierra, de los humildes, un premio para aquellos que no claudican ni se arrodillan.
‘Usted dando el ejemplo, no se ha dejado vencer sino que esta de pie, luchando, ha defendido siempre un Brasil y una patria grande y soberana, con libertad política’, dijo.
Momento emotivo fue cuando, emocionada, Rousseff se colocó sobre la cabeza el pañuelo blanco otorgado por las Madres de Plaza de Mayo, símbolo que representa la lucha de estas mujeres por verdad, justicia y memoria para los más de 30 mil detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar.
Dilma dio su vida en las mazmorras de Brasil y llegó a ser presidenta, expresó la presidente de la Asociación, Hebe de Bonafini, tras afirmar que este pañuelo ‘es el abrazo de los hijos que dieron su vida por la patria’.
La exmandataria agradeció a las Madres por su enorme ejemplo y calificó a Bonafini como ‘un símbolo de coraje, porque se necesita coraje para luchar los años duros de las dictaduras latinoamericanas y símbolo de amor y de esperanza’.
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