Tras su incursión de seis meses en la liga argentina, Adrián Eduardo Goide, el pasador titular de la escuadra cubana de voleibol, se mueve con mucha más soltura sobre la cancha.
Antes de partir hacia Portugal, para participar esta semana en el torneo de Retadores Mundial, en busca de la plaza rumbo a la Liga de las Naciones 2019, Granma conversó con este versátil voleibolista.
Entre el jugador que era en octubre del 2017, cuando viajó a la nación sudamericana para sumarse al club de los Gigantes del Sur, y el que presenciamos hoy, asegura que hay cambios notables. «Sobre todo en el pensamiento táctico, que es en lo que más hincapié hacían allá los entrenadores».
La adaptación no fue difícil. «Ya habíamos estado anteriormente en Argentina, y eso nos ayudó. En general fue una experiencia muy buena. Aprendimos cosas nuevas en cuanto al trabajo táctico y a las estrategias de juego», dice seguro de la gran responsabilidad que asume al dirigir dentro del terreno a la selección nacional.
La incursión con los Gigantes del Sur, le dio además al jovencito espirituano, la posibilidad de ganar en volumen de juego. «Casi toda la temporada me mantuve como regular. Solamente salía de cambio en algunos momentos, pero siempre abría como titular».
Cuenta que se inició en el voleibol cuando cursaba el quinto grado. «Fueron mis amigos del barrio, allá en Sancti Spíritus, quienes me invitaban a practicar hasta que terminé eligiendo este deporte», rememora Adrián.
Primero pasó por la EIDE, antes de llegar con 16 años a la Escuela Nacional. «Estuve un tiempo atacando, y me gustaba, pero terminé siendo pasador», afirma convencido de la importancia de una posición sobre la que recae la responsabilidad de conducir los hilos del partido.
«La función del pasador es complicada, porque debes tener en cuenta todo a la vez: el marcador, cómo están tus compañeros, el equipo contrario, la altura del bloqueo.
«Afortunadamente, mi director Nicolás Vives, aquí en Cuba, y también el que tuve en Argentina, se desempeñaron como pasadores, y siempre me están guiando. Eso me ha ayudado a ganar confianza».
A sus 19 años, Adrián ya vivió la experiencia de unos Juegos Olímpicos y de la Liga Mundial. Sin embargo, los resultados más sobresalientes de su carrera los consiguió en el 2017.
«En ese año empezamos a despuntar, primero con el segundo lugar en el Campeonato Mundial Sub 21, después la medalla de bronce en el Sub 23, y por último la clasificación al Campeonato Mundial de mayores de este 2018».
«Somos un equipo joven, pero con muchos sueños. Sobre todo porque ya hemos estado en el nivel mundial y hemos sentido que podemos».
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