Un año distinto a todos los anteriores fue el 2018 para Cartas de los lectores. Arrancó con la premisa de otorgar más espacio, que es decir más voz, a quienes escriben a nuestro medio de prensa, y permitió lograr, consecuentemente, un número mayor de ediciones en que a la sección se le dio un tratamiento especial.
El mejor indicador de atipicidad no fueron las nueve ocasiones en que se concibió el material a modo de reportaje dentro de ella misma y que resaltan a primera vista. No lo es siquiera la extensión, como regla, a 60 o más líneas en lugar de las tradicionales 45 que tuvo hasta hace no tanto. Lo verdaderamente inusual, según demuestran las 42 columnas que vieron la luz de enero a diciembre —solo en siete, por razones muy justificadas, no apareció en página— fue la presencia en ellas de problemas generalmente no abordados y de puntos geográficos desde donde no es común que viajen cartas a Escambray.
Según consignan los textos, se atendieron 53 misivas, llegadas a través del correo postal y del buzón electrónico, o entregadas en la recepción de forma personal. Junto a las ya habituales inquietudes de lectores residentes en las cabeceras municipales aparecieron otras remitidas desde lugares como Guasimal, Agabama, Perea, Mayajigua, Cayajaca, Paredes y Tuinucú.
El balance por municipios mostró un amplio predominio de asuntos relativos a la cabecera provincial, aunque llevan tendencia creciente los vinculados con problemas que afrontan residentes en Fomento (cinco) y Yaguajay (cuatro), en tanto Cabaiguán, Taguasco y Jatibonico están en el orden de las dos o tres cartas abordadas, y La Sierpe no apareció en el año.
Al analizar el espectro de temas tratados en la correspondencia se repiten algunos tradicionales en el espacio, como los relativos a la Vivienda, abasto de agua y deficiente disposición de los residuales, este último, ojo, desde hace años con signos de admiración por la alta frecuencia. Se suman otros como la atención a discapacitados, deficiencias en los servicios de Comercio, indisciplinas sociales referidas a la tenencia de animales, presumible contaminación ambiental por cuenta de instituciones estatales y peligros provenientes de árboles sin talar o cables eléctricos, en ambos casos debido a la demora en atender solicitudes al respecto.
Clasificarían como no habituales en la sección el servicio de parto que no se ofrecía en Fomento, los impagos por ventas de animales a la Agricultura, la deficiente labor de Acueducto al concluir trabajos en determinadas zonas o áreas, el irrespeto y maltrato a ancianos por parte de menores y las deficientes condiciones de los niños en el área de juego de un círculo infantil.
Atípicas resultaron, además, las denuncias sobre afectación por ruido ambiental; el vertimiento, desde la fosa de un hogar materno y la contaminación de ríos de Fomento.
A todo lo anterior se sumó el presumible descuido de Mayajigua, la ausencia de un local para el servicio de Ozonoterapia en Trinidad y duda sobre el ya próximo apagón analógico.
No puede decirse que se les hayan negado respuestas a quienes confían en la prensa, particularmente en nuestro órgano provincial, porque el mismo se encargó de gestionarlas. Pero haría muy bien a esos lectores conocer, por ejemplo, qué soluciones definitivas o temporales se ha dado a algunos de los problemas aquí expuestos.
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