Emmerson Mnangagwa asumió este 26 de agosto la presidencia de Zimbabwe en una ceremonia en el Estadio Nacional de Harare, que se convirtió en una fiesta popular para celebrar lo que todos llamaron nuevo amanecer de esta nación de África Austral.
El jefe de Justicia, Luke Malaba, juramentó a Mnangagwa como nuevo jefe de Estado y Gobierno, quien expresó su compromiso de respetar y acatar la Constitución y leyes del país y proteger a su población.
En esta mañana soleada miles de personas acudieron a respaldar al presidente electo en los comicios celebrados el 30 de julio último, considerados históricas por la amplia participación de partidos políticos que aspiraron a posiciones en los gobiernos locales y en el parlamento nacional.
La ceremonia de hoy estaba prevista inicialmente el 12 de agosto, pero tuvo que ser pospuesta ante reclamos infructuosos de la opositora alianza Movimiento por el Cambio Democrático de Nelson Chamisa sobre alegado fraude electoral.
El caso fue desestimado por la Corte Constitucional el viernes último porque los abogados de Chamisa no pudieron respaldar con pruebas fehacientes sus denuncias de manipulación de los votos y contubernio de la Comisión Electoral con el gobernante partido Unión Nacional Africana de Zimbabwe.
En su primer discurso como presidente de Zimbabwe, Mnangagwa reiteró que este es un día especial, un nuevo amanecer para este país.
Agradeció a su pueblo la hospitalidad brindada a los observadores extranjeros que siguieron el proceso electoral que terminó con la votación del 30 de julio y también por la confianza hacia su persona al elegirlo como líder del país.
Reiteró que las autoridades investigan los brotes de violencia del 1 de agosto promovidos por la opositora alianza Movimiento por el Cambio Democrático y llamó a respetar la voluntad popular manifestada en los comicios.
El jefe de Estado y Gobierno reiteró su compromiso de respetar la ley y anunció reformas económicas radicales para revivir al país, en crisis desde principios de siglo, y dijo que en su agenda está avanzar en las relaciones con el mundo.
Señaló la importancia de impulsar el sector económico, estabilizar las finanzas e invertir en infraestructura de carreteras y aeropuertos, de forma que Zimbabwe puede tener mejor acceso con sus vecinos y resto del orbe.
Este es un momento de unidad y de hacer crecer nuestro país, conseguir una economía vibrante, libre de pobreza, subrayó.
Aseguró que en los próximos cinco años su gobierno modernizará el país, avanzará en la industrialización y mecanización, mejorará servicios públicos como los de salud y saneamiento, conseguirá la eficiencia y creará empleos para conseguir un próspero Zimbabwe.
Estaremos orientados al desarrollo y contra la corrupción, dijo Mnangagwa, quien exhortó al compromiso colectivo para alcanzar la prosperidad de todos.
Estas fueron las primeras elecciones de Zimbabwe desde la independencia en 1980 en ausencia de Robert Mugabe, quien fue forzado a renunciar en noviembre pasado debido a escándalos vinculados a su esposa y un grupo de sus seguidores, cuyos intentos se considera estaban encaminados a usurpar el poder a la muerte del veterano dirigente de 94 años.
Mnangagwa asumió entonces la presidencia interinamente hasta las elecciones recién celebradas y desde su llegada comenzó a promover programas para sacar al país de la profunda crisis económica que sufre desde inicio de siglos y que se reflejan en el impasse productivo de un país de grandes riquezas naturales y de minerales, entre ellos oro, platino, diamantes y otros muchos.
Cantos y bailes caracterizaron la concurrida ceremonia de hoy en el Estadio Nacional, lleno a toda su capacidad, durante la cual el Presidente pasó revista a las tropas de honor, se dispararon 21 salvas en su honor, y representantes de las fuerzas militares y de seguridad le juraron lealtad.
El presidente leyó una carta de Mugabe en que se excusó por no participar en la ceremonia debido a la enfermedad de su esposa Grace, quien se encuentra en Singapur
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