La presidenta del Partido de los Trabajadores (PL) de Brasil, Gleisi Hoffmann, califica este 16 de noviembre de autoritario e irrespetuoso el desempeño de la jueza Gabriela Hardt durante el interrogatorio realizado el miércoles al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Hardt ‘al querer mostrar autoridad fue autoritaria, además de irrespetuosa con el presidente Lula durante su testimonio’, posteó Hoffmann en la red social Twitter.
Señaló que ‘en tiempos de Bolsonaro (Jair, presidente electo) en el poder sus seguidores se revelan en comportamientos. Lula fue digno,como siempre’, remarcó.
Para Hoffman el proceso por el caso Atibaia resulta más un teatro armado por la Lava Jato (investigación sobre corrupción), que actúa en el país como si fuese un partido.
La ida del cuestionado juez Sérgio Moro para el futuro Gobierno de extrema derecha de Bolsonaro sería prueba concreta del odio político e ideológico contra el PT y Lula, refiere la líder política.
Durante la audiencia con Hardt, quien reemplazó temporalmente a Moro, el exdirigente obrero, de 73 años, ratificó su inocencia y calificó de farsa las acusaciones que penden sobre él por supuestos actos de corrupción.
‘En el primer proceso que he sido víctima es una farsa, una mentira del Ministerio Público, con Power Point. La segunda es otra farsa, estoy pagando ese precio, voy a pagar porque soy un hombre que creo en Dios, en la justicia y un día la verdad va a prevalecer sobre lo que está pasando’, afirmó Lula en la sala.
Por vez primera en siete meses, el fundador del PT lo sacaron el miércoles de la Policía Federal en la ciudad de Curitiba y lo llevaron a la Justicia Federal para responder a Hardt, en las indagaciones de la Lava Jato.
Designado ministro de Justicia por Bolsonaro, Moro fue quien condenó a Lula y lo encerró el 7 de abril para que cumpliera una pena 12 años y un mes por presunta corrupción pasiva y lavado de dinero.
Entre preguntas y cierta tirantez en la sala, el exjefe de Estado manifestó sentirse como un trofeo, ‘un trofeo que la Lava Jato precisaba entregar. No sé por qué no les gusto, pero yo era un trofeo que necesitaban entregar’, dijo.
Negó cualquier vínculo sobre aparentes transformaciones hechas a una hacienda en Atibaia, interior de Sao Paulo, atribuida de facto a él y que habrían sido pagadas por empresas constructoras entre 2010 y 2014 a cambio de contratos con la compañía Petróleo Brasileiro S.A. (Petrobras).
‘La hacienda no era mía y yo no tenía obligación de preguntar ni de saber’, insistió Lula, quien se siente perseguido políticamente y cansado de mentiras.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.