Cuando en el 2014 la Unidad Empresarial de Base Cultizaza, única de su tipo en la provincia dedicada al cultivo del camarón, tocó fondo y estuvo a punto de desaparecer, precisamente por su improductividad, algunos integrantes del colectivo se negaron rotundamente a ser parte del fracaso y se dieron a la tarea de sacar adelante el centro.
Un voto de confianza y el exhaustivo análisis económico para buscar financiamiento, entre otras exigencias, fueron las premisas que primaron en aquellas asambleas sindicales donde se definía la continuidad de la UEB y por ende la garantía de empleo de quienes, en el sur del territorio espirituano, dígase Guasimal, Tayabacoa, El Salao y Tunas de Zaza, dependen de esta entidad para el sustento familiar.
Fue así que se inicia el despertar de Cultizaza, con acciones que tocaron cada lugar de esta empresa, desde los más apartados estanques hasta las áreas destinadas a la precría, los almacenes, el laboratorio, en fin, todo lo que de una u otra forma se vinculaba a la actividad productiva.
Por suerte ya en el 2012 se comienza a gestar un nuevo programa para el cultivo del camarón en el área del Caribe y Cuba no estaba exenta del mismo. A la entidad espirituana llegó también ese novedoso sistema y con él la determinación de quitarse de encima el mote de improductiva. Nada resultó fácil, por el contrario, cada jornada de labor era un reto, con sistemáticos controles sobre la biomasa en desarrollo, muestreos a la calidad del agua, al comportamiento de la especie y su adaptabilidad al medio.
Pero lo más importante estuvo relacionado con la fiscalización y el control de los recursos, sobre todo del pienso, para evitar el desvío hacia el mercado negro que durante mucho tiempo alimentó sí, pero los cerdos de los moradores, en lugar de los camarones, sin dudas una de las más complejas medidas, que conllevaba a buscar eficiencia en los rendimientos durante la ceba del crustáceo.
El 2015 fue el primer año en que se logra no solo crecer, sino que se rompe el récord histórico de producción alcanzado en el 2006 que fue de 627 toneladas, ese año se capturaron 653, pero quedaban temas pendientes como la eficacia, el rendimiento por hectáreas, el factor de conversión, la supervivencia de la especie, y otros parámetros en los que fue preciso trabajar duro.
Desde entonces se inicia una secuencia de crecimientos productivos, con record sobre record que marcan los nuevos resultados a partir de las medidas de control y las potencialidades por explotar. Junto a este desempeño se preparan, igualmente, para recibir la visita de expertos de la Unión Europea empeñados en chequear el proceso de ceba e industrialización del producto, alcanzando el aval para la exportación del mismo.
Se trabajó en la recuperación de 20 hectáreas en desuso destinadas al desarrollo de la precría en tierra, lo que permite sembrar directamente larvas de 3 milímetros que llegan desde el Centro de Desove de Yaguaramas, en Cienfuegos, sin que antes se depositen en estanques de cemento, acción que acorta el tiempo de desarrollo y posibilita mayor adaptabilidad de los animales al medio natural, idea que ya se generalizó en el resto del país.
De lujo puede calificarse la producción de los camaronicultores espirituanos en el 2017 al lograr 805 toneladas con mejoras en todos los indicadores, entre los que sobresale una supervivencia del 68 por ciento de la biomasa en crecimiento y el empleo de 1.95 toneladas de pienso para obtener una de camarón, lo que la sitúa como la segunda mejor del país en este parámetro.
Recordemos que el camarón es uno de los principales rubros exportables de la provincia, con alta demanda en el mercado internacional, y que dicho incremento permitió, además, la presencia del producto en centros turísticos del territorio, unidades de la gastronomía popular y en casillas especializadas de la pesca.
Nuevas estrategias se ponen a prueba en la pequeña UEB para cerrar el 2018 con mayor capacidad de agua con nuevos tanques de cemento (unos 280 metros cúbicos), con lo cual desarrollarán la precría y aumentarán la producción final. A ello se une la recuperación de canales, viales internos, en fin, el completamiento de toda una infraestructura que, de seguir el ritmo ascendente en el orden productivo, les permitirá materializar en el 2021 la obtención de 1 000 toneladas de camarón, el tope estimado para las 354 hectáreas en explotación.
Poco a poco la camaronera salió del impasse y los hombres de piel curtida demostraron que sí se puede cuando existe mayor sentido de pertenencia, aunque para ello desafíen los mosquitos en medio de la noche, cuiden todo el tiempo la biomasa en desarrollo y los recursos puestos en sus manos, ¿Qué los motivó? el adecuado sistema de pago por resultados, la esmerada atención al hombre, la exigencia y el control. No por gusto recientemente el Sindicato Nacional de la Industria Alimenticia y Pesca le otorgó a ese colectivo, por primera vez, la bandera de Vanguardia Nacional.
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