Su diminuta figura contrasta con el tamaño de los ejemplares de la raza cebú que exhibe por las distintas ferias ganaderas de Cuba, en las que año tras año se lleva el reconocimiento del público y el de los jueces que lo definen como el mejor cuadrero cubano y el más viejo en este tipo de competición.
Ni un vestigio de cansancio se asoma en el rostro del septuagenario, natural de Caracusey, quien lleva 54 años dedicado por entero a la labor de la ganadería, porque para don Diego Viera Hernández, como muchos le dicen, la vida pierde sentido si se retira de este oficio.
Trabajador de la Unidad Los Molinos, perteneciente a la Empresa Flora y Fauna Sur de la provincia, el cuadrero mayor cuida diariamente los ejemplares vacunos no solo para presentarlos en distintos eventos del país, sino para incorporarlos a la reproducción en busca de descendientes con las condiciones genéticas ideales para garantizar el cruzamiento racial.
“Comencé a trabajar siendo un muchacho todavía, en áreas de la montaña y la pre montaña de Trinidad —dice Diego— pero en mi juventud estuve en la escuela de rodeo que existió en Manicaragua y fui montador de toros, es por eso que me siento tan cerca de estos animales, que conmigo se amansan, por bravos que sean”.
Su experiencia no solo se vincula al trabajo en las cuadras, pues también es valioso su desempeño en la pista de juzgamiento, donde un panel de jueces evalúa la fisonomía de cada animal y sus condiciones raciales, antes de premiarlo o eliminarlo de la competencia.
Más de 100 premios se inscriben en la larga trayectoria del cuidador, pero los más significativos, sin duda, son los alcanzados en la Feria de Rancho Boyeros, a la que asisten los mejores ganaderos del país y en la que los animales bajo su custodia siempre regresan al territorio con títulos de campeón, gran campeón o campeón reservado.
“En esta edición 2018 de la Feria Nacional del Cebú Cubano mis animales fueron bien reconocidos —explica Diego—, muestra de ello son los siete títulos alcanzados, con los ejemplares Guajiro, Hatuey, Azulejo, Caramelo, Precioso, Arletis y Milagros, los que compitieron según sus categorías, además de recibir el diploma de mejor cuadrero”.
En la clausura del evento Diego recorrió seguro la pista de rodeo con Hatuey (el semental más premiado este año en Boyeros, en Sancti Spíritus y Bayamo), tirado por la jáquima, así lo condujo hacia el centro del terreno, los aplausos se multiplicaron al escucharse su nombre y no faltaron los reconocimientos en décimas los diplomas y otros estímulos.
Lleno de gloria regresó, una vez más, a su casa en Caracusey, donde lo esperaban Bertha su esposa, los cuatro hijos y siete nietos que le entregan el mejor de los premios: el amor; porque como bien él dice: “Yo soy y seguiré siendo el orgullo y ejemplo para mi familia, porque un día les llevo glorias, pero al siguiente me subo al caballo y salgo a desandar los potreros o llego a la cuadra donde me esperan mis animales”.
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