Los latinos son un bloque diverso que, como tal, debe ser considerado a la hora del voto en las elecciones en Estados Unidos, plantea un análisis que publica el diario californiano La Opinión
El voto de la mayor minoría del país es enfocado por Maribel Hastings, asesora ejecutiva de America’s Voice, quien alerta sobre la tendencia de las principales agrupaciones políticas de tratar a los latinos como si fueran ‘un bloque homogéneo motivado por los mismos intereses’.
Señala Hasting que no funcionan igual las estrategias de demócratas y republicanos por esa diversidad existente ya que ‘somos tan diversos como nuestras nacionalidades y orígenes, ideologías, niveles educativos, trasfondos e intereses’.
No es lo mismo hablarles a hispanos de Colorado, Nuevo México o Texas, que a los de California y Nevada; a puertorriqueños de la Florida central, a cubanos del sur de la Florida, o a centroamericanos de Virginia o Maryland, señala.
Hay latinos de todos colores e ideologías. Conservadores y derechistas, centristas y liberales e izquierdistas, y los temas que los mueven son igualmente diversos: salud asequible, educación, viviendas costeables, economía y trabajos, inmigración o protección del medio ambiente, añade.
Precisa el análisis que muchos electores de la comunidad no intervienen en la votación porque ‘han sido muchas las ocasiones en que partidos y candidatos enamoran a los electores hispanos, estos votan por ellos y luego las promesas que les hicieron se las lleva el viento.
Ejemplifica que el presidente Barack Obama ganó la reelección en 2012 con 71 por ciento del voto latino porque justo el verano antes de la elección giró la orden ejecutiva de DACA (acción diferida que benefició a los llamados soñadores) que concedió permisos de trabajo y protección contra la deportación a los Dreamers. Eso fue un factor decisivo en movilizar a votantes latinos a las urnas.
Sin embargo, señala, partidos y campañas, ya sea que ganen o pierdan, desaparecen y solo reaparecen cuando buscan el voto hispano en el siguiente ciclo electoral. Es un amor de cada dos o cuatro años, subraya.
Por otra parte, indica, la elección general de 2016, que supuso el triunfo de Donald Trump, demostró que la estrategia de no mover un dedo para movilizar a los latinos pensando que los insultos de Trump serían suficientes para energizarlos, no funcionó.
Asegura Hasting que pese a las nefastas políticas de Trump que afectan a sectores de la comunidad, por ejemplo, separando familias en la frontera, encerrando niños, persiguiendo incluso a residentes permanentes, no se puede asumir que el voto latino vaya en ola con los demócratas.
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